Capítulo 18

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Tras despertarme con la voz de María llamándome de todo por estar aún durmiendo y ella poniendo la mesa, me desperté con el objetivo de sobrevivir a la comida del domingo. Admito que no estaba muy cansada, pero me hubiera gustado dormir un par de horas más, para qué mentir.

Durante la comida, María me había preguntado varias veces si sabía cómo le fue a Marina. Tras varias negativas, le dije que Marina me había enviado un mensaje para quedar y así comentar su “quedada de ayer” según ella. Vamos, la cita. Yo no sé para que llamarlo de otra forma si lo que es, es. Como Marina sabía que los domingos son de comida con opción segura a que se alargue, quedamos a media semana en el King’s. Acepté porque así acumulaba más cosas para contarme.

La semana en el Asturiano empezó movida. El lunes a primera hora se nos rompió la máquina del café, y no sabes que disgusto se llevo mi abuelo. Bueno él y medio barrio que se quedó sin su café del desayuno. María nos dijo que si queríamos ir al King’s a preparar los cafés, que fuésemos, pero pensamos que no nos salía rentable, porque entre que íbamos, los preparábamos y volvíamos, se habían quedado fríos. Menos mal que el martes por la tarde consiguió venir un técnico y arreglarla, sino yo creo que a mi abuelo le da algo.

Quitando la aventura con la cafetera, por lo demás, normal. Ya no había vuelto a ver a Nuria desde el día que vino a dejarme la mochila, pero es que a Amelia tampoco. Por mi cabeza seguía rondando la culpabilidad, pero no dicen que ojos que no ven, corazón que no siente, en este sentido eso me estaba pasando a mí. Al no ver a Amelia, la culpabilidad estaba presente pero no se manifestaba tanto. Por un lado, está bien porque al no ver a Amelia me encontraba mejor, pero por otro lado, temo el día que la vuelva a ver.

Llegó el miércoles y con el mi interrogatorio a Marina. Quedamos en el King’s y al llegar nos sentamos en un reservado para estar más cómodas y empecé con el interrogatorio.

- Primero de todo, quiero que me cuentes cómo lo has conocido, porque claro, no te has dignado a decirme nada. Chica, un mensajito diciéndome, Luisi que he conocido a un chico y vamos a quedar. Que tampoco es que te esté pidiendo una disertación, solo un poquito de información Marina.

- Mira que lo sabía. –se empezó a reír–. Pues te empiezo a contar pero te vas a reír. Lo conocí en una cafetería cerca de la radio.

- ¿En una cafetería?

- Sí, se intentó colar para pedir un café, yo le dije que debía respetar la cola y…nos pusimos a hablar. Pero no te creas que fue hace mucho, a principios de la semana pasada.

- Marina, ¿me estás diciendo que lo conociste a principios de semana, de esa manera tan de película, y que te faltó tiempo para quedar con él? Yo flipo contigo.

- ¡Ay Luisi! No me seas antigua. Me pidió mi número, se lo di, empezamos a hablar y me pareció buen chaval, pues tenía que comprobarlo en persona. Sino luego me pasa lo que me pasó con el “muermo”, que me tiro hablando con él tiempo y a la hora de la verdad…Nada.

- ¡Oye que yo soy muy moderna! Me parece genial, ¡eh! No te vayas a creer… solo me había parecido…extraño, nada más. 

- Pues yo me lo pase muy bien ayer con él. Es muy divertido. Y antes de que digas nada, no, no pasó nada. Salimos de aquí y cada mochuelo a su olivo. Eso sí, hemos seguido hablando. –le salió una sonrisita.

- Y una cosa… ¿A qué se dedica? –tenía que atar cabos.

- Pues no te lo vas a creer, pero es actor.

- Madre mía… –me puse las manos en la cara.

- ¿Qué pasa? –dijo Marina asustada.

- ¡Qué es él!

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora