Capítulo 43

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Durante todo el miércoles no recibí noticias de Amelia. Yo no bajé al bar ya que fui a la academia y dediqué el día a estudiar. Le pregunté a mi abuelo si había ido a desayunar pero me dijo que no, que no la había visto ni por la plaza. Supuse que estaría hasta arriba de trabajo con el teatro, porque pasar de dos funciones semanales a cuatro, tiene que tener su preparación y además, tiene que ser cansado.

Estando en la cama, decidí coger el móvil y preguntarle por su día. Total, eso lo hacían las amigas.

Yo
Holaa Amelia!
Qué tal te ha ido el día?

Amelia
Hola Luisita
Pues muy cansado, esto de tener más ensayos me está matando.
Y mañana la primera función de la semana, espero que salga bien 🙈

Yo
Normal, si yo por estar todo el día estudiando estoy cansada, no me quiero imaginar cómo estás tú.

Amelia
Ahora mismo en la cama, que he llegado, me he duchado y la cama me ha atrapado

Yo
Has cenado?

Amelia
Ups! 🙊

Yo
AMELIAAA!!!!

Amelia
LUISITA!!

Yo
No hagas la tonta!
Levántate y cena algo

Amelia
Uf, es que estoy tan calentita aquí entre las sábanas, que me da pereza

Yo
Amelia… 😡😡

Amelia
Luisita, mañana desayuno fuerte y ya está
Es que estoy reventada y se me están cerrando los ojos

Yo
No te entretengo más y confiaré en que el desayuno de mañana sea bueno

Amelia
Yo también confío en eso
Buenas noches😴

Yo
Buenas noches☺

Tras despedirme de Amelia, revisé que todas las alarmas estuvieran activadas y dejé el móvil en la mesita. Tras un par de vueltas en la cama, se me ocurrió una idea que podría llevarla a cabo mañana, pero necesitaba la ayuda de Marina. Por las horas que eran, o estaría con Mateo o durmiendo, así que preferí esperar a que fuese de día y avisarla.

Me costó despertarme más que de costumbre, pero el deber y la responsabilidad hicieron que saliese de la cama para bajar al bar con mi padre. Mi abuelo hoy se dedicaría a ir al mercado a comprar junto con mi madre, ya que al haber puente, seguramente habría más afluencia de personas por el bar.

Antes de las ocho de la mañana, entró Amelia al bar muy apresurada.

—¡Buenos días!

—Buenos días, Amelia.

—Luisita, te importaría prepararme un café y una tostada para llevar por favor.

—¡Uy! ¿No desayunas aquí?

—No, han adelantado el ensayo y no me da tiempo.

—¡Hola, Amelia! —dijo mi padre sonriente.

—Buenos días, Marcelino.

—¿Te sientas a desayunar?

—No, no, se lo acabo de decir a Luisita, que tengo mucha prisa y si me lo preparaba para llevar.

—No te preocupes, te lo preparo yo en un periquete, así mientras hablas un rato con mi Luisi.

—Gracias, Marcelino.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora