Capítulo 61

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Comencé a notar unas cosquillas por la cara, pero como aún tenía un poco de sueño, las obvié pensando que sería mi propio pelo, para intentar seguir durmiendo. Sin embargo, continuaron. Abrí los ojos y la vi, tan preciosa como siempre, sonriendo mientras con su dedo índice recorría cada centímetro de mi rostro.

-Buenos días, amor -susurró Amelia.

-Buenos días -respondí con voz adormilada.

-¿Qué tal has dormido?

-La verdad es que muy bien, y es raro porque soy muy de mi cama -respondí acercándome a ella para abrazarla.

-Entonces es buena señal, significa que puede ser tu segunda cama.

-Sí -afirmé mientras me acurrucaba entre sus brazos.

Nos quedamos así un rato, hasta que comenzaron unos primeros besos lentos, que dieron lugar a que comenzáramos el día como habíamos acabado la anoche, entregándonos al placer.

-Deberíamos levantarnos ya, ¿no? -musitó Amelia entre besos.

-Si sigues besándome así, yo creo que no me muevo nunca de aquí -respondí entre su labios.

-Por mí nos podemos quedar aquí toda la mañana hasta la hora de irme al teatro. ¿Tú no tienes que trabajar?

-No tengo ni idea -reí. -Desde anoche que salí de casa metí el móvil en el abrigo y no he vuelto a mirarlo.

-Pues como estén tu padre o tu abuelo esperándote en el bar para los desayunos, se van a cabrear -comentó mirándome con cara de preocupación.

-No creo, mi padre sabía que iba a cenar contigo y seguro que esta mañana antes de irse se ha asomado por mi habitación, y al no verme, habrá supuesto que he pasado la noche en tu casa -añadí dándole pequeños besos por el cuello.

-¡Uf! Me voy a morir de vergüenza cuando me lo encuentre por la plaza. -Se cubrió la cara con las manos.

-¡Oye, no! -Le destapé la cara-. ¿Vergüenza de qué? ¡Si ya los conoces!

-Por eso mismo, cariño, los conozco y ahora me da más cosa. Porque antes era solo Amelia, pero ahora soy la novia de su hija o de su nieta.

-¡Qué bien suena! -exclamé y le di un beso. -No te tienes que preocupar de nada, amor, ya verás cómo no notas nada. ¿Desayunamos?

-Sí, que tenemos que reponer lo que hemos quemado -afirmó sonriendo y elevando una ceja.

Aunque nos costó un poco más de tiempo levantarnos, al final lo conseguimos. Amelia me dejó un chándal y fuimos a preparar entre las dos el desayuno.

Nos lo comimos mientras hablábamos de lo que nos iba a deparar el día. Ella retomaba las actuaciones este fin de semana y yo volvía a mis estudios, porque quedaban muy pocos meses para el examen.

-Creo que voy a ir a casa, ya va siendo hora de volver -dije levantándome de la mesa para recoger.

-Mira el móvil a ver si te han dicho algo, si no, quédate aquí un ratito más -suplicó haciendo un puchero.

-Amelia, no me pongas esa cara porque sabes que al final me quedo -contesté mientras cogía los platos.

-Es lo que quiero, cariño, que te quedes aquí un ratito más. Por lo menos hasta que me vaya al teatro, tengo que estar a las cinco allí -me comentó.

Me quedé mirándola, y a quién quería engañar, si me moría por pasar todo el tiempo del mundo con ella.

-Bueno, voy a llamar a mis padres y a mi hermana, a ver si tengo que ir al Asturiano o al King's, y si me dicen que no, me quedo, ¿te parece bien?

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora