Capítulo 27

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—Luisi…

—Mmmm.

—Luisi, despierta, porfis.

—¿Qué hora es?

—No sé, pero ¿estás despierta ya? No quiero que venga mamá y me riña por despertarte.

—Cata… ¿qué quieres? —dije aún con los ojos cerrados y voz de dormida.

—Jugar contigo.

—Cata que estoy muy cansada, anoche me acosté muy tarde. ¿Y Ciriaco? ¿Por qué no juegas con él?

—Es que se ha ido con papá al fútbol, y como tú no ibas a mi no me apetecía ir. A mí me gusta ir contigo, me lo paso mejor.

Me senté en la cama aún con sueño y miré la hora en mi móvil. A mi padre le encantaba que fuéramos con él a ver el fútbol al estadio, desde pequeños nos ha llevado. Para él era un orgullo compartir su momento preferido de la semana con sus personas favoritas. Ir primero al Calderón y después al Wanda, era nuestro momento padre e hijos. A mí me gustaba el fútbol, me entretenía viéndolo, no era tan forofa como mi padre, que vive enamorado del Atlético de Madrid, pero me gustaba. La que sí que es forofa es Marina, pero a mi padre no le hacía mucha gracia que fuera del Madrid. Siempre que hay un derbi, lo vemos juntos y siempre hay piques entre ellos. Piques sanos, claro.

—¿A qué quieres jugar?

—No sé, Luisi, es que estoy muy aburrida. Pero no le digas a mamá que te he despertado yo, que no me dejaba entrar a tu habitación, y si se entera me va a reñir.

Cata era mi debilidad, no podía decirle que no, ni con todo el sueño del mundo.

—Hacemos una cosa, me pego una ducha, como algo y… ¿nos bajamos a la plaza o nos damos una vuelta?

—¡Sí! ¡Eres la mejor Luisi! —Saltó sobre mí para darme un abrazo.

Así hice, me di una ducha rápida, comí algo ligero y bajamos a la calle.

—Oye peque, un día vamos a ir a ver el Atlético de Madrid Femenino. Voy a mirar el calendario y cuando juegue contra el Barcelona, vamos, ¿vale?

—¿Y por qué contra el Barcelona?

—Pues porque siempre se están jugando el título de liga entre ellas, y el partido tiene que ser súper chulo.

—¡Toma! —dijo dándome la mano y pegando pequeños saltitos.

Nos dimos una vuelta por el barrio y al final acabamos en el mismo parque al que habíamos ido ayer. Cata me miró con ojitos de gato con botas como pidiéndome permiso para ir a jugar al parque, a lo que yo accedí. Con todo el trajín no me había dado tiempo ni a ponerle los datos al móvil, así que sentada en un banco donde podía controlar a Cata, lo hice. Empezaron a llegarme mensajes, de mi hermana María avisándome de que había llegado a casa anoche, de Marina dándome los buenos días y disculpándose por no avisarme, y había uno que me hizo especial ilusión.

Amelia
Buenos días Luisita ☺
Anoche fue tocar la cama y quedarme dormida.
Espero que hayas podido descansar

Al leerlo sonreí. ¿Se había acordado de mí al despertarse? Puede ser, o posiblemente como anoche hablamos, pues quería ser maja. Bueno, para qué darle más vueltas, lo importante era que me había escrito.

Yo
Buenas tardes 🙂
Sí, he podido descansar hasta que me han dejado.
Cata ha pensado que ya había dormido bastante y me ha despertado.

Miré el mensaje varias veces y le di a enviar. Pensé en preguntarle cómo estaba, pero tampoco era plan de enviarle un mensaje más largo de lo normal. No voy a agobiarla. Guardé el móvil y me puse a mirar a Cata Qué feliz se la veía en los columpios, ojalá se quedase así para siempre. Cata me vio como la miraba y me llamó.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora