Capítulo 21

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Maldito el momento que le dije a María de trabajar el viernes para poder ir a la cena de Marina. Tengo el cuerpo molido, y aunque he descansado, no creo que esta noche aguante mucho.

Ayer parecía que todo el mundo se había puesto de acuerdo para ir al King’s. No recordaba un día con tanta aglomeración. Se nos gastaron varias cajas de bebidas, espero que María haya podido conseguir para esta noche, porque ya que salgo, por lo menos que me pueda beber alguna copa.

Aunque la noche fue movida, el día estuvo muy tranquilo. Por el Asturiano, la cosa estuvo bien, lo normal para ser viernes. Eso sí, no vi ni a Amelia ni a Nuria. Esta última seguramente tuviera una buena resaca, porque eso de beber whisky, tiene que poner muy mal cuerpo.

Por mi parte, le escribí a Marina aceptando la invitación. Ella me dijo que no le hacía falta mi confirmación, ya que sabía que yo iba a ir sí o sí. Me dijo que primero cenaríamos en un restaurante que había elegido Lourdes y después iríamos al King’s. Ya no quise preguntar más. Por un lado me moría de ganas de saber quién acudiría finalmente a la cena, pero por otro, veía mejor que fuera una sorpresa. Conociéndome, si sabía que Nuria al final había conseguido su propósito de hablar con Amelia, y haber vuelto, creo que no hubiera tenido fuerzas de soportar esa cena, ni por Marina ni por nadie. No me gustan las personas como Nuria. Primero juegas con los sentimientos de una persona con la que has estado cuatro años, y después te arrepientes. Creo que el arrepentimiento llega tarde, porque si realmente te hubieras arrepentido, hubieras hablado con Amelia como había escuchado esa noche en el baño del King’s. Aunque después de todo, dudo mucho que esta persona quisiera hablar con Amelia para dejarla. En el fondo, creo que estaba jugando tanto con Sofía como con Amelia.

Habíamos quedado a las 9 en la puerta del restaurante. Marina me había preguntado si me importaba vernos directamente allí con todos. Creo que había quedado con Mateo, sino seguramente hubiéramos ido juntas. En el fondo la entendía, querrían pasar un rato a solas con Mateo, antes de enfrentarse a su hermana y sus amigas.

Iba en el uber de camino al restaurante un poco nerviosa. Me había costado elegir qué ponerme, no sabía cómo iba a ser la cena, si había que ir muy arreglada o no. Al final me decanté por unos vaqueros, top blanco y americana negra. Para mí lo más importante una noche de fiesta es la comodidad. Pero el nerviosismo aumentó cuando llegamos al restaurante, bajé del coche y la vi. Ahí estaba Amelia, guapísima, con un vestido negro ceñido y una chaqueta de cuero.

- ¡Hola Luisita! –levantó el brazo.

Se pensaría que no la había visto porque me había quedado parada nada más bajar del coche, pero lo que realmente me pasaba es que mi cuerpo no respondía.

- ¡Hola Amelia! –me acerqué a ella y me dio dos besos. ¡Cómo podía oler tan bien!

- Somos las primeras, por lo que veo.

- Pues es raro que Marina no esté aquí, ella es muy puntual. –miré el reloj.

- Mira por ahí vienen. –me hizo un gesto.

Justó lo que había pensado, Marina y Mateo venían juntos, pero lo que me sorprendió es que también iba Lourdes.

- Perdón por llegar tarde, ha sido culpa mía. –dijo Lourdes.

- ¿Has estado sonsacándole cosas a la chica? –dijo Amelia.

- ¡Qué va! Solo quería conocer más a Marina.

Nos saludamos y entramos al restaurante. Marina me dio un abrazo y nos quedamos un poco más atrás.

- ¿Es muy dura tu cuñada? –dije riéndome.

- ¿Mi cuñada? No tienes tú pajaritos en la cabeza…

- Hombre, ¡ya me dirás! Quedáis antes los dos, llegáis tarde por estar hablando con Lourdes…, para mí esto ya se parece a una relación. –le guiñé el ojo.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora