Capítulo 31

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¿Llevaba todo el día nerviosa? Sí. ¿Qué era una tontería? También. No era la primera vez que veía a Amelia en el King’s de fiesta. Además, yo tenía que trabajar y tampoco creo que fuera a tener conversaciones muy largas ni profundas con ella. Pero estaba nerviosa.

Mi hermana  me propuso cenar con ella al King’s y me pareció buena idea, ya que en mi casa estaba que me subía por las paredes de lo nerviosa que estaba. Lo que no se me ocurrió era que María me conocía a la perfección, y mi inquietud no pasó desapercibida. Me preguntó varias veces el porqué de mi nerviosismo, pero salí de su interrogatorio gracias en parte a Ignacio y a Gonzalo que se pusieron a hablar de otros temas.

El King’s se iba llenando poco a poco, pero ni rastro de Amelia ni de Mateo. Marina me comentó que quería venir antes si conseguía convencer a Cristina. Pero si esta no querría, vendría sola y aquí se encontraría con Mateo.

Yo veía pasar el tiempo, y ni rastro de Marina. Me entraron ganas de ir a por el móvil y ver si me había escrito. Quizás haya salido un imprevisto y no puedan venir, o yo que sé, pero como el aumento de gente ya era considerable, no podía salir de la barra.

Mientras preparaba un par de copas la vi. Bajaba por las escaleras del King’s  acompañada de más gente, que no reconocí, pero a ella sí. A ella la reconocería entre un millón de personas. Estaba muy guapa, no llevaba sus rizos característicos sino iba con el pelo liso con unas ondas que le caían por las puntas. Estaba espectacular. Creo que si me gustaba con el pelo rizado, así me encantaba. Me quedé tan embobada que los clientes a los que estaba atendiendo me tuvieron que llamar la atención. En su vaso solamente había ginebra. Intenté arreglar las copas antes de que mi hermana María me viese, me disculpé con ellos y los invité por las molestias. Volví a alzar la vista y vi como Mateo y Marina se acercaban a la barra.

—¡Hola Luisi! ¡Qué ambientazo! —dijo Marina.

—Sí, la verdad que se está animando por momentos. Hola, Mateo —saludé al chico. —Enhorabuena por el estreno, ¿qué tal ha ido hoy?

—Muchas gracias, Luisita. Hoy genial, como ayer. La verdad que no me esperaba este recibimiento, aún estoy como en una nube.

—Lo que os merecéis —dijo Marina dándole un beso en la mejilla.

—Bueno, ¿qué os pongo?

—Pues veníamos a ver si tu hermana nos hace algún pack o algo, en plan botella más refrescos, porque somos un montón —dijo Mateo un poco vergonzoso.

—¡Claro! —Levanté la mano a ver si mi hermana me veía y le hice un gesto para que se acercase—. Seguro que algo os apaña, voy a seguir atendiendo.

Marina me guiñó el ojo y me hizo un gesto para el lugar donde estaban todos los del teatro, incluida Amelia. Miré y seguía pensando lo mismo, como podía estar tan extremadamente guapa, si acababa de salir de una función, de unas ¿dos horas?, no sé exactamente, pero estaba guapísima. La idea de que mi hermana les vendiera la botella, no me hacía especialmente gracia, ya que mi oportunidad de hablar con Amelia se había reducido, porque no tendría que acercarse para nada a la barra y con ello, mis esperanzas se habían roto.

María me indicó que preparase unos cuantos refrescos, vasos y cubitos de hielo, que ella iba a coger las botellas del almacén, y Gonzalo se lo llevaría todo a las mesas que habían cogido los del teatro.

—Perdona, me puedes poner una cerveza.

—Claro, un segundo. Toma.

—Disculpa, solo llevo un día en la ciudad, y apenas me ha dado tiempo a conocerla. ¿Te gustaría enseñármela? —preguntó el chico con una gran sonrisa.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora