Capítulo 5

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- ¡Jefa! Perdón por interrumpir, pero tenemos todas las mesas llenas. –dijo Gonzalo.

- ¿Qué le pasa a la gente? Si es jueves, y no han acabado exámenes, ni me han informado de ninguna fiesta universitaria. –dijo mi hermana levantándose.

- No tengo ni idea jefa, pero yo solo no doy abasto. –dijo el chico.

- Claro, claro, Gonzalo, salgo ya. –dijo mientras se terminaba de poner los zapatos–. ¿Luisi podéis recoger todo esto, por favor?

- Claro María, ahora recogemos y salimos.

- Y si necesitas ayuda, aquí estamos –dijo Marina.

- Marina cariño, no te preocupes. Si veo que no puedo, mi hermana me ayuda. A ti no te voy a hacer trabajar, no tenemos tanta confianza. –le guiñó un ojo y salió del despacho.

Marina y yo recogimos el despacho. Lo dejamos todo como estaba antes de nuestra cena improvisada, y salimos para fuera para ver el ambiente que había.

- Pues sí que se ha llenado en un momento esto…–dijo Marina.

- La verdad que sí, parece que mañana la gente no trabaja. Por cierto, ¿tú a qué hora entras mañana?

- Luisi, mañana no trabajo. –dijo riéndose.

- ¿Cómo que no trabajas? –la mire extrañada.

- ¡Cómo que no trabajo! –empezó a reírse–. ¿Te crees que si trabajase, te hubiera aceptado unas cervezas en el pub de tu hermana, con todo lo que ello supone? Vamos… ni loca.

- ¿Con todo lo que ello supone? –dije un tanto sorprendida.

- Luisi, que nos conocemos. Empezamos con un par de cervezas, y acabamos de chupitos hasta que nos cierran el pub. Y a veces, hasta cerrado, seguimos bebiendo. –alzó las cejas y sonrió.

- Eso era antes Marina. Ahora soy una persona responsable, trabajadora, tiene que estudiar... Por lo tanto, ya no me puedo permitir eso de beberme hasta el agua de los floreros como hacía antes. Además, ya estoy mayor…

- Venga que sí, voy a por unas cervezas, ¿o prefieres un gin tonic?

La miré con cara de pocos amigos y observé el reloj. Eran las doce menos cuarto. ¿Desde cuando pasan tan rápido las horas? Es sorprendente lo veloz que pasa el tiempo cuando estás a gusto, pasándolo bien, y lo lento que se me pasa  el tiempo cuando estoy estudiando, que las horas parecen días. O cuando no hay ni un alma en el Asturiano, y da la sensación que se ha parado el tiempo a mi alrededor. Vamos, todo lo contrario a lo que estaba pasando ahora. Tenía muchas ganas de seguir con Marina pero, por otro lado, mañana tenía que levantarme temprano.

- Marina… es muy tarde, yo debería irme. Mañana tengo que bajar a ayudar a mi abuelo – dije con voz de pena.

- Espera un momento. –se fue hacia la barra y se puso a hablar con mi hermana. Esta al segundo, me hizo señales para que me acercase.

- ¿Qué pasa María?

- Luisi, no seas tonta, quédate. Si le envías un mensaje a mamá o a papá, no te van a decir nada. Además, estás al lado de casa y conmigo. Si quieres hasta se lo envío yo y listo. Mira sí, se lo envío –no me dio tiempo a contestarle y ya estaba enviándole el mensaje a nuestros padres –. ¡Listo! Les he dicho que hay mucha gente y te quedas a ayudarme. Mañana que baje alguno de ellos a echarle una mano al abuelo con los desayunos. –nos guiñó el ojo.

- ¡Eres la mejor María! –dijo Marina.

- Al final me vas a tener que poner un digestivo de esos que me gustan, ya que si no tengo que ayudar al abuelo, pues…–miré a mi amiga y se rió.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora