CAPÍTULO 08

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(En multimedia el vestido y peinado de nuestra diosa griega rubia)

ABRIENDO LA CAJA DE PANDORA.

Pandora

La alarma del móvil comienza a sonar en la lejanía, indicando un nuevo día. Estiro el brazo, apagando el molesto ruido y me vuelvo a girar en la cama, tapando mi cara con la almohada, dispuesta a dormir un rato más.

Anoche llegué agotada del casino debido a los efectos del somnífero disuelto que usé para dormir al empresario, pues al mezclarlo con el labial, parte de la droga sí fue absorbida por mi cuerpo e hizo que cayera rendida al llegar a casa y que ahora me levante con un fuerte dolor de cabeza. Casi estoy por volverme a quedar dormida cuando noto que alguien entra de forma ruidosa a mi habitación y corre las cortinas, cegándome con toda la luz natural que entra por la cristalera.

—¡Muy buenos días! —los gritos de Luka me martillean los oídos—. Arriba, P, hoy va a ser un gran día —se acuesta a mi lado y comienza a zarandearme para que despierte.

—Vete a la mierda —le saco el dedo medio y me vuelvo a girar en la cama, evitando que la luz incida en mis ojos.

—Uy, hoy la princesita se ha levantado de mal humor —me quita la almohada de la cabeza y me obliga a incorporarme.

Me zafo de su agarre y le pongo mala cara.

—Por Zeus, ¿cuántos unicornios y arcoíris te has tomado para desayunar y tener ese humor? —sobo mis ojos, acostumbrándome a la luz y después estiro mi cuerpo, teniendo la mirada de Luka fija en la mía, sonriendo como el gato Cheshire de Alicia—. ¿Qué quieres? —respondo seca.

—Ayer vine a verte después de que llegaras del casino con Marco y vi este mensaje —coge mi móvil y me muestra la contestación del mensaje que le mandé a Dante—, y obvio que tenía que molestar a mi mejor amiga con el tema, ya sabes, el cotilleo es mi vida —mueve las cejas hacia arriba y hacia abajo frenéticamente.

Ruedo los ojos y resoplo, negando con la cabeza. Este chico no tiene remedio.

—Llevo mandándole mensajes desde la vez del club, provocándole, dejándole con las ganas y a la vez saciando las ganas que tengo de tirármelo antes de que la cordura me diga que no lo haga por estar casado —respondo mientras me levanto de la cama y camino hacia el baño—. ¿Puedes sacar del vestidor el vestido negro de escote cuadrado y con una v en el centro, ese que lleva un pequeño cinturón de charol, y unos tacones a juego, por favor? —le pido entrando a la ducha, dejando el agua correr por mi cuerpo.

Recordar el mensaje que me mando ayer me vuelve a poner a mil por hora, haciendo que lleve mis manos a mis pezones erectos y los pellizque, soltando un jadeo cuando me tengo que pegar a la pared para seguir manoseándome los pechos mientras siento como mi entrepierna se va humedeciendo poco a poco.

"Le dejo que haga su tarea y prepare su cuerpo y mente para nuestro próximo encuentro, pues debo recordarle que me cobraré todas las veces que me ha dejado con las ganas."

Joder y mil veces joder. Cada palabra suya son cien orgasmos mentales y nuevas fantasías sexuales que añadir a la lista.

Pierdo la noción del tiempo cuando una de mis manos baja poco a poco por mi abdomen, pasando por mi monte de Venus hasta llegar a mi sexo, el cual acaricio con vehemencia, mientras la otra mano sigue en mis pechos, aumentando las sensaciones que me provoco cuando pellizco un pezón al mismo tiempo que me introduzco dos dedos en mi canal, creando un ritmo frenético que me hace gemir, gruñir y jadear del placer que me concedo, pensando en las palabras subliminales del poeta.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora