CAPÍTULO 16

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MI REINA.

Claus

Llevo observándola las últimas semanas desde las sombras, apreciando su belleza evolucionada desde la última vez que la vi, hace tres años. Eris Leone está más hermosa que nunca, la edad le ha sentado muy bien a su rostro y cuerpo angelical. Se ha teñido el pelo de rubio, viéndose como lo que es, una reina.

Mi reina.

Me enerva verla desde la distancia estresada, sin tiempo para descansar y para divertirse como ella y yo sabemos hacerlo, pero sé que lo que hace es para ganarse la confianza y respeto de la gente que la rodea, para después dar el golpe maestro, sembrando el caos por donde pisa y reinando en las sombras a mi lado, como reyes de la oscuridad.

Su plan es simplemente perfecto: infiltrase en la institución militar más entrenada que existe bajo un nombre falso, obtener la mayor información posible que pueda sernos útil en el futuro y ganar poder e inmunidad, haciéndola invencible. Un plan sublime procedente de una mente maestra.

Lo único que no apruebo de ese plan es que tenga que relacionarse con ese Capitán griego. No quiero que nadie toque lo que es mío, y mucho menos si es mi mujer, mi reina y la madre de los futuros hijos que tendremos. Tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no sacarlo de la ecuación, porque lo necesitamos, o más bien, necesito que caiga en los encantos de mi reina, para usurpar su poder, y con él, hacer caer a la SOMFE, mi eterno rival.

Reflexiono todo eso mientras degusto una deliciosa copa de vino gran reserva en mi plaza favorita de Roma, la Piazza Navona, adornada con la fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, uno de mis artistas italianos favoritos.

—No logro comprender por qué de entre todos los sitios de la ciudad, tenemos que venir específicamente a esta terraza a por un vino cualquiera —mi acompañante hace una mueca después de dar un sorbo a su copa.

Eris sí lo comprendería.

—La razón por la que venimos exclusivamente a esta terraza, bella Abigail, es porque es uno de mis lugares favoritos, esta cerca de nuestro próximo destino, y la bodega de este lugar es donde uno de mis enemigos esconde los ejemplares del vino que me robó hace unos meses —ajusto los guantes de cuero de mis manos—. Mientras que nosotros disfrutamos de una cálida tarde de octubre romano, mis hombres recuperan lo que me pertenece y dejan una deliciosa advertencia a su dueño —instalo una sonrisa maquiavélica en mi rostro antes de tomar la copa y beber de su contenido.

Cuando digo deliciosa advertencia, me refiero a dejar un cadáver en la bodega, alterando la conservación del vino, o cambiar el contenido de alguna de esas botellas por sangre fresca. Lo dejo a elección de mis hombres.

Mis palabras hacen rodar los ojos de Abigail, mi aliada en mi objetivo y el medio para un fin mayor.

Aprovecho que se pone a observar a la multitud y la detallo. Es muy parecida a mi reina, ojos claros, pelo dorado y cuerpo esbelto, pero ella es más morena, su piel no tiene un sendero de lunares ni sus labios son tan carnosos. Aún así es bella, que pena que esa belleza no dure para siempre y que su alma sea absorbida por mis planes perversos en un futuro no muy lejano.

Observo la hora en el reloj de mi muñeca y empiezo a impacientarme, mis hombres están tardando más de lo esperado y llegaremos tarde a la cita.

Llamo a uno de ellos, y tras dos pitidos, una voz me responde al otro lado de la línea.

—¿Por qué no estáis ya aquí con aquello por lo que os he enviado?

Lo sentimos jefe, hemos tenido un pequeño contratiempo. Uno de los nuestros ha sido herido de bala en el proceso y estamos esperando a controlar la hemorragia antes de subir —explica.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora