CAPÍTULO 28

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COLAPSO.

Dante

Odio la parte de papeleo, tanto el de la central como el del banco. Odio perder un tiempo muy valioso de mi vida en firmar y revisar toneladas de documentos, pero, por mucho que me queje, necesitaba hacerlo, porque de lo contrario, habría agotado la reserva de munición de la sala de tiro.

A todo el equipo le esta afectando el caso Claus, aunque los más afectados somos Marco, Pandora y yo. Bueno, el realidad la más afectada es Pandora, pues ella tiene una fuerte carga que arrastra del pasado y revive cada vez que lo investigamos, según me ha dicho Diana.

Como digo, este caso saca lo peor de nosotros, y en mi caso, es ira. La impotencia por no poder evitar muertes y no encontrar salida a las pistas que no llevan a ningún sitio es muy frustrante, más si le sumas el odio que experimento hacia ese cabrón hijo de puta.

A espaldas de Pandora y con la ayuda de Bastian y Marco, lo investigué a él, a su pasado y todo lo que compartió con la diosa en aquel asqueroso lugar; y todo lo que encontraba hacía que me hirviese la sangre y tuviera ganas de matarlo a golpes.

La hirió y la marco tanto física como mentalmente de por vida, y eso no se lo perdonaré nunca.

Tiro de mala gana la pluma sobre el escritorio y me reclino sobre el respaldo de la silla, acariciando mis sienes con los ojos cerrados por haber terminado por revisar todo el papeleo del demonio.

Desato mi corbata y me remango las mangas de la camisa mientras lo recojo todo para salir de allí e ir junto con Lorenzo y comentar el operativo que tenemos mañana.

Hace tiempo, cuando estaba destinado en Oriente, ocurrió un asalto de varias de nuestras sedes, llevándose material de I+D muy valioso y algunas armas experimentales. En aquel momento, las dimos por perdidas, pues los dispositivos de rastreo no daban señal, hasta hace unos días. De la nada, se activan esos rastreadores a las afueras de la ciudad, en una zona abandonada que en la Segunda Guerra Mundial era utilizada como campos de concentración y almacén de munición italiana.

Puede que sea una trampa, puede que no la quieran jugar, pero yo quiero recuperar lo que es mío, y si no vamos y no peinamos la zona, nunca sabremos la razón por esta repentina reactivación.

Mi instinto que eso es solo una forma de llamar nuestra atención y que detrás de eso hay mucho más. No sabría decir qué, puede ser cualquier cosa.

A medio camino, mi móvil comienza a vibrar en el bolsillo del pantalón. En la pantalla aparece el nombre de la diosa y una foto de ella durmiendo en Cinque Terre. Frunzo el ceño, ella no suele llamarme, por lo que, en cierto modo, mi cuerpo se puso en sobre aviso y activo todos los sistemas de alerta.

—¿Pandora? ¿Por qué me llamas? —digo al responder la llamada.

Al otro lado no se escucha nada. Hay un silencio sepulcral. A los segundos esperando una respuesta se oye la respiración muy entrecortada y forzada de alguien y, tras eso, un grito desgarrador que reconozco inmediatamente como la voz de ella.

—¡¿Pandora que está pasando?! —grito con la esperanza que de que escuche y voz y reaccione.

—A...yu...da... —suplica con dificultad antes de que la llamada se volviera en un absoluto silencio.

Corro en busca de Lorenzo, ahora con más urgencia que antes. Lo encuentro casi saliendo por la puerta de la central, también con teléfono en mano. Cruzamos miradas y podría jurar que sabía lo que me iba a decir.

—Pandora me acaba de llamar pidiendo ayuda. No podía respirar. Creo que esta teniendo un episodio de asfixia.

—Lo sé. Cayetana me acaba de llamar de que se ha desplomado en el suelo y no respira. Ve a por ella, yo avisaré a Diana y a Zia para que se preparen en urgencias.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora