CAPÍTULO 53

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HECHOS.

Dante

Sabía que no se iba a estar quieta. Joder. En el fondo sabía que esto iba a pasar, por eso le exigí que no hiciera una locura... Pero la conozco más de lo que aparento y sabía que iba a hacer lo que hiciera falta para salvar a su hermana, aunque nunca le vaya a agradecer el acto de valentía.

Es muy difícil domar a un alma que siempre ha sido salvaje, fiel y leal. Y lo que más me jode es que no puedo reprochárselo, porque yo habría hecho lo mismo si le hubiera pasado algo a mi hermana.

Debajo de esta apariencia ruda y egoísta también se esconden sentimientos protectores hacia la familia y lo que es mío, aunque le haya fallado a Pandora.

Tras la impotencia de ver como el helicóptero ascendía sin yo poder hacer nada para evitarlo, viendo como ella se desplomaba inconsciente, me llevé a su familia a la central para tomarle declaración. También avisé al equipo médico para que exploren a Carina.

—¿Qué hacemos aquí? —la voz impertinente de su madre me martillea la cabeza.

—Vuestra hija, la que acaba de dar su vida de forma altruista para salvar a su hermana, es Capitán del Servicio de Inteligencia Militar italiano, pero eso vosotros no lo sabíais porque nunca os preocupasteis por ella. Estáis aquí para tomar declaración, porque esto que ha sucedido pasa a ser una investigación en curso de mi equipo.

Bajo del coche antes de que me asalten con preguntas que me niego a responder. Que lo haga Lorenzo porque yo ya estoy echando humo por la cabeza y eso que es solo el inicio de esta puta tormenta.

Me suelto los primeros botones de la camisa por la sensación de ahogo en mi garganta. Me siento engarrotado por toda la rabia que fluye dentro de mí.

—Diana —entro al ala médica de la central. He llamado a Zia y Diana para que revisen a Carina—. Pandora cree que su hermana tiene depresión posparto. Creo que te conviene saberlo para su evaluación.

—Gracias por comunicarlo —me da una sonrisa de agradecimiento—. ¿Estás bien?

—Lo estaré cuando la traiga de vuelta —suelto antes de irme de allí para ir a la sala de control.

Antes de llegar allí, reúno al equipo en una habitación, cerrando la puerta con pestillo para que no nos interrumpan. Les cuento la situación por encima y del plan que tengo armado en la cabeza. Cuando comprenden la gravedad de la situación y las directrices a seguir, salimos de allí para empezar a ejecutar órdenes.

Para colmo, Lía sigue aquí, no se ha ido después de las pruebas de los soldados. Pero mira, ahora mismo me viene bien que no haya huido, porque en lo más profundo de mi oscura alma sé que la responsable de esto es ella.

—Tú... —la cojo del cuello y la acorralo contra la pared del pasillo—. Sea lo que sea a lo que estés jugando, te estás metiendo con las personas equivocadas y lo vas a pagar muy caro.

La suelto cuando escucho la sirena de una llamada entrante sospechosa en la sala de control. Entro en ella con Lía pisándome los talones. Todas las pantallas llenas de datos se vuelven negras para después aparecer en todas ellas la cara de alguien desconocido para nosotros.

Oh, estáis todos reunidos. Perfecto, así será más fácil.

—¿Quién cojones eres? —no tengo paciencia para esto.

Cuidado por cómo te diriges a mí... Soy muy sensible y si me haces daño, puede que yo también se lo haga a tu chica...

No. De ninguna manera le vas a poner un dedo encima a mi Diosa. Por encima de mi puto cadáver.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora