CAPÍTULO 52

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FAMILIA.

Pandora

La luz del sol empezaba a colarse por las ventanas del despacho, haciéndome consciente de que había pasado otra noche en vela con el caso de Claus y el Proyecto Caos. Otra noche con la ansiedad y el desgaste mental a flor de piel, porque por más que miro todos las fotos, informes, pistas, teorías..., solo puedo pensar en el impacto que tendrán las consecuencias de las decisiones que tome en la vida de la gente que me importa y sobre mi propia vida.

Yo ya estoy condenada, pero no quiero condenarlos a ellos conmigo.

Mis planes son arriesgados, las directrices impuestas son claras, el peligro es asumido por todos los que se han visto envueltos en todo este lío, pero el miedo sigue ahí.

Soy una persona directa, con una doble moralidad repartida en dos personalidades creadas a conciencia sin que suponga un trastorno mental. Una persona astuta, escurridiza, fría y calculadora, pero también soy pasional, romántica y vivaz, aunque pueda parecer contradictorio. Soy una mujer fuerte que nunca se ha dejado opacar por el miedo, salvo en esta ocasión.

Un miedo a fracasar, a condenar a gente inocente, a traicionar a los que me importan y a decepcionar a los que esperan que cumpla con la misión impuesta. Un miedo que se refleja en cada minuto que le dedico a investigar este asunto, porque sé que, de una forma u otra, voy a acabar perdiendo yo, perdiéndome a mí misma.

"El fin justifica los medios". Eso fue lo que me dijo el comandante cuando me asignó el caso. Y una mierda, lo que en realidad quería decir es "tú vida por la salvación de muchas otras".

Ahí es cuando te das cuenta de lo que vale tu propia existencia.

Lo peor de todo, es que he tenido la respuesta a muchas de las preguntas que rondaban en mi cabeza con las muertes de Claus delante de mis narices, pero no las quería admitir. No sabiendo lo que pasaría después de completar la estrella.

Ellos no están preparados. Necesitan ver cómo yo veo las cosas, analizar más allá de lo obvio, lo que me lleva a apuntar en un trozo de papel un recordatorio para buscar un rato libre en los horarios de la unidad para dar una clase sobre análisis y perfiles criminales. También para planear el golpe final que espero que ponga el punto final al caso de Claus.

También tengo que hablar con el grupo de La Academia para explicarles todo cuánto necesitan saber para llevar a cabo mi plan por el que se unieron a mi causa. Explicarles lo mismo que les conté a los gemelos Nikas y el meticulosa estrategia llevo tramando años.

Dos toques a la puerta me sacan de mis pensamientos cuando empiezo a ordenar el desastre de papeles que hay desperdigados por el suelo y la mesa.

—Adelante —susurro llevándome un mechón de pelo despeinado detrás de la oreja.

Val vestida con el uniforme del instituto se cuela en el caótico despacho.

—Vengo a hacerte una propuesta que puede que no te haga mucha gracia —paro lo que estoy haciendo para prestarle atención—. Es inminente que en poco tiempo de mudo a otro país donde no podrás estar siempre pendiente de mí, y sabiendo tu trabajo, lo que haces y lo que está en juego... Soy un blanco directo.

—No me gusta por dónde estás yendo...

—Déjame terminar, por favor —me callo para que ella pueda seguir—. Decía que soy un blanco, tu punto débil. Entonces, lo que yo venía a pedirte es que quiero que me entrenes, que me enseñes técnicas que me puedan ser útiles si algún día vinieran a por mí.

Duele que diga la realidad que no quiero admitir, pero también me enorgullece su fortaleza y la valentía de pedirme esto.

—Más o menos sé usar una pistola. Enséñame a usar el arco, a perfeccionar mi tiro con un arma y a saber defenderme por mí misma.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora