CAPÍTULO 43

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FURIA DE DIOSES.

Marco

¿Alguna vez has visto un Ángel vengador? Yo sí. Lo estoy viendo ahora mismo frente a mis ojos. Un ángel rubio, esbelto y de rostro angelical, pero lleno de ira y sed de venganza por la injusticia cometida.

Pandora es ese ángel vengativo que busca saciar sus instintos asesinos y maquiavélicos con la sucia rata callejera responsable de la muerte de nuestra amiga y compañera.

Nos hizo vernos vulnerables y nos recordó que no somos invencibles.

La muerte de Brina nos sorprendió a todos y nos golpeó sin anestesia. Aunque suene bastante hipócrita que lo diga yo, que me lucro con las adicciones de la gente al igual que la escoria a la que pretendemos matar, su muerte fue muy injusta. Le arrebataron la esperanza de una nueva vida y razón de vivir.

Abandonó este mundo con honores y haciendo aquello por lo que se alistó en el mundo militar. Salvó a Pandora de lo que podría haber sido una muerte segura. Dio la vida por ella sin pedir nada a cambio... Una causa noble pero injusta. Y ahora nosotros estamos equilibrando la balanza como solo nosotros sabemos hacer.

Pandora, Dante y yo hicimos una promesa... Y eso es justo lo que estamos haciendo. Cumplir nuestra promesa de vengar la muerte de Brina Sibari.

Llevamos dos semanas tras la pista de él. Yo lo he apodado rata callejera y aún así las ratas no se merecen tal insulto al llamarlo así. Él es tan predecible que incluso resulta aburrida la tarea.

Como dijo Pandora en la colina del cementerio antes de que el cielo se nublara de la nada y comenzara a llover, tiene un plan de tortura en el que experimentará la muerte en vida hasta el punto de suplicar por terminar con su vida, entonces nosotros disfrutaremos negándole esa necesidad.

Un plan macabro para las mentes corrompidas de una asesina entrenada, un traficante de élite y un militar vengativo.

Tal como predijo Pandora, no se fue muy lejos, ni siquiera salió del país, solo voló a la otra punta del territorio italiano. A Palermo, para ser precisos, y allí estableció una rutina sistemática como forma de gestionar el pánico y la angustia que carcome su cuerpo por saber que el poco dinero que le queda se le está acabando y que vamos tras de él.

La primera parte del plan era enloquecerlo. Hacerle pensar que oía voces en su cabeza. Para ello, lo seguíamos a todos sitios a los que iba, ya que sabíamos su rutina de memoria, y eran Pandora con alguno de nosotros dos los que nos cruzábamos en su camino simulando que hablamos por teléfono o, cuando le acompañaba Dante, eran una pareja más que conversaba mientras paseaban cerca de él, pues sus voces juntas son las únicas que recuerda de aquella noche, mientras yo me quedaba de espectador para comprobar como íbamos alimentando esa locura. Yo solo usaba mi voz cuando intentaba hablar con su círculo íntimo sobre su escasez monetaria.

Ver como su paranoia crecía cada día es la medicina que no sabía que necesitaba.

La siguiente fase era drogarlo, que es donde entraban en acción la sabiduría y conocimientos en venenos de Pandora. También se vio la paciencia de ella a la hora de administrarle las dosis de las sustancias, pues lo hacia de forma progresiva, añadiendo en cada dosis un nuevo veneno, confundiendo y volviendo locos a los médicos que le atendían en el hospital noche tras noche, pues no encontraban una causa clara que explicara el envenenamiento que estaba sufriendo. Porque si por ella hubiera sido, lo habría matado a la primera dosis.

Pero no. Es mucho más estimulante ver como se marchita día tras día sin tener respuestas.

Ahora, y como todos los días desde la última semana, esperamos a que nos sirvan el vino y la comida en el restaurante que frecuenta la rata callejera. Ayer nos llegó un nuevo juguete desde el departamento de investigación que queremos probar.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora