CAPÍTULO 11

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UNIDAD DE ÉLITE DE LA SOMFE.

Pandora 

Estoy exhausta, cansada, agotada, herida, sucia, sin fuerzas, pero debo ser fuerte y seguir, no pueden verme débil o esa será mi perdición.

Apoyo el brazo en el tronco de un árbol y doy varias bocanadas profundas que se tornan dolorosas por las heridas del costado. Varias lágrimas amenazan por brotar de mis ojos cansados, pero lo impido cerrando los ojos profundamente sólo unos segundos. Vuelvo a abrirlos y empiezo a correr con la poca voluntad que me queda.

Corro si mirar atrás, perdiéndome entre la maleza, las hojas secas y los troncos robustos del Bosque del Tormento, cargando a rastras mi arco y mis flechas impregnadas con la sangre de las bestias que habitan en esta tierra.

Escucho el crujir de ramas cerca de donde estoy, poniéndome en alerta y consiguiendo que mi respiración se paralice.

«¡Ahora!». Mi cuerpo responde de forma automática, cargando, apuntando y disparando una flecha directa a la cabeza de otra bestia, viendo como se desploma en el suelo mugriento. Avanzo hacia su cuerpo sin vida, me llevo toda la munición y amas que llevaba consigo y vuelvo a correr sin rumbo fijo, pero con un solo propósito: sobrevivir.

Enfoco mi huida en busca de algún río del que pueda beber y limpiarme toda la suciedad de mi cuerpo antes de que las heridas se infecten. Cojeo, la respiración me falla y los ojos se me cierran del cansancio, después de dos días a merced de la naturaleza y del miedo por otro ataque de las bestias que habitan aquí. Estoy desorientada, y confusa por un golpe en la cabeza, volviéndome más débil de lo que me gustaría admitir.

Escucho agua correr por un río en la lejanía, haciendo que suspire de alivio. Acelero mi paso para llegar a mi destino lo más rápido posible, pero los gritos desgarrados y desesperados de alguien se cuelan por mis oídos.

—¡¡PANDORA!! —gritan mi nombre real, reconociendo automáticamente la voz que me llama.

No, él no.

Corro desesperada hacia la dirección de los gritos que me llaman, encontrándome a mi amigo tirado en el suelo, forcejeando con dos personas para sobrevivir. Uno de ellos nota mi presencia y se viene hacia mí con los ojos negros, cegados por el instinto asesino.

En ese momento no pienso, no analizo, solo veo en rojo y reacciono por instinto.

Desenfundo los cuchillos, lanzando uno en su dirección, consiguiendo unos segundos de tiempo cuando este se incrusta en su hombro, desestabilizándolo mientras grita de dolor intentando sacarlo. Me acerco a su dirección y ataco primero con un golpe en su abdomen, lo esquiva e intenta apuñalarme en el pecho, pero soy más rápida y reacciono agachándome, donde de una patada lo tumbo en el suelo. Me alejo unos pasos para evitar que me tire, y sin darle tiempo a incorporarse, salto sobre él, cortando su garganta con uno de los cuchillos.

Me alejo del cuerpo y voy a por la chica, con la misma intención que la persona anterior. La ataco por detrás, aprovechando la pequeña distracción que mi amigo provoca durante el forcejeo. La inmovilizo de manos y pies, lanzándola al suelo de rodillas, y quiebro su cuello sin remordimientos.

Hiperventilo volviendo a la realidad cuando su cadáver se desploma en el suelo y corro a auxiliar a mi amigo. Por Zeus, esta muy herido y con el cuerpo lleno de sangre. Me arrodillo rompiendo parte de mi camiseta e intento parar la sangre que brota a borbotones por su abdomen, pero sus fuertes y cálidas manos me lo impiden, haciendo que lo mire.

—No, P, mi momento llegó, no alargues el dolor. Yo estaré bien —niego con la cabeza haciendo presión en sus heridas, con las lágrimas recorriendo mi rostro.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora