CAPÍTULO 30 - PARTE I

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REFUGIO.

Dante

«"Tú eres mi sueño, tú eres la paz para mi corazón... He perdido la consciencia ¿Qué tipo de hechizo me lanzaste después de conocerte, mi amado?"»

Esas dos frases han hecho eco en mi cabeza y han estado rondando por mis pensamientos durante las horas que he dormido. El contexto en el que las recitó, la situación, mis propios pensamientos y lo que siento se debaten de forma brutal para poder darle un significado al trasfondo de las palabras que me dijo Pandora mientras se entregaba a mí.

La forma en la que lo dijo, las caricias que repartía mientras las cantaba, su sensual provocación, su mirada tormenta fija en mis ojos... Parecía como si me estuviera hechizando.

«¿Me embrujaste, thèa? ¿Qué querías decirme con esas rimas?» Mi cabeza me avasalla con preguntas que no soy capaz de responder.

Me estiro en la cama sin mover las sábanas, algunos de mis músculos aún están un poco resentidos por todo lo que hice anoche. Emito pequeña risa nasal al recordar.

Disfruté de su sabor por un buen rato, llevándola al paraíso de los orgasmos, y cuando sus piernas se volvieron gelatina y su cuerpo temblaba de placer, la alcé y lo hicimos en la gran mayoría de los rincones posibles de la cabaña paradisiaca en la que nos alojamos.

Movimientos desenfrenados, duros, feroces y hambrientos. Terminamos completamente sudados, tanto, que tuvimos que darnos una ducha, la cual culminó la noche de sexo con un último orgasmo mientras las gotas de agua descendían por nuestra piel, apagando el fuego que habíamos creado en el cuerpo del otro.

Cada vez las expectativas suben, y cada vez se superan y me hacen cuestionarme cuáles son mis límites. Con ella todo el posible y solo hay que dejar rienda suelta a la imaginación y la perversión...

Un golpe en el brazo y un leve alarido de dolor me hace salir de mis pensamientos y comprobar qué había sido eso.

Pandora a mi lado está temblando, pese a la temperatura cálida del lugar, su piel está tan blanca como el papel y decía cosas sin sentido. Solo he llegado a comprender algo como "no te dejaré que te lo lleves" en alemán.

Hice a un lado las sábanas y la zarandeé para comprobar si era solo una pesadilla, pero no reaccionó. Al contrario, se defendió de mi toque, como si la estuvieran atacando en su sueño. Al tocarla, su piel estaba helada y húmeda... Tenía sudor frío.

Mi mente hace clic en ese instante. Esta teniendo otro ataque de pánico.

Reacciono al instante y salgo de la cama como un rayo directo a mi maleta, buscando el pequeño maletín de emergencia que los médicos le dieron a Lorenzo por si volvía a pasar y él me lo cedió a mí.

Cojo la jeringa marcada con la etiqueta de tranquilizante y vuelvo a la cama para inyectárselo. Forcejea y se resiste, pero acabo pinchándola con éxito, y conforme el contenido de la jeringa descendía, ella se iba relajando hasta volver a quedarse tranquila y dormida.

Suspiro y respiro con pesadez, sentándome en el sillón al lado de la cama y llevando las manos a mi cara y pelo, esperando a que la palidez extrema desaparezca y su respiración se normalice.

Le ha vuelto a pasar, y con un intervalo de tiempo muy corto respecto al anterior episodio. Diana me avisó, así como también me informó de las posibles causas por las que podría volver a aparecer y de lo que ella necesitaría para que no vuelvan a pasar.

Es por eso por lo que no me lo pienso dos veces y comienzo a hacer las llamadas necesarias mientras salgo de la cabaña y busco en la que se aloja su hija y su mejor amigo. Los desperté sin importarme sin rompía su descanso, quitándole las sábanas y abriendo las cortinas.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora