CAPÍTULO 31

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BAJO EL CIELO BLANCO DE FLORENCIA.

Pandora

Desde luego el mundo no está a mi favor. Parece como si atrajese causas perdidas que necesitan solución, llegando al punto en el que no sé quién necesita más esa salvación, si el mundo o yo.

No me equivoqué cuando dije que Falcone y Claus me iban a dar problemas y fuertes jaquecas. Claus ha estado usando una de mis jugadas favoritas; el despiste. Ha sido captado en numerosas cámaras de diferentes ciudades europeas, como si quisiese que lo mirara, que estuviera pendiente de él, desvaneciendo el camino que me lleva a él, no dejando claras sus intenciones. Lo que me sorprendió cuando lo vi en las cámaras, es que iba siempre acompañado de dos mujeres, una rubia y otra morena. Una de ellas es Chiara, su exnovia antes de mí, y la otra no sé quién es, pero me intriga saber qué hacen esos dos juntos, pues, al igual que él y yo, son una combinación oscura muy peligrosa, y algo me dicen que algo muy grave traman.

Por otro lado, esta Favio Falcone, una rata muy escurridiza y rencorosa. Al investigarlo comprendí que lo que le robó al ejército italiano fue por el mero hecho de molestarme por haberle robado prototipos de misiles de guerra y haberle truncado la oportunidad de posicionarse en la élite de la trata de personas años atrás, pero que, debido a mis otras obligaciones y asuntos, lo descuidé y resurgió en todos aquellos negocios que odio con toda mi alma.

Son esos asquerosos asuntos los que nos han llevado a la misión de esta noche en la capital alemana. Hoy tiene una cita doble con dos posibles compradores de nuestro material robado, ganando el que haga la mejor oferta, claro, y tras esta probable venta, las fuentes de Elsa, mi mercenaria favorita, dicen que se le espera a las afueras del centro de Berlín para recoger otro tipo de mercancía.

Es, en esos tres frentes, en los que nosotros vamos a intervenir. Nuestro plan es interceptar ambas mercancías, a cualquier coste, y si en una de ellas cogemos a la rata callejera, será un premio adicional.

Termino de dar la última calada al cigarro, mirando al cielo estrellado al soltar el humo y recostando la espalda en la pared de ladrillo, en la oscuridad del callejón en el que nos escondemos Dante y yo.

—Mi mercancía no tardará en iniciar ruta —digo por el intercomunicador—. Informe de situación. ¿Brina ha hecho nuestra oferta?

Dante se termina también su cigarro y se aproxima con pasos seductores hacia mí, mientras espera a que respondan a mi pregunta.

—La última vez que me infiltro de camarera en un bar de gente rica. Joder, beben como si el trago fuera barato —se queja Dana, siendo también rica por todo el dinero que gana en la SOMFE.

—Nos gusta un buen trago —rebate Dante, mirándome con mirada felina mientras me acorrala entre la pared y él, poniendo sus brazos a ambos lados de mi cabeza.

—A parte de la obviedad de Dana, está terminando con la primera oferta —informa Remo, infiltrado como seguridad interna del club por su apariencia de mastodonte—. Brina, te toca intervenir.

Que sea Brina, y no Marco o yo, la que lance nuestra oferta, es porque a nosotros nos conoce y a mí me odia, pero ella es justo el tipo de mujer que le gusta. Solo espero que sepa manipularlo para conseguir nuestro objetivo sin que tenga que hacer algo de lo que nos podamos arrepentir.

—Con este vestido no se podrá resistir, y si lo hace, el maletín lleno de dinero hablará por mí. Me gusta el vestido, Fiore, puede que te robe alguno más para ligar —ronronea Brina por el comunicador.

Ni lo sueñes, mis vestidos de diseñador son mis bebés y no se los dejo a cualquiera. Dante esboza una sonrisa cuando oye a la rubia y niega con la cabeza, sabiendo lo posesiva que soy con mis vestidos.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora