CAPÍTULO 17

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CAZADORA TORTURANDO A SU PRESA.

Pandora

La brisa nocturna mece mi pelo y acaricia mi rostro mientras observo desde las alturas la ciudad italiana. Respiro profundamente, absorbiendo todas las energías que la noche estrellada brinda al universo.

Me siento poderosa, me siento viva y me siento invencible.

—¿No crees que llamas un poco la atención? —la voz de Dante a través del comunicador me hace volver a la realidad.

Reparo en mi cuerpo y no veo nada que llamé la atención.

—¿Lo dices por el arco? —apunto imaginariamente hacia su posición en la calle—. Siempre tuve complejo de superheroína —me burlo y niega con la cabeza.

—Aún así creo que llamas mucho la atención —repite

—Dime qué llama más la atención, si una simple chica que simula practicar con el arco en el tejado de un edificio a las afueras de la ciudad, o toda una unidad táctica armada hasta los ojos y con fusiles casi tan grandes como vuestros cuerpos agolpados en la entrada de un edificio medio abandonado.

Escucho risas y burlas por el comunicador.

—Admite que Pandora te ha callado la boca —Sebastian habla desde la sala de control en la central.

—¿Qué pasa poeta?, ¿te ha comido la lengua el gato? —flexiono la pierna en la repisa de la terraza, apoyando los codos sobre esta, para verlo mejor mientras me sigo burlando un poco más de él.

—Touché, Fiore —admite a regañadientes.

Esbozo una sonrisa victoriosa y vuelvo a mi tarea, anclando a una viga el cable que usaré para deslizarme hasta el edificio objetivo y atando uno de los extremos a una flecha.

—Lo que vas a hacer es un poco peligroso. Lo sabes ¿verdad? —advierte Brina.

—No es la primera vez que lo hago, y sigo viva, ¿no? —hoy la gente parece que duda de mis capacidades.

Brina se encuentra a mi lado, tumbada en el suelo, mirando por la mira telescópica del fusil de largo alcance que va a usar en este operativo.

Me mira y hace una mueca a la vez que rueda los ojos.

Sé que no soy de su agrado, y por esa razón la elegí para ser mi compañera en la primera parte de la misión. Necesito que deje de prejuzgarme y me integre en el equipo. Necesito que todos estemos unidos, pues de lo contario, podrían utilizar la mínima falla para destruirnos, y eso es algo que no debo permitir.

—Si tú lo dices, princesita —susurra para sí misma, pero logro oírlo.

Resoplo y ahora soy yo la que pone los ojos en blanco por su respuesta. Odio el apodo.

—¿Cuántos son? —vuelven a preguntar por el intercomunicador.

—Cuatro: el objetivo en la ventana, dos guardaespaldas moviéndose por el lugar y el chico atado en la silla en el centro, pero seguro que son más repartidos por todo el edificio —responde Brina sin apartar su vista del objetivo.

—Necesito una pequeña distracción para lanzar el cable —pido mientras coloco la flecha en el arco.

—Oído cocina —Peter es el que responde a mi petición y segundos después observo como se mueven por el lugar debido al ruido que la unidad táctica genera en la planta baja.

Aprovecho el momento y apunto al marco superior de una ventana, incrustando la punta de la flecha entre los ladrillos. Cruzo el arco sobre mi cuerpo y tiro del cable, comprobando que no se suelte y pueda soportar mi peso.

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora