CAPÍTULO 14

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DADDY AND MOMMY ISSUES.

Pandora

Estrés, el ruido constante de teléfonos que no dejan de sonar, gente andando de un lado a otro sin parar, un mar de papeles esparcidos por la mesa, reunión tras reunión, café tras café, firma aquí y firma allí, mujeres y hombres gritando, discutiendo y contrastando datos, así ha sido la última semana en las empresas por el cierre de la temporada de verano.

Una semana en la que el poder dormir y descansar era una utopía y en la que el café se convirtió en mi soporte vital. Los ojos me pesan de tanto documento que he leído, analizado, autorizado o firmado. Las ojeras se han convertido en una parte de mi, menos mal que el maquillaje hace magia.

Masajeo el puente de mi nariz, cerrando unos segundos los ojos, deseosos por dormir aunque sea un par de horas. Bebo del tercer o cuarto vaso de café del día, perdí la cuenta en la cuarta reunión, y vuelvo a poner atención a lo que los contables están exponiendo en las pantallas.

Jugueteo con los mechones lisos que han quedado sobre mi pecho, procesando todos los datos, estadísticas y ganancias que comentan. Las temporadas de verano e invierno son las más tediosas y estresantes porque es cuando hay picos de turismo y se abren los mercados de inversiones, lo que se simplifica en caos empresarial y papeleo masivo a posteriori.

Muevo mi cabeza para mirar a Luka y esta con los brazos cruzados, la cabeza inclinada y los ojos cerrados. ¿Se ha quedado dormido? Le doy una suave patada con el tacón del zapato y se despierta de forma poco sutil, mirándome como si me quisiera asesinar.

Si aquí no duermo yo, no duerme nadie.

Por fin se callan, y con su silencio, anuncian el fin de esta semana infernal. Me pasan unos papeles para firmar en los que queda constancia todo el trabajo realizado y las ganancias obtenidas. Estampo mi firma con una sonrisa que no entra en mi rostro, levantándome de la silla.

—Señoras y señores, por fin terminamos el cierre del trimestre con una remontada sublime de Corporaciones Ricci, y posicionándonos en el podio de los hoteles más cotizados de toda Europa durante los meses de verano. Felicitaciones por todo el duro trabajo —la sala se llena de aplausos y suspiros de felicidad, no por el hecho de los buenos resultados obtenidos, que también, pero es más por los días de descanso que vienen después de esta semana fatídica.

Recojo las carpetas con toda información necesaria, las llevo a contabilidad y vuelvo al despacho, sentándome al lado de Luka en el sofá, recostando mi cabeza en su hombro y pasando mis piernas por su regazo. Él ajusta una mano en mis piernas para que estas no se resbalen y caigan mientras que su otro brazo lo pasa por el respaldo del sofá, rodeándome hasta dejar descansar su otra mano sobre mi hombro y su cabeza apoyada sobre la mía.

—Odio estos días, me consumen el alma —quiero responderle, pero sus palabras se quedan en la lejanía, pues caigo en los brazos de Morfeo, quien me arropa y vela mi sueño fugaz, regalándome un momento de paz después de días de tormenta.

Despertamos cuando escuchamos el sonido de una cámara de fotos hacer clic, abriendo los ojos desorientados y sin saber cuántas horas hemos dormido.

—Que tiernos —Gabriella se acerca y nos muestra las fotos que nos ha tomado. Transmiten paz, se ve que nos ha sentado bien este descanso—. Estabais adorables, las mandaré a imprimir para añadirlas al mural de recuerdos que tienes en la galería —muevo mi cabeza de forma involuntaria mientras que me ubico en el mundo y el aturdimiento desaparece de mi sistema.

—¿Qué hora es? —pregunto con la voz adormilada todavía.

—Las cinco de la tarde —responde acariciando mi pelo—. Te he llamado varias veces, pero como no me lo cogías, he venido directamente y te he visto así. Venía a por el dosier, Valeria me dijo que tenía bocetos que podrían gustarme. Por cierto, la chaqueta es ideal, ¿es la que te regalo aquel diseñador en la feria de abril de Sevilla?

PANDORA © (Sombras #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora