Capitulo 11: Confesión de Bienvenida

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Zebb, que para mí tenía un nombre algo extraño, nos indica nuestros lugares. La mesa frente a nosotros era de una madera muy limpia y tratada, se extendía gran parte del comedor, el cual resultaba ser el sitio más amplio de la casa. Al frente, del mismo lado que Erick y yo, se encontraba aquel señor de aspecto robusto, barba y, quien aparentaba una pinta de rudo leñador; Johana y Cristina se encontraban de lado izquierdo, la señora estaba igual al frente, a lado de su esposo y en una tercera silla, su hija. <<Nuestro acomodo había sido premeditado y seguro habría de tener algún significado>>.

Los dueños del lugar mantenían una plática imposible de entender debido a su idioma, pero no parecían dirigirse hacia nosotros, sino solo entre ellos.

-Escuchen, mis padres no hablan el inglés y su español es completamente nulo; por ello, para mi será un gusto servirles de intermediaria.

-Entonces, agradece a tus padres de mí parte- Cristina no se hizo esperar para buscar una conversación- Se ve que la comida está deliciosa.

Tal como lo dijo, aquella joven tradujo el agradecimiento. La mujer, por primera vez nos dirige la palabra, pero igual que antes, no logramos entender absolutamente nada.

-A mi madre le gustaría saber sus nombres. Por favor, al presentarse pónganse de pie y hagan una pequeña reverencia.

Menos mal que sus instrucciones las daba en español. Aunque aquello nos ha parecido extraño a todos, cada uno nos presentamos. << ¿Quiénes somos para juzgar en tierra ajena?>>De la misma manera, fuimos llevando la conversación típica con que uno suele darse a conocer.

Cristina había acertado, la comida que parecía ser tradicional del lugar, estaba deliciosa. Los padres de la chica, a diferencia de nosotros, al empezar a comer, dejaron de conversar para dedicarse únicamente a degustar sus alimentos.

- ¿No tienes calor, tía? -Le preguntó Zebb

La habitación se encontraba bastante cálida gracias a la gran chimenea y aun así, Johana llevaba puesta una sudadera.

-Estoy bien, muchas gracias- Le respondió, para de inmediato volver su atención a la comida.

De todos, la menos conversadora resultaba Johana, quien decía palabra solo cuando expresamente alguno de los presentes nos referíamos a ella.

-Creí que habría más personas- Señaló Cristi, mientras miraba el resto de lugares vacíos.

-No solemos tener a tantas personas, damos asilo a pocos quienes nos visitan o que van de paso.

- ¿Y porque la mesa tan grande y tanta silla? -Replicó.

Nos parecía sorprendente el cómo Cristi soltaba una pregunta tras otra y aunque podía parecer un comportamiento irrespetuoso, resultaba lógico que ella hablara un poco más, después de todo, era quien siempre realizaba las entrevistas para el programa.

-Es costumbre tener mesas grandes, aquí quien guste será siempre bien recibido a comer. -Ahora el hombre se dirigió a Zebb-Mi padre pregunta que desde donde nos visitan y que les ha parecido el país.-Agregó.

- ¡Es increíble! -Exclamó Cristina y, a la par, Zebb les traducía a sus padres lo que les decía.-El frio está un poco pesado para nosotros. No importa, lo que vimos de la capital es bellísima. Aunque aún no nos acostumbramos a la altitud del país, menos Johana.

- ¿Porqué? Si no es intromisión.-Preguntó.

-De camino a acá me ha sangrado un poco la nariz, no fue nada.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora