Capitulo 24: Sangre y Hueso

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–¡Johana, no toques eso!

De pura suerte alcanzo a sujetarla, evitando que se desplomara contra el suelo. O me encontraba en mejor condición física o mi hermana estaba bajando de peso drásticamente; su cuerpo, incluso inconsciente, era bastante liviano.

Al dejarla reposar justo al lado de la madre de Noah, me quedo mirando aquella estatuilla que había tocado, pero, al hacer lo mismo que ella, nada me pasa.

Debía mantenerme tan tranquilo como pudiera, ahora debía ser yo quien hiciese la llamada al número de emergencias. Tomé el celular e insistí un par de veces hasta que por fin la línea se desocupó.

Novecientos once, ¿Cuál es su emergencia?

Escuche...-Tenía la ventaja de manejar el inglés casi perfectamente, pero con lo nervioso que me sentía no me fluía el habla.

–¿Me escucha?

–Sí, sí, aquí estoy. Necesito ayuda.–Estaba impaciente– El lugar en el que estoy. Hay sangre en las paredes...–Veía de un lado a otro tratando de encontrar que más describir. –Hay restos humanos– Agregué al observar tras la estatuilla donde yacían huesos pequeños y un cráneo que parecía haber pertenecido a un recién nacido.

–Guarde la calma ¿Quién más está con usted?

–Mi hermana Johana y otra mujer, la dueña de la casa en la que me encuentro.

–¿Cuál es su nombre, joven?

–Erick Morales Galván...Soy de nacionalidad mexicana, mis amigos y yo vinimos como turistas hasta acá.

–Bien Erick, ¿Dónde se encuentran usted y su hermana?

–En Barnowl Town...–Luego de mi respuesta, la mujer al otro lado de la línea se quedó en total silencio. –¿Hola? –Dije, revisando el móvil, creyendo que quizá la llamada se había cortado, pero ésta seguía.

Disculpe, ¿puede repetirme el nombre del lugar?

–Barnowl Town, es una pequeña comunidad rural...

–Joven, –Atajó, sin darme oportunidad de continuar. – el lugar que usted menciona no existe. Si se trata de alguna clase de broma, le pido que dejé la línea, pues lo que hace constituye un delito.

–Escúcheme, le juro que no es ninguna broma–Tenía la corazonada de que la única razón por la que no había terminado la llamada y aun creía en lo que decía, era por el tono de pánico y estrés en mi voz. Pude recordar lo que Héctor dijo cuando llegamos, el que en ningún mapa aparecía dicho lugar– A unos cincuenta o sesenta kilómetros de Ivalo hay una desviación, un camino que lleva al área montañosa del área.

–Entiendo...–Luego de una pausa la voz femenina prosiguió. –Lo comunicaré con la policía en Sondankylä. Por favor mantenga la calma y quédese en la línea.

En lo que aguardaba, tomé asiento a un lado de Johana. Su temperatura corporal se sentía bastante alta.

Policía del condado. Su nombre por favor. –La voz de una señora me distrae de Johana.

–Me llamo Erick Morales Galván.

–Muy bien, Erick, ¿Cuál es su situación?

El reporte que le di a ella era más claro, enfocado y descriptivo; trataba de expresarme con la mayor calma posible y, a diferencia de la llamada anterior, la mujer que me atendía parecía creerme cuando le hablaba sobre el pueblo. Le conté tanto del estado de Johana como el de Alexandra, dándole el mayor detalle para encontrar la casa.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora