Capitulo 14: ¿Espejismo o Realidad?

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Me levanté desorientada en mi propia habitación, llevaba puesta la misma ropa con la que me había ido a dormir; la recámara se encontraba alumbrada solo por un televisor puesto en un canal noticiero y, en el reloj a lado de la cama, se marcaba una inusual hora para la programación, era la media noche.

Tomé del perchero una de mis chamarras, pues el frío del país en que me encontraba se mezclaba con el ambiente del lugar. Extrañamente, el pasillo de la posada y sus adornos se juntaron con los de mi casa, al igual que las cansonas lámparas de aceite.

A diferencia de mis otros espantosos sueños, en éste, al fin podía estar consciente de mis acciones.

La puerta rechinante del cuarto de Julissa se comenzó a abrir tan pronto salí de la mía, era como si alguien estuviese entrando a través de ella. Estaba dormida, así qué, lo más que me podía ocurrir, es que el sueño se convirtiera en una pesadilla si entraba a la recamara. Igual ya estaba acostumbrada.

Caminé hasta la entrada de la alcoba y, aunque la puerta se había cerrado casi en mi propia cara, valentona la empujo para poder pasar.

Todo lo que alcanzaba a ver con la tenue luz de la lámpara era completamente normal, solo que las cortinas estaban cerradas nuevamente. Abrí las persianas. En el exterior, todo estaba tan oscuro que apenas alcanzaba a ver algunos árboles del bosque finlandés y la nieve que se estampaba en la ventana.

Comencé a sentir un dolor en el cuello, como esos que se sienten cuando llevas horas durmiendo en una mala posición; también había un dolor punzante cerca de mi nuca y, cuando llevé mis manos para revisar de que se trataba, empecé a sentir una sustancia líquida. <<Sangre, tenía que ser sangre>>.

El ruido de un animal que masticaba sobre hojas secas me inquieta y hace erizar la piel, pues se escuchaba justo detrás de mí, dentro de la habitación. Asustada y con la mano tiritándome, di la vuelta para ver lo que está generando aquel asqueroso sonido. Entre el cruce de paredes, justo en el rincón, mis ojos logran apreciar a un ser de piel pálida, con una complexión alargada, delgada, encorvada y de extensas extremidades; su apariencia era humanoide, pero deformada; se le notaban las costillas casi adheridas a su piel y unas orejas similares a las de un lobo. Se encontraba encuclillado, así que acerqué un poco más la linterna, solo para darme cuenta que, lo que estaba masticando, era una mano humana con la carne expuesta y la piel faltante yacía tirada a lado suyo, cómo si de quitar un guante se tratara.

Muerta de miedo y cubriéndome la boca para no gritar, retrocedí con cautela, en un intento por no llamar su atención. Giré la mirada queriendo saber por dónde caminar, me volví con la intención de estar al pendiente de aquella cosa, pero al hacerlo, un niño de apariencia blancuzca se encontraba dónde antes estuvo el monstruo y su posición era la misma. De la boca le resbalaba sangre y en sus manos cargaba aquel trozo cercenado y mordido.

Logré llegar al espejo que rompí a principios de año, el cual estaba intacto. Al reflejarme en él, me doy cuenta que mi rostro no era el mío, sino el de Julissa cuando fue una niña.

-¡Corre, hija!- Me grita la silueta en el espejo.

Regresé la vista al niño, quien ahora me observaba sonriente y mostrando una dentadura llena de colmillos manchados de rojo y con pedazos de carne atorados en ellos

*****

-¡Erick!-Grité.

Mis ojos se abren y de lado mío se encontraba Héctor, quien por alguna razón cubría mi cuello con una gasa y un vendaje.

- ¿Dónde estamos?- Pregunté.

Llevé mis manos a la cabeza, en la cuál también tenía una gasa que era sujetada por una venda bastante improvisada.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora