Capitulo 25: Un Dueto Casi Perfecto

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–¿Cuántas personas viven aquí?

–Según Noah, unas trescientas. –Contesté. – ¿Por?

–Para saber de cuantas personas debemos cuidarnos.

Johana quizá tenía razón, pues a como ella lo entendía, toda la comunidad pertenecía al mismo culto y por ello, cruzarnos con alguno, sería como dejarnos atrapar por Zebb.

Las cosas eran distintas, ésta vez los caminos se veían más transitados. La gente que iba pasando, mientras mi hermana y yo nos ocultábamos entre los pastizales, todas llevaban las mismas túnicas, así como la cara cubierta por mascaras de ave.

–¿Cómo crees que esté Héctor?

–Si alguien sabe cuidarse es él, tranquila.

–¿Adónde van? –Me cuestionó.

Ambos observábamos tanto como el clima nos lo permitía. Cada persona llevaba en sus manos una respectiva linterna de aceite, lo que hacía posible saber en qué dirección se desplazaban, pues todos caminaban con rumbo al sur del pueblo. La escena era cuanto menos extraña, ya que ninguno volteaba y, aunque sus ropajes se sacudían violentamente con el viento y la nieve, aquello no les impedía seguir caminando.

Lo único que teníamos que hacer era esperar a que las luces dejasen de pasar para tener un camino libre.

–¿Qué hora es, Johana?

–Van a ser las dos de la mañana. ¿Por?

–Zebb dijo que sus festejos iniciarían hoy, tal vez esto es parte de ello.

Hice un par de intentos por saber qué era lo que Johana había visto al quedar inconsciente, pero se mantenía renuente a decirme. Era entendible, después de todo yo juraba que lo que veía eran cosa de su mente; pero con una mujer que se quita años mezclando sangre y huesos, creer que una criatura como aquella que la persiguió podía existir ya no era tan difícil. Para mi desgracia, el no haberle creído desde el principio, hacía imposible que ella se dignara a platicarme.

–Parece que ya no hay nadie. –Me dijo, aunque yo sentía que lo decía con tal de que no le insistiera más.

De no ser por las luces que alumbraban cada casa, Barnowl Town parecería un completo pueblo fantasma, con viviendas que con la noche parecerían el lugar perfecto para cruzarse con seres de ultratumba.

Luego de caminar un rato, peleando contra la ventisca, los destellos luminosos quedaron a nuestra espalda y, frente a nosotros, una pesada oscuridad que daba inicio a la parte desolada del lugar. Había un pequeño camino de tierra, apenas con el espacio para que lo recorriera un solo vehículo, por lo que el bosque quedaba a ambos lados de nosotros.

–No puedo, hermano. –Articuló con sus labios, los cuales cubría con sus manos a la par que retrocedía. – No puedo entrar ahí.

–Debemos hacerlo. Estaremos bien.

–Creí que podría, pero me equivoqué.

–Si nos quedamos aquí, nos encontrarán. Tampoco podemos regresar. Hay que seguir. Dame la mano, hermana. –Ahora parecía que los papeles se invertían, pues ella era la que denotaba pavor y yo una falsa valentía.

Con sus dedos entrelazados a los míos, nos comenzamos a adentrar en el bosque hasta que, con la distancia, el lugar por el que entramos termina perdiéndose. La separación de los arboles era mi mejor guía, pero la lejanía de un tronco al otro era tan aleatoria, que en un par momentos estuve a poco de desviarme del camino.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora