Capitulo 18: Näkermiin (Adiós)

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-Y ahora, ¿Cuál es el plan, Erick?

-Vamos por mi hermana y de ahí a la hacienda para despedirnos de mamá.

- ¿No iremos al bosque? Porque dudo que Johana quiera acompañarnos. –Insistí, deteniéndolo del brazo.

Noah y Zebb, quienes nos aventajaban en el recorrido de regreso a la camioneta, igual se detuvieron. Desde que la anciana mujer se fue, yo había tenido la oportunidad de observarlos mientras veíamos las fotografías, llevaban buen rato charlando a murmullos entre ellos, lo que ya me dejaba una sensación inquieta y la terrible paranoia de que algo nos estaban ocultando.

­- ¿Tú viste algo o no, Héctor? - Me cuestiona.

-No, pero estoy seguro de que algo nos seguía.

-Lo que si me gustaría ver es la cabaña. ¿Nos pueden llevar? -Les cuestionó a nuestros anfitriones. - ¿Nos pueden llevar a esa casa en el bosque? -Replicó en un tono más elevado.

Ambos no tardaron en aceptar y él en seguir caminando, llevándose a Cristina del brazo.

Subimos al vehículo, dejando que su dueño condujera y su amiga le acompañara; mientras, nosotros tres nos acomodamos en la parte trasera y nos pusimos en marcha. Yo estaba emocionado de que volvería a ese lugar y con la ayuda de Cristina podríamos entrar y ver lo que con anterioridad no pude.

La incredulidad de Erick hacía Johana me seguía pareciendo desconcertante, él que yo fuese escéptico con ella era una cosa, ¿pero su propio hermano? Algo sabía, algo que no quería decirnos.

Noah no dejaba de dirigir sus ojos hacía nosotros a través del retrovisor; Zebb igual, solo que ella no parecía enfocarse tanto en dirección a Erick, sino a la mía.

- ¿Por qué no le crees? ¡Es tu hermana! -Exclamé manteniéndome sereno.

- ¿Tú le crees? ¿Ustedes le creen?

-Yo sí. -Espeta Cristina, sin dudarlo.

Me quedé en silencio, declarando con ello que me reservaba la duda, que ni yo estaba convencido de creerle. Todo parecía tan fantasioso, tantos años buscando algo exento de lo normal y lo encontramos justo ahora...justo después de la muerte de Julissa.

-Ves, te lo dije, amigo. Aun así, si recuerdas como llegar, me gustaría ver donde estaba esa trampa para osos.

El rumbo que tomamos, aunque en un principio era similar al que Johana y yo recorrimos, toma una desviación, entrando a una ruta que claramente era menos transitado que el resto de calles de terracería. El camino estaba tan descuidado y lleno de piedras que, de no ser por la separación del vehículo al suelo, habrían representado un problema.

-Nadie suele ir a ese lugar. ¿Tiene alguna leyenda? -Pregunto.

-Todo aquí la tiene, chaval. -Responde Zebb.

Tomé la cámara para hacer varias tomas a todos en el interior y del paisaje. Durante los escasos diez minutos de viaje, mi amigo tomaba fotografías, Cristina aprovechó para bromear con Zebb sobre temas de chicas, a la par que intentaba hacer las paces con Noah.

Ahora debíamos continuar a pie, adentrarnos entre los arboles por otros cuantos minutos. Para ventaja nuestra, ahora teníamos a dos conocedores del lugar, dos guías que sin duda conocían a la perfección el sitio.

-Pues tenías razón, éste lugar si espanta un poco.

Seguimos la rutina para grabar el entorno mientras Noah nos cuenta la razón de ser de la casa, la cual resulta de las más perturbadoras que había escuchado en la vida.
Grabé con dirección a la ventana. El interior se encontraba protegido por una cortina dañada por el fuego y la puerta bloqueada por un gran candado que se unía a una gruesa cadena oxidada y desgastada.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora