Capitulo 20: Ojos Grises

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<< ¡Solo hazlo!>> Estaba a nada de golpetear la puerta, aterrada de lo mal que podría terminar todo, pero sentía tan poco segura de lo que sentía por Erick, que lo mejor era que ese anillo se lo diese a una chica que lo mereciera.

Para cuando desperté, Zebb me dejó dicho que todos se quedarían una noche más, al menos para el inicio de sus dichosas festividades; yo ya no podía con nada de esto y, quizá alejarme era lo mejor para todos pues Héctor tenía a Johana y él los tenía a ellos.

Al entrar, Erick no dudo en abrazarme como si nada hubiera pasado. Tenía tanto que decirle, pero ya no podía hacerlo. Estaba tan segura de que tendríamos alguna discusión o me reprocharía que, cuando me enlazó a él, no pude hacer más que responderle el gesto.

Llevé la mano que no ocupaba hasta el bolsillo más grande de mi chamarra, tomé la carta para asegurar que lo que escribí para despedirme de todos, no se me escapara. <<Si entre tú y Héctor ya no hay nada, al menos puedes hacer un intento por recuperar algo con Erick, Cristina>>.

Me disculpe, sabiendo que los sentimientos ocultos que sentía no eran algo con lo que él debía cargar, tampoco mi berrinche. Todo podía esperar unos días más, al menos hasta que volviéramos a México.

- ¿Vendrás con nosotros?

<<No estás lista para tanto disimulo>>
-No, cariño, me quedaré a ayudar a Zebb con algunas cosas.

- ¿Viajas al otro lado del mundo para terminar de criada?

-Es que no viste como me traían en casa de mis tíos-Exclamé, saltándole en la espalda. -Y sin paga. -Añadí.

-Amor, ¿subiste de peso? -Dijo entre risas burlonas.

- ¡Cállate, idiota! Sabes que...suéltame, ya no quiero nada. -Pataleé.

- ¿Estás segura que no quieres venir? Solo iremos a dejar la muñeca, además de que nos serviría mucho tu ayuda para entrar a la hacienda.

-Ya me comprometí, bebé. Además, eso de ver a tu hermana tratando tan raro a esa mona...ya tuve mucho de eso y de sus gritos.

-Y eso que no viste como se puso en la madrugada.

- ¿Cómo dices? -Repliqué algo confundida. - ¿De qué me perdí? –Agregué.

-Nada...nada. Entonces nos vemos al rato, cariño, ¿va?

Erick se me acercó para besarme en despedida, más no estaba lista para algo así; le di un beso apenas rozando el lado lateral de su labio, abarcando mayor parte de su mejilla. No quería que sospechara de que algo andaba mal conmigo, pero no podía hacer otra cosa que evadirlo con el mayor disimulo posible.

<<Eso resultó bien, Cristina>>, me dije al salir de la habitación. Estaba a escasos metros de la escalera y ahora podía usar de pretexto el ir a cuarto de Zebb y de ahí pasarme a la recamara que supuestamente estaba desolada; de ser descubierta, me traería problemas con ella y su familia. <<No, espera un poco más, ya encontrarás el momento perfecto>. Ya que no confesaría nada, que me quedaría callada como tanto lo esperaba Héctor, tenía la oportunidad de acercarme a los extraños dueños de la posada, más ahora que tenía la amistad de su hija.

-Chivata, mis padres me han soltado las llaves... -Exclamó Zebb al entrar. - ¿Qué ocurre? –Preguntó ya sin emoción.

Me senté, secando las pocas lagrimas que dejé luego de pensar en lo estúpida que había sido, tanto por esperar a Héctor y aún más por no darme la valentía de darle frente al error que había cometido.

Virtanen: Sangre de SerpienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora