CAPÍTULO 4: Obsequio de cumpleaños

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El clima afuera era merecedor de algo caliente y aunque Alissa tenía planes de ir por el pastel y lo último para la modesta decoración, no podía decirle que no a la señora Dugle y mucho menos cuando la había contagiado de tanto entusiasmo e intriga, pues nada le había dicho hasta que estuvo frente a ella acompañándola en la mesa.

-Bien, no podía esperar para contarte esto Alissa por eso vine hasta aquí y además porque hablarlo personalmente es mejor- comenzó diciendo la señora de ropa olgada y de colores marrones- Cuando era joven, una estudiante como Alice tuve la suerte de que mis padres apoyaran mi sueño de ser artista plástica y me enviaron a la Universidad Royal Hattaway de Bellas Artes. He tenido gracias a ello la oportunidad de mi vida y ahora que estoy jubilada, pues me dedico a dar estas clases particulares para pasar el tiempo. En estos años que llevo haciéndolo, jamás encontré a un alumno como Alice y creo que lo sabes, tiene un don increíble.

Alissa observaba a Dugle tratando de imaginar a donde es que iba todo eso pensando en su hermana todo el tiempo.

-Bueno, no quiero hacerte perder mucho tiempo - le dijo retomando el hilo- Cuando yo estudiaba, había una joven de administración de la cual me hice muy amiga y hoy en día, continúa trabajando en la universidad en un puesto más alto cerca del rector. Siempre nos hablamos por teléfono y esta vez me dio la noticia de que están lanzando un plan de becas para el próximo año lectivo. Es una excelente universidad y si, es costosa, pero una beca facilitaría las cosas enormemente con Alice y estoy segura de que puede aplicar a la perfección.

-¿En serio? - preguntó con una enorme sonrisa en su rostro y la señora Dugle asintió a la vez que dejaba el café sobre la mesa nuevamente.

-Debemos de animar a nuestra pequeña genio, a veces es muy crítica con su técnica y sus obras, siempre hay algo que la hace retroceder cuando comienza a sentirse orgullosa de lo que crea y sé que eso se debe a todo lo que está aprendiendo y que es consciente de que todavía tiene mucho camino por recorrer pero no quiere decir que no sea un talento sobresaliente el suyo. Creo firmemente de que Alice puede vivir de su arte, pero debe estudiar mucho y crecer mucho más, detenerse ahora sería realmente una pena... Tienes que convencerla de que haga la solicitud para la beca en cuanto antes!

Aquella conversación quedo en la cabeza de Alissa por el resto del día. Se despidió de la señora Dugle asegurándole de que Alice se postularia para la beca sin duda alguna y corrió a la pastelería en donde había dejado encargada la torta de cumpleaños. Con cuidado de no mover mucho la caja, regresó en el transporte público a su vecindario y  si bien al llegar venía un poco más de media hora retrasada según su cronograma, contaba con el tiempo justo para decorar y preparar la mesa para los invitados.
Alice no era simpatizante de los festejos grandes, por eso sólo estaba el cartel de feliz cumpleaños y unas guirnaldas al rededor, y como invitados sólo estarían cinco amigos de la cumplañera, su novio y Diana, la amiga de Alissa.
Diana y Joe se mostraron siempre muy amistosos con Alice cada vez que tenía que pasar a dejar algo o decirle algo a su hermana en el café y siendo ellos tan amistosos, con el tiempo a veces Alice iba solo para pasar el rato dibujando o escribiendo, y siempre ellos le tenían cacao caliente o algo dulce para degustar. De ese modo, para cuando Diana y Joe a veces iban a casa para ver a Alissa, se llevaban de mil maravillas con la hermana menor y ya era el segundo cumpleaños que iban a festejar con ella.
Mientras limpiaba lo último que le quedaba en la cocina, a Alissa se le ocurrió una maravillosa idea y miró la hora. En aproximadamente media hora llegaría Alice. ¿Tendría tiempo suficiente? Decidió arriesgarse y corrió a la que había sabido ser su habitación. Estaba ocupada por un par de cajas cerradas que contenían adornos y algunos portaretratos familiares viejos, también había una silla y el escritorio pequeño que había sido de su madre y el cual no quisieron vender, algo que en esos momentos Alissa agradeció. Una caja con recuerdos de la escuela de ella y un par de latas de pintura que habían quedado de lo que habían usado para la sala, así como lijas, rodillos y cintas.
No supo bien cómo, pero a una velocidad máxima quitó todo lo que debería buscarle un nuevo lugar para dejar en la habitación que ocupaba actualmente, colocó unas cortinas que tenía guardadas color lavanda en la ventana, pasó aspiradora para quitar el polvo más grueso y acomodó el escritorio cerca de la ventana, con la silla a la cual le puso uno de sus almohadones pequeños que siempre dejaba sobre la cama. La mesa que anteriormente estaba en la sala con el teléfono fijo y algunas revistas, y la cual habían también quitado en su remodelacion, la dejó en una esquina y aunque estaba bastante vacía ahora, la habitación estaba bien y sabía que Alice sabria hacer de ese lugar, algo suyo. Además, con su regalo en el medio de ésta, no aparentaba tan desolado tampoco.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora