CAPÍTULO 19: El nuevo trabajo de Alissa

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La validación del contrato regirá desde el momento de su firma a un mes.
Absolutamente todo lo relacionado con la contratación de la acompañante será confidencial, rigiendo un pacto de silencio entre ambas partes.
El contrato puede ser cancelado o reducido respecto a su duración a las dos semanas de haberse firmado, exclusivamente por él.
En caso de él cancelar el contrato, se realizaría la paga correspondiente al tiempo empleado.
En caso de la acompañante querer cancelar el contrato, quedaría excluida de la paga pero no del pacto de confidencialidad.
No podrían saber nada uno del otro. Esto abarcaba: nombre, domicilio, familia o número de teléfonos particulares entre otros.
No estaba permitido el sacar fotos durante sus citas.
No estaban permitidas las redes sociales durante sus citas.
No estaba permitido el consumo de alcohol excesivo durante el tiempo que durara el contrato.
No estaba permitido el consumo de drogas, de ninguna clase durante lo que durara el contrato.
El horario de encuentro siempre sería acordado con anticipación por parte de él.
La acompañante no tenía permitido quedarse a dormir en la misma habitación luego del encuentro.
Ninguna de las dos partes podría mantener relaciones sexuales con terceros.
Tenía que estar disponible en caso de realizarse algún viaje.
Debería de ser puntual siempre.
Toda práctica íntima quedaría acordada por escrito y siempre se llevaría a cabo con protección (preservativo).
La cantidad de encuentros por semana dependería exclusivamente de él.
En caso de eventos sociales, la acompañante tendría permitido hablar con terceros sólo sobre intereses generales y siempre estando acompañada por él.
En el caso de la acompañante no poder asistir a algún encuentro, las medidas a tomar quedarían a disposición de él: reducción de paga, reacomodamiento de fecha para el encuentro u horario del mismo. Queda la acompañante excusada en caso de no poder presentarse por cuestiones de salud que puedan presentarse.


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Había amanecido aquel sábado con una buena resaca, pero no dejaba de leer y releer una y otra vez aquellas hojas. Se había arrepentido en cuanto abrió los ojos de los Tom Collins que había ingerido con Shawty la noche anterior, sobre todo sabiendo que no podría quedarse allí en su cama ya que debía de ir a trabajar. No debían de ser más de las once cuando su amiga la había dejado en la casa y sin embargo, sentía que no había logrado dormir lo suficiente. "Daría mi alma por no tener que ir a trabajar hoy" pensó a la vez que salía de la cama para llegar a la ducha arrastrando sus pies fríos. Alice dormía plácidamente aquel sábado por la mañana y procuró como siempre hacer el mínimo ruido posible para no despertarla. Aquella fue una ducha milagrosa, pues salió mucho más entera de lo que habría podido pedir y si bien tenía muchos deseos de quedarse en su casa y no pisar el café hasta el lunes, al menos ya no sentía el cuerpo cansado como si hubiera corrido una maratón ni tenía escalofríos, y aunque no mucho, pudo notar una disminución en su dolor de cabeza.
Se preparó un desayuno ligero ya que sentía un agujero en el estómago, y luego de un antiácido estomacal buscó en su cartera el contrato que ya había leído al salir de la reunión antes de verse con Shawty. "No tiene nada de malo, sería algo así como una muñeca de adorno" pensó, y de inmediato su misma voz le dijo "Una muñeca sexual y de adorno". ¿Pero estaba realmente espantada al respecto? Debía de ser sincera con ella misma: Si bien todo aquello le parecía descabellado y un tanto barbárico, pensaba que era correcto de cierta forma. Ese hombre no deseaba una novia, solo buscaba sexo y en vez de arriesgarse a que alguna mujer se enamorara de él y lo acosara buscando más de lo que él quería dar, pues dejaba todo claro y pagaba para que las cosas se acuerden entre ambos y queden como él quería: Poco tiempo juntos y sólo relación carnal, total anonimato de su parte. No era mucho tiempo el que le llevaría, sería sólo por diciembre o posiblemente menos, pues al pasar dos semanas ese hombre tenía la chance de echarla a la basura.
"Ahora dices que no es mucho de qué alarmarse porque viste que se trataba de un hombre sacado de un comercial para Dior" le recriminó la voz en su cabeza cuando salía de su casa y aunque se avergonzaba de ello, tenía que admitirlo. Después de todo, dentro de su cabeza tenía total libertad y podía decir las cosas como eran y la verdad era de que esa voz  que le reprochaba estaba en lo correcto. De haber sido el hombre viejo y horrible que ella esperaba encontrarse, pues totalmente distinta sería la historia y en esos momentos estaría llorando por no firmar contrato y no tener una libra partida al medio.
Se encontraba decidida a dar su consentimiento en todo aquello, sólo tenía que esperar que llegara el domingo y quitarse algunas dudas al respecto pero confiaba en que no habría nada extraño; después de todo tenia a Shawty y a Verónica asegurándole que todo era seguro, ella no era la primera que se metía en algo así y ese hombre no era la primera chica que contrataba. Todas las demás debían de estar más que felices con la experiencia y el dinero ganado, se preguntó mientras cruzaba la puerta del café cómo sería una conversación con alguna de esas chicas. ¿Qué dirían de él? ¿Qué cosas habrían pasado en ese tiempo acompañándolo?
Diana la quitó de sus pensamientos dándole los buenos días de esa forma tan alegre suya, cuando compartían turno era imposible que Ali no riera y hasta a veces lamentaba que la hora pasara tan rápido siendo que el resto de los días si pasaba rápido la hora, era únicamente por la cantidad de clientes que aparecían. En esos momentos el café estaba vacío por completo y las cafeteras recién se encendían, un tímido sol impactaba contra el frente del local y todo el mundo afuera parecía que estaba despierto hace horas. Ali despejó todo lo que pudo su cabeza y entró a cambiarse para comenzar la rutina, pensó en que tendría que hablar con Joe en cuanto llegara por lo de su nuevo trabajo.
Shawty le había aconsejado el día anterior, antes de ambas emborracharse, de que dijera a todo mundo que había conseguido un empleo nocturno ya que era obvio que la mayoría de las citas las tendría a la noche y como dos fiables posibilidades, le dijo que podría ser operadora telefónica o bien, recepcionista hotelera. Ambas creyeron que lo de ser recepcionista hotelera era la mejor opción, podría decir que le cambiaban el turno en caso de que la citara durante el día y el hecho de estar trabajando para un supuesto hotel le daba la excusa perfecta para justificar el buen sueldo que ganaría. Alice no la buscaría jamás en ese trabajo por ningún motivo, estaba segura, asique no era algo que tenía que buscar corroborar frente a su hermana y podría decir que había conseguido en uno de esos hoteles cinco estrellas que están más alejados del centro, nadie sospecharía nada. 
Joe apareció en el local cerca del mediodía y en cuanto lo vio libre pidió hablarle en privado. Al contarle las nuevas noticias como amigo se puso contento por ella ya que sabía la mucho que le ayudaría con Alice ese nuevo ingreso, pero como supervisor, no pudo evitar dudar en todo ese esfuerzo que debería de hacer y en cómo podría afectar su rendimiento en el café.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora