CAPÍTULO 1: Las hermanas Wallows

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Londres amaneció con nueve grados aquella mañana. El receso de otoño ya había finalizado hace tres días y aquel cuatro de noviembre, sería especialmente agotador.
Alissaa apagó la alarma incluso antes de que el primer sonar terminara, estaba despierta desde hace media hora antes de las seis pero había decidido hacer fiaca en su cama hasta la hora en que había planeado despertarse el día anterior. Ducharse, enlistarse, preparar el desayuno y para las ocho estar saliendo de la casa. A las nueve ingresaría a trabajar y estaría de regreso para las cuatro de la tarde.
Tendría tiempo de comprar el pastel, poner el cartel de feliz cumpleaños y terminar de envolver su regalo. Estaba todo calculado, imposible que algo fallara.
Alissa tiene veintiséis años y el cabello pintado de rojo, le gusta pintarse las uñas de negro pero no puede hacerlo, por protocolo gastronómico pues trabaja en un café. Le cuesta madrugar aunque lo hace cada mañana hace ya cuatro años, mata el poco tiempo libre que tiene completando crucigramas o haciendo pinturas sobre vidrio. Tiene un gato gordo al cual le puso Cedro pero acabó diciéndole Gordo todo el tiempo y ahora Credro es su segundo nombre, tiene una bici color café con detalles en gris y una taza favorita, regalo de dos navidades atrás. Tiene una casa ubicada en un lindo vecindario a menos de veinte minutos del centro de la ciudad con una habitación sin usar y un baño con una tina donde improvisa al menos una vez al mes, el spa que no puede pagarse.
Cuenta con una mejor amiga que hace ya poco menos de un año que no ve por motivos laborales pero es feliz con sus llamados, mensajes y video llamadas constantes. También tiene dos compañeros de trabajo, Joe y Diana, a los cuales sin saber cómo convirtió en sus amigos aunque claro, no es lo mismo.
Pero si tengo que hablarles de la persona que Alissa más ama en el mundo, pues debo hablarles de Alice.

Alice nació nueve años después que Alissa y aunque no fue una sorpresa para nadie la búsqueda de otro hijo, aún así fue sumamente extraño para la que supo ser hija única casi por una década. En un comienzo no fue fácil de procesar y de adaptarse, pero Alissa pudo con ello después de todo e incluso le fue mejor de lo que pensaba. Quizás por el hecho de que mientras ella ya no quería ser tratada como una niña, sus padres tenían a alguien más para tratar de esa forma y tuvo una adolescencia muy agradable mientras su pequeña hermana corría tras de ella.
Alissa llegó a la adultez con un golpe duro: la muerte de su padre. Había finalizado la secundaria y tenía un empleo de verano de medio tiempo, planeaba su ingreso a la universidad que ya tenía fecha de comienzo, pero la repentina perdida hizo que todos sus planes se derrumbaran y aquel empleo de verano, cambio por uno de tiempo completo.
Para cuando Alissa tenía veinticuatro años recién cumplidos, y Alice quince, su madre desapareció.
No, no fue algo repentino, no la secuestraron, no se perdió. A decir verdad fue algo premeditado, calculado, repasado y pensado durante meses... Pero claro, no por parte de ellas dos. Su madre sólo dejó una carta que leyeron juntas aquella tarde cuando regresaron del centro sentadas en el sofá de la sala. Alice lloraba en silencio, Alissa estaba intentando comprender que aquello que su madre le había dejado no era una despedida, sino una broma. Algo pesada, muy realista considerando que se había llevado casi toda su ropa y documentos, y además de que había dejado su teléfono celular, pero una broma al fin y al cabo.
Su madre las dejó, pensaba según la carta que había dejado de apenas una carilla de hoja, que estaba perdiendo tiempo importante siendo madre y viuda en la ciudad de Londres. Quería ver más, quería ser alguien más, tener aventura y diversión; una pena que no haya pensado en incluir a sus dos hijas en aquella aventura. Viendo a su hermana menor, Alissa pensó que era una pena que al menos no hubiera pensado en llevarse a una de ellas al menos.
Si, ya era mayor de edad. ¿Pero qué mierda sabía ella de acompañar en el crecimiento a un ser humano? ¿ Cómo podría hacer las cosas bien con una adolescente a su cargo? Fue una noche eterna junto con Alice. Primero fueron a la estación de policía e hicieron una denuncia para ver si localizaba a su madre, aunque no tenían mucha esperanza. Ellas habían salido de la casa aquel día temprano: Alice para la escuela y ella para su trabajo en la tienda de ropa. Al ser día de cobro, como tenían acostumbrado, Alice saldría de la escuela y la esperaría en el centro para ir a tomar una malteada y comprar algo como una pañoleta o algún accesorio nuevo, pues Alissa no podía evitar consentirla después de todo.
Para cuando volvieron a la casa, eran casi las seis de la tarde y su madre ya no estaba. No sabrían decir cuándo su madre se había ido de la casa y según los vecinos, nadie la había visto. Sólo el señor Johnson dijo que la cruzó cerca del mediodía cuando salió de su casa en el auto y ella regresaba a la suya, pero claro, no había nada extraño en aquello. Siendo Alissa lo suficientemente mayor como para ocuparse de Alice, la policía no hizo más que tomar denuncia por abandono de la menor, se buscaría a su madre pero claro, no sería una búsqueda verdadera.
Regresaron a la casa con Alissa asegurándole a su pequeña hermana que seguramente su madre volvería pronto, que pensaría mejor las cosas y se daría cuenta de la locura que estaba cometiendo. Se quedaron en la sala, Alice reposo su cabeza sobre las piernas de su hermana mayor y acabó dormida, mientras que ésta miraba el teléfono de línea esperando una llamada de madrugada, mirando las paredes de la casa que ahora parecían asfixiarla, contemplando la fotografía de lo que su familia había sido poco tiempo atrás, deseando con todas sus fuerzas despertar de una vez de aquella pesadilla o al menos, que aquellas palabras de consuelo que le había dado a Alice, fueran ciertas y que su madre regresara pronto.

Una semana después, Alice de a poco, retomaba la rutina escolar aunque con mucha paciencia y comprensión por parte de la institución y Alissa procuraba seguir con la cabeza en su trabajo para no perder el empleo. Si todo aquello continuaba, debería de buscar algo mejor pago y de horarios fijos para ocuparse de la casa y de su hermana también. Una de sus tías por parte de madre fue a verlas en cuanto pudo, le ofreció ayuda diciendo que Alice podría vivir con ella e ir a la misma escuela que sus hijos. Rechazó aquello sin siquiera pensarlo dos veces, no se alejaría de su hermana, si iban a pasar por aquello, al menos lo harían juntas.
Pasado el primer mes sin noticias de su madre, las chicas decidieron ponerse de pie y tomar las riendas. Si aquello duraría más no podían saberlo, pero tenían que procurar no perder el control y tomar decisiones correctas.
Un domingo por la mañana se sentaron juntas a la mesa y mientras desayunaban, hablaron de sus posibilidades.
La casa era propia, no tenía hipotecas ni nada por el estilo, los abuelos paternos se la habían dejado a su único hijo y luego de la muerte de éste, aquello no cambió : la casa estaba limpia, no había deudas y lo mejor de todo es que no necesitaba refacción alguna. Ahora bien, los ingresos con los que contaban ya no eran buenos.
Alissa trabajaba en la tienda de ropa y no tenía un gran sueldo, ese era uno de los motivos por los cuales no se había mudado, a parte del hecho de no querer dejar a su madre y hermana solas luego de perder a su padre. Entonces lo primero que debería de hacer, sería buscar un empleo mejor remunerado pues el que tenia en esos momentos cubría la comida pero no la totalidad de los servicios. Respecto a lo que quedaba de escolaridad de Alice, su tía le dijo que tanto ella como su hermano estaban dispuestos a ocuparse de los gastos escolares hasta que finalizara la secundaria y no fue al cien por ciento pero sí que ayudaron, debían de reconocerlo.
Alice dijo que podría conseguir un empleo de medio tiempo también pero Alissa no quiso saber nada al respecto mediante clases, quizás podría hacerlo en los recesos pero ya verían si era realmente necesario.
Aquel domingo organizaron la semana, se pusieron de acuerdo más rápido que nunca y coordinaron continuar esperando el regreso de su madre pero al menos, no dejarían todo en manos de la suerte.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora