CAPÍTULO 38: La exhibición de Jacques

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Cuando la puerta se abrió y se encontró con Bruce en un traje negro sin corbata y algo despeinado, Ali tuvo la sensación de que esa noche podría ser eterna y lo agradecía enormemente. Era sábado y para esa cita, tenían un evento en el museo de arte contemporáneo de la cual Bruce le había comentado el jueves anterior.  Había salido de la casa cerca de las siete con la excusa de tener que cubrir el turno nocturno del hotel y fue directo a la agencia en donde el atuendo escogido por Verónica la esperaba. Se mantuvo en contacto con Shawty mientras la peinaban y le mostró en detalle lo que usaría para una velada bastante formal. Verónica se había apiadado de ella y esa vez, podría vestir pantalones gracias a que había escogido un mono en color verde esmeralda con escote cruzado y piedras bordadas en pecho y mangas. Al ver los zapatos pensó que eran más altos de lo que preferiría pero no dijo nada, sabía que era en vano y además confiaba en que no tendría que andar mucho con ellos. Bruce se excusó por no estar listo todavía, se había retrasado en algo referente al trabajo y Ali se preguntó si no eran acaso aquellas sus supuestas vacaciones pero como siempre, sólo le sonrió y le ayudó con la corbata en silencio luego de que él se acomodara bien los zapatos.
Parada allí frente a él en su habitación, ayudándolo con el nudo de la corbata mientras él se ajustaba las mangas de la camisa, Alissa se sintió vulnerable y algo incómoda. Había algo en ese acto tan estúpido que le cubría la cabeza como de una neblina angustiosa y reconoció que era lo mismo que le había pasado en su encuentro del jueves, cuando luego de cenar en un bonito y discreto restorán casi afuera de Londres, regresaron al piso donde luego de otra copa de vino, Marco puso música y la invitó a bailar un lento. In my pleace de Coldplay llenaba el ambiente de una relajación, una armonía perfecta con la cual ninguno de los dos parecía estar incómodo aunque reinaba el silencio. Allí en la sala, descalza y reposando su cabeza en el hombro de Bruce, Alissa se dijo a sus adentros "Estas enamorada otra vez" y luego quiso apartarse como si eso lo hiciera menos cierto, pero no lo hizo, en cambio levantó la mirada y al encontrarse con la de Bruce, le sonrió para luego besarlo como había estado queriendo hacer desde que se habían encontrado allí unas horas antes.
Bruce estaba ardiendo de deseo por ella, no se tardó en manipular su cuerpo de forma que ambos acabaron en el suelo cerca del sofá y todavía con la música sonando de fondo, se desvistieron mutuamente y se entregaron con dedicación por el otro. Un escalofrío recorrió la espalda de Ali al recordar ese momento y satisfecha con la apariencia de un nudo perfecto, se alejó dos pasos para sonreírle esperando que no se notaran sus sentimientos. Tomó el pequeño sobre donde estaban sus celulares y se dirigía a la puerta cuando Bruce la detuvo para entregarle algo que tenía para ella. Lo vio ir hasta su armario en donde sacó una pequeña bolsa de no más de diez centímetros y eso hizo sentir a Ali un poco más aliviada, no debía de ser algo grande como ese collar de brillantes que le había entregado la noche de la subasta y que ella fingió olvidar en su piso para no llevarlo con ella a la casa. ¿Qué pasaba si Alice lo encontraba? ¿Cómo explicaría ese collar? ¿Podrían pasar como falsas esas piedras tan hermosas como pequeñas? Había preferido hacerse la tonta y dejarle el collar allí con él. La pequeña bolsa roja con cuerdas negras reposó en su mano dos segundos después y Bruce la animó de inmediato a abrirla.

-Creo que podrías usarlo esta noche, vamos, ábrelo- le dijo con las manos en los bolsillos y mirándolo con desaprobación, pensando en qué joya podría ser que le comprara, quitó de la bolsa una caja diminuta que cabía en la palma de su mano y de inmediato pensó en unos aretes... ¿Y qué tal si era un anillo? Eso no significaría nada, por supuesto. Dudando si verlo o directamente devolvérselo, Ali miró la caja por unos instantes y como leyendo su mente, Bruce rompió el silencio- No puedes devolverlo, asique acéptalo de una vez y salgamos para el museo.

-Creo que a veces eres más implacable que yo... -le dijo ella a la vez que dejaba la bolsa en la cama para luego abrir la caja diminuta y cuando se dio cuenta de lo que allí había, se congeló. Aquello era sin duda alguna, peor que una joya porque eso no podía siquiera ocultarlo de los ojos de los demás. La llave de un auto reposaba dentro de la caja y casi sin aliento, Alissa intentó expresar lo que sentía con calma pero lo primero que salió de su boca fue un simple y rotundo "no" a la vez que le tendía la caja a Bruce pero este se la devolvió riendo.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora