El miércoles al despertar, Alissa descubrió que Bruce no estaba en la habitación y le había dejado una nota para avisarle que se encontraría con ella luego del desayuno, a las diez de la mañana en la puerta del hotel para salir a su recorrido a caballo que ya habían planificado el día anterior. Estaban siendo las ocho y media pasada, así que Ali no demoró en cambiarse y bajar para desayunar sola. Como el día estaba hermoso y contaba con lugar libre en el amplio balcón del salón de té, escogió una mesa pequeña allí afuera y luego de ordenar un desayuno con café y frutas, algunas tostadas y huevos revueltos, se relajó con el libro que había llevado en su bolso de mano, el cual le había regalado Gustav para navidad. El sol estaba ya en lo alto pero no era para nada molesto, había una brisa ligera que hacía de ese el clima perfecto y el gorro de verano en conjunto de los anteojos de sol, le brindaban muchísima más comodidad para permanecer sentada allí afuera. No había muchas mesas más ocupadas a parte de la suya, había un matrimonio de adultos mayores que leían periódicos y tomaban té de frutas, un poco más alejados un grupo de lo que parecían ser empresarios trabajando cada uno con su notebook particular y pocos café y aguas sobre la mesa; una pareja con dos hijas adolescentes y a la mesa de su izquierda, acababa de llegar un hombre acompañado nada más que de una transportadora de mascotas. Ali lo vio de reojo pero le daba curiosidad ver qué perrito había dentro de la caja, debía de ser pequeño todavía para llevarlo allí dentro. Procuró concentrarse en su lectura y en el desayuno sabiendo que tenia que cumplir un horario pero luego de unos cinco minutos, el hombre en la mesa de al lado abrió la jaula y salió de ella un minino adorable en colores grises y negro, que no debía de tener más de nueve meses. El gato comenzó a rondar a su dueño para luego caminar más cerca de la mesa donde Alissa permanecía sentada, observándolo distraída y luego de olfatearla un poco y observar todo su alrededor, el gato saltó a las piernas de Alissa haciendo que ésta sonriera. El dueño del gato, que estaba observando todo aquello, se acercó de inmediato a la mesa pidiendo disculpas en español, que de no ser por lo básico en sus clases de español de la escuela, Alissa ni siquiera hubiera podido reconocer lo que el hombre decía.
-Está bien, no me molesta para nada... -le dijo Alissa dejando que el desconocido tomara al gato para mantenerlo a upa suyo mientras se seguía disculpando.
"Oh, no habla español lo siento" le dijo él en un perfecto ingles al escucharla y al ver bien su rostro, Alissa lo reconoció casi de inmediato: era uno de los acompañantes de la mujer que no parecía poder dejar de ver a Bruce cada vez que se cruzaban.
La noche anterior, durante la cena, la mesa de esa mujer y la suya, estaban una al lado de la otra y en más de una oportunidad, había notado cómo miraba a Bruce e incluso había llegado a notar que él sabía muy bien que lo miraba con particular atención durante la cena. Incluso había pasado junto a él para ir al baño y había simulado chocarlo levemente para luego tocarle el hombro y sonriendo como una diosa seductora, disculparse por "lo torpe que la ponía el champagne". Ese hombre estaba en la mesa de ella durante la cena como también estuvo más temprano en la piscina al aire libre junto con los demás: una pareja y otro joven más, que se parecía bastante a éste que ahora estaba frente a ella, aunque con algunos años más.
Tenía el cabello negro y corto, ojos marrones y un lunar en su mejilla derecha muy pequeño, pero imposible de no ver en su tes tan limpia y clara. Vestía unos pantalones color baige de verano y una remera de cuello en color negro como los zapatos, en su cuello colgaba una pequeña cruz dorada y llegaba hasta Alissa un perfume delicioso pero ciertamente invasivo. Debía de ser más joven que ella, quizás tenía unos veinticinco o veinticuatro años pero simulaba ser mucho más maduro y contaba con una sonrisa encantadora pues inevitablemente, Alissa estaba sonriendo como una tonta por aquella situación.-Veo que le agradas a Marta, es increíble.
-¿Asique Marta? -preguntó Ali mirando a la gatita en sus brazos- Es encantadora, me sorprende ver a un gato en el hotel, por el momento el único perro que he visto es Poirot, que viaja conmigo.
ESTÁS LEYENDO
SIN NOMBRES (La acompañante) +18
RomansaUna posibilidad única para la persona más importante de su vida, una agencia con algunos secretos bien guardados y un hombre dispuesto a proteger su privacidad al máximo. Alissa decide jugar duro siendo otra persona por completo para así conseguir l...