CAPÍTULO 54: Momentos del día

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Había resultado algo extraño, pero ninguno de los dos había siquiera planteado la idea de dormir juntos. Alissa supo que no era el momento, él estaba todavía cansado y adolorido pero no pudo evitar sentirse algo extraña cuando entró a la cama en la habitación de huéspedes, que quedaba a tan solo dos habitaciones de la de Bruce. Con las luces a pagadas y las cortinas corridas, en completo silencio y confortable calidez, ella supo muy bien que lo que le resultaba inquietante en todo el cuerpo, no era el no tener contacto íntimo con Bruce, sino el no dormir junto a él siquiera. Pero así debían de ser las cosas, no debían de dormir juntos si nada pasaba entre ellos, debía de regresar a sus primeros encuentros, ella controlaba la situación a la perfección: Se veían, tenían sexo y se marchaba. Pues bien, ahora su trabajo era solamente acompañarlo unos días y nada más, incluso podía marcharse en dos días si es que veía que su presencia allí era innecesaria y regresaría para tranquilizar a Pete diciéndole que Bruce sabía perfectamente lo que hacía y que no tenía porqué preocuparse.
No estaba segura de quedarse muchos días, lo cierto es que prefería no hacerlo porque ese ambiente no ayudaba a su tendencia a confundir sus sentimientos por Bruce o mejor dicho, a alimentarlos pues ya no era una confusión o duda: Bruce le gustaba de verdad. El pasar tiempo con él de esa forma, tan serena y hasta tierna, muy natural y relajada, sin siquiera una tonalidad sexual por horas, le hacía pensar en que así sería tener una relación con él y que era eso lo que quería y que era eso lo que parecían tener, pero era en ese punto que ella debía de detenerse y decirse que aquello, era trabajo y era mentira y que el hecho que él estuviera cansado y adolorido era lo único que la separaba de su fuego sexual, no el hecho de que él disfrutase y le gustara pasar ese tiempo con ella como a ella le pasaba. Posiblemente, era muy probable, a Bruce le molestaría tenerla allí muchos días sin que nada pasara entre ellos asique lo mejor sería pasar el siguiente día con él y luego regresar por la mañana al centro y retomar su búsqueda laboral como su rutina de ama de casa soltera. Pensando en ello, acabó dormida sin darse siquiera cuenta de cuándo había ocurrido y no despertó hasta la mañana siguiente, casi cuando estaban por ser las once. Saltó de la cama avergonzada, no podía creer que hubiera dormido tanto y sin embargo nadie parecía siquiera haberse molestado en despertarla. Entró a la ducha y luego de despertar obligadamente todos sus sentidos, buscó ropa que ponerse y se maquilló apenas para no tener mala cara cuando la almohada todavía parecía estar pegada a ella. El rubor y la máscara de pestañas habían hecho su trabajo bastante bien y luego de pintarse los labios y revisar su atuendo en un espejo de pared cerca del armario, salió del cuarto dejando dormir a Gordo que no parecía querer salir de allí. Bajando las escaleras se dio cuenta de que reinaba un silencio casi sepulcral y si bien había aroma a café y algo recién horneado, no se escuchaban pasos o respiración más que la suya. Se detuvo en la sala y miró a todos lados, afuera podía verse a través de las ventanas con sus pesadas cortinas corridas, que no llovía ni nevaba, pero sin duda alguna debía de hacer frío y luego caminando hacia la cocina, notó que en el pasillo había una puerta abierta, posiblemente estaría Bruce o Dolores allí así que decidió ir mientras observaba las paredes y el exterior a través de unos ventanales de doble puerta muy altos y antiguos. ¿Cuántos años tendría aquella casa? Permaneció un momento detenida frente uno de esos ventanales mirando las lejanas extensiones de territorio que no podía distinguir si eran o no pertenecientes a la propiedad y la blancura de la nieve la cautivó haciéndole notar que jamás en su vida, había visto la nieve de esa forma, siendo una sola con el paisaje, logrando armonizar absolutamente todo con un leve manto mágico. Sonrió al reconocer ese sentimiento de bienestar que había tenido recurriendo el extranjero donde la naturaleza invadió sus ojos. Deseó poder siempre sentirse así, pero era difícil cuando la ciudad siempre era más caótica, no había excepciones. En ese lugar, aún en completo silencio y sin nadie cerca, pensó que era hermoso vivir y permanecer solo, sin duda alguna valía la pena y el silencio no era solitario, no era triste ni amargo.
Las manos de Bruce pasaron entre sus brazos para rodear su cintura y abrazarse a ella. El pequeño sobresalto que dio al darse cuenta de su presencia hizo que él sonriera cerca de su cuello y apretándola contra él, le dio los buenos días estando detrás de ella, sintiendo el perfume de su cabello mojado. Una corriente eléctrica estremeció a Ali cuando sintió su respiración sobre su cuello y sonriendo, aceptó el abrazo tirando apenas la cabeza hacia atrás y así pudo verlo finalmente. Luego de preguntarle cómo había dormido, Bruce la hizo girar sobre su eje para dejarla de frente a él, y mientras ella le preguntaba porqué no la había despertado y le comentaba lo abochornada que se sentía por ser tan poco madrugadora, él aprovechaba para pegarse a ella en un abrazo inesperado que hizo callar a Ali de golpe. Se quedaron en silencio los dos, él sin soltarla con su rostro escondido entre su cuello y cabello suelto, todavía mojado por la ducha y ella con el corazón saltando con fuerza, casi temblando ante lo que de golpe, se había convertido en uno de esos momentos marcados con fuego para ella. ¿Estaba acaso drogado o alcoholizado? ¿Qué lo hacía ser tan tierno de golpe? Estaba muy lúcido, podía notarlo pero no entendía su repentina dulzura y aunque le gustaba la forma en que tocaba su espalda y reposaba su rostro sobre su hombro, no podía evitar sentir que algo había cambiado y la alteraba fuertemente no saber interpretar aquello. Con cuidado, sin saber si arruinaría aquello o no, Ali levantó la mano que había dejado apoyada en su hombro y la llevó hasta el cabello de Bruce para acariciarlo y luego acarició su mejilla también, dándole la sensación de estar consolándolo por algo, y aunque no lo esperaba realmente, él se quedó quieto y muy cómodo recibiendo sus mimos. Luego de unos minutos, las manos de Bruce cedieron un poco y ella se detuvo para mirarlo todavía muy de cerca. Sus ojos brillaban con una calidez hermosa, ni siquiera los golpes podían arruinar su belleza y atractivo, se preguntó qué podría estar pensando en ese momento tan íntimo, tan quieto y bonito que estaban experimentando y si acaso la notaría debilitarse con cada segundo que pasaban pegados de esa forma. Bruce la besó despacio, procurando ser lo más delicado posible, fue solo un beso, un inocente pico muy muy despacio e inevitablemente Ali acabó cerrando sus ojos esperando más, pero él se alejó apenas y los abrió de inmediato. "No seas tonta, no le demuestres que estas perdida" le dijo esa vocecita en su cabeza y procuró parecer lo más normal y relajada posible pero le parecía que no funcionaría con él todavía tan cerca. Bruce le sonrió sin mostrar sus dientes y luego tomó su mano derecha para hacerla ir con él hasta la habitación de la puerta abierta que había resultado ser una biblioteca. Tras pasar la puerta, lo primero que se veía era una chimenea apagada, muy grande y bien mantenida, muy limpia y obviamente sin uso por años, cerca de ella había un sillón de un cuerpo con respaldo alto y brazos anchos, en color verde viejo con detalles de flores en hilo dorado. Más allá de la chimenea, había cinco estanterías de libros, una tras la otra acomodadas como si fueran de escuela, formando cortos pasillo entre una y la otra, iluminados por las ventanas delgadas y altas que comenzaban a un poco menos de la mitad de la pared, hasta el techo. Ninguna de esas ventanas tenía cortinas y se veían árboles muy cerca de ellas que generaban no tanta claridad como quizás se esperaría. Al fondo de la habitación, a un costado de las estanterías, había un escritorio con solo un asiento y a su lado, pegado a la pared, un aparador de puertas de vidrio y estantes gruesos donde había algunos libros que se veían increíblemente viejos así como también algunos objetos al parecer, valiosos y antiguos como algunas medallas y una caja de porcelana muy fina. Ali observó todo eso en silencio mientras Bruce la llevaba con él hasta el escritorio al fondo de la habitación y una vez frente a éste, pudo ver que había algunos libros separados como cuentos clásicos y algunas novelas.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora