CAPÍTULO 26: No te detengas

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¿Era normal que sus labios ardieran de esa forma? Alissa permanecía inmóvil sentada junto a Marco con sus rodillas apenas rozando la pierna de él en el asiento trasero del Mercedes camino al Principal Tower. El chofer era casi invisible, sin embargo sentía un poco de nervios ante su presencia y no le despegaba los ojos de su asiento, justo frente a ella. Marco estaba completamente relajado, incluso podía sentir su buen humor y ocupaba su mirada entre el exterior y Alissa. Al notar que la joven estaba casi petrificada en su asiento, seguramente sin saber bien cómo actuar en esos momentos y viendo fijo al chofer, Marco colocó su mano sobre el muslo de Ali llamando su atención y le sonrió a la vez que le susurraba "No vendrá siempre con nosotros, tranquila" a lo cual ella le respondió devolviéndole la sonrisa, un tanto sorprendida de que pudiera leerla tan claramente. O ella era muy obvia, o él demasiado bueno descifrando pensamientos.
En diez minutos estuvieron en el edificio y luego de bajar del auto, el chofer siguió camino a la cochera donde dejaría el auto para luego retirarse finalmente a su casa. Marco tomó de la mano a Alissa para ingresar al edificio y no la soltó hasta llegar al ascensor en donde subieron de inmediato. Lo único que pensaba Marcos era en que las puertas se cerraran para poder besarla nuevamente sin tapujos aquella vez, pero el ver subir un matrimonio justo detrás de ellos le hizo poner una cara que pocos amigos, y esta vez fue Alissa quien pudo deducir lo que cruzaba por su cabeza, aunque en realidad lo creía así porque ella había estado esperando lo mismo: Estar solos y sin público, pero al menos ahora estaban a pocos minutos del piso.
Llegando al piso once, la mano derecha de Marco se posó en la espalda de Ali y bajó lentamente hasta su cola para luego subir lento por debajo de su blazer, posándose en el cierre de su bustier. El corazón de Ali tomaba ritmo y su sentido del tacto se agudizó enfocándose en la mano de Marco, lo miró fijamente con la pareja frente a ellos hablando de un estúpido club de campo y cuando él le devolvió la mirada, se mordió el labio inferior haciendo Marco se acomodara en su lugar, impaciente porque esa gente se largara. Para su desgracia, no lo hicieron y cuando ellos bajaron, la pareja siguió al último piso del edificio. A penas las puertas del ascensor se cerraron, Marco detuvo a Ali que estaba acercándose a la puerta y la trajo hasta sí para finalmente besarla otra vez.
Rodeando su cuello con sus brazos, Ali cerró los ojos sintiendo el calor que ambos emanaban y el deseo que se palpitaba, sintiendo sus manos acariciarla, su lengua dentro de su boca, la forma en que mordía ligeramente sus labios, su respiración agitada cargada de adrenalina y pasión. Alissa pudo identificar un sentimiento pleno y arrollador, estaba de golpe sintiéndose viva de una forma que hacía tiempo no lo sentía y que había descuidado, olvidado sin siquiera darle importancia. Podía no saber nada en realidad de ese hombre, pero no le importaba en lo absoluto en ese instante y pensaba que ya no le importaría más, lo deseaba y lo tenía, no importaba cómo, ambos se entregarían el uno al otro y se disfrutarían con una fuerza que Ali ya podía sentir y prever.
Marco besó su cuello caliente embriagándose con su dulce perfume y pensó que era el mejor de los aromas que había probado en mucho tiempo, estaba mucho más excitado de lo que hubiera pensado y le gustaba la respuesta que estaba obteniendo, era como si ambos supieran exactamente hacia donde el otro iba y de no haber sido por Alissa que le recordó que debían de entrar al departamento, Marco pensaba que sería capaz de tenerla contra la puerta de entrada mucho más. Apenas alejándose de ella, buscó en su bolsillo del pantalón la tarjeta de ingreso y luego le abrió la puerta para verla ingresar delante de él. <<Podría verla caminar toda mi vida>> le dijo la voz en su cabeza sin quitar los ojos de su cola y luego se pasó una mano por su cabello como buscando desaparecer aquella voz. Marco se quitó el saco caminando hasta donde Ali estaba acariciando a Poirot que no había tardado en ir hasta ella moviendo la cola y pegando pequeños saltitos; dejó el saco sobre uno de los sillones del living y fue hasta el mini bar.

-¿Quieres algo para beber? -le preguntó sirviéndose un poco de coñac.

-Lo mismo que tú -dijo ella sin importancia a la vez que dejaba su cartera en el sofá observando el lugar que ya había tenido la oportunidad de visitar y eso ciertamente fue algo que la ayudó a sentirse cómoda en esos momentos. Todo parecía perfecto como la primera vez que había ido, nada fuera de lugar y todo impecable: el piso brillante, las pocas decoraciones bien acomodadas, las luces bajas e incluso algunas sin encender y los vidrios que le daban una amplia vista a la ciudad sin marca alguna, el escenario era perfecto. Marco fue hasta ella con sus dos vasos servidos y luego de chocarlos en un sutil brindis, ambos bebieron de ellos pero claro Ali se llevó una sorpresa al sentir el sabor de lo que le había llevado pues era demasiado para ella- ¿Qué demonios es lo que tomas?

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora