CAPÍTULO 41: Cuando la Noche Buena se acerca

7 1 0
                                    

La misma noche de su encuentro con Gustav en el café, le contó a su mejor amiga absolutamente todo lo que había ocurrido y lo bien que se sentía más allá de haber removido viejos dolores de lo que había sido su más fuerte y seria relación con un hombre. Shawty la escuchó con paciencia  e hizo pocas preguntas para no interrumpirla mucho, le sorprendió un poco que Gustav hubiera demostrado algo de arrepentimiento y no porque su amiga no valía la pena, eso era algo más que obvio pero le era un tanto increíble que ese hombre se hubiera tragado su enorme orgullo y hubiera admitido que había cometido un error. Alissa sin embargo no creía que él estuviera realmente motivado a buscarla nuevamente por haberla extrañado o porque todavía la amara.
Recostada en su cama, con Gordo sobre su pecho casi dormido y mucho más cómodo de lo que ella estaba, le dijo a Shawty que pensaba que Gustav simplemente quería volver a buscarla porque vio a otra persona en la entrada del museo. Esa persona, era Cat. Gustav se había encontrado con la imagen de una mujer fuerte y decidida, arriesgada y con toda su mierda junta, en orden. Era la clase de persona que había estado buscando que Alissa se convirtiera estando con él, era la imagen de una persona que le gustaría presumir entre amigos, colegas y familiares. Bien vestida, elegante e imponente. Si bien se sentía muy bien consigo misma y de alguna forma, sentía que su vida estaba mejorando o al menos, sin esas enormes turbulencias como las que había pasado, lo cierto era que Alissa cambiaba cuando por las noches se encontraba con Bruce y se convertía en Cat. O dejaba salir lo que estaba siempre con ella, no lo sabía todavía con precisión. Se imaginaba a su falsa identidad como un alter ego, pero desde que había notado lo mucho que le gustaba Bruce y que podría estar sintiendo algo por él, esa identidad falsa se había fusionado en parte con ella. Pero estaba segura de que lo que había llamado otra vez la atención de Gustav, no era el recuerdo de sus tiempos juntos.
Luego de platicar sobre eso, pasaron a comentarse sus planes de Navidad. Estaban a sólo días y Alissa tenía que preparar los regalos al día siguiente, Shawty por su lado, estaba algo atareada por la visita que sus padres habían organizado para pasar esa fecha con ella y los nervios de que conozcan a Alain la tenían bastante alterada.

-Estoy segura de que todo saldrá bien, les gustará tu prometido -le dijo Ali sonriendo todavía incrédula del compromiso de su mejor amiga y desde el otro lado, una risa nerviosa se hizo escuchar.

-Ese es el problema, estoy segura de que lo adorarán -le dijo Shawty a la vez que observaba la calle desde la ventana de la cocina, esperando encontrar la moto  de su novio doblando la esquina, para regresar a casa después de una noche de trabajo- Cuando lo conozcan y sepan de que nos comprometimos, no harán más que insistir e insistir en que se fije una fecha y todo eso. Estoy aterrada y quiero al menos, un año de compromiso para asegurarme un poco de que no estoy arriesgando mucho.

-¿Tienes dudas?

-Para nada, creo que voy a casarme con él después de todo y que ya mis miedos, mi rechazo al compromiso, están completamente enterrados gracias a lo feliz que soy con él y lo bien que nos hacemos,  pero aún así quiero esperar y si llegara a surgir un problema, saber que lo superamos juntos, y que es correcto ir al altar para que dure décadas.

Pocos minutos después, cortaron la llamada cuando Alain estaba por cruzar la puerta del edificio y luego de trenzar su cabello y apagar las luces, Alissa se acostó pensando en que su día libre en el café podría usarlo para hacer las compras navideñas: regalos, cena y decoración para el árbol  que habían olvidado por completo que debían de colocar en la sala.
Aquella noche soñó con el cuerpo desnudo de Bruce sobre el suyo, escuchó sus gemidos cerca de su oreja y contempló esa sonrisa que le dedicaba cuando ella permanecía entre sus piernas. Despertó por la alarma con el corazón palpitando y un tanto acalorada, de inmediato el recuerdo del sueño se hizo borroso pero sabía muy bien lo que había pasado en él. Saliendo hacia el baño se preguntó si la llamaría pronto para verse, pero procuró no pensar mucho en eso y concentrarse en el día libre que le esperaba por delante. Luego de desayunar con Alice, salieron hacia la escuela donde dejó a su hermana menor prometiéndole que la iría a recoger a la salida para ayudarla en el traslado de una escultura que había estado haciendo con una compañera de curso y que colocaría en el diminuto jardín de frente de la casa ya que su compañera no quería llevársela consigo.
Desde la escuela, fue directo al centro comercial en donde buscaría los regalos para las pocas personas que importaban con un presupuesto no tan holgado como quisiera pero sin duda alguna, mucho mejor del que sería si no tuviera un segundo empleo. Estacionó y caminó hasta la entrada arrepentida de haber salido de la casa sin un suéter más abrigado bajo el abrigo pero supo que estaría poco tiempo en el exterior gracias a que ya no tenía que ir en transporte público de un lado a otro. Volvió a pensar en Bruce y sonrió, volvió a preguntarse si la llamaría pronto y revisó solamente de reojo el teléfono celular de Cat, pero no había ni un mensaje ni una llamada. Lo dejó nuevamente en la cartera mientras se dirigía a las escaleras automáticas y subió hasta la tienda favorita de Alice en donde buscaría algo que comprarle como regalo.
Escogió para su hermana una chaqueta de silver en color amarillo, lila y celeste pastel con unos bolsillos cuadrados bien grandes y también pasó a comprarle unos pinceles nuevos que costaron mucho más de lo que esperaba, por lo que achicaría el monto de su auto regalo aquel año, después de todo, no necesitaba mucho cuando Bruce y Verónica la habían estado facilitando muchas cosas. Luego pensó obviamente en su mejor amiga y para ella compró un nuevo rizador de cabello y unas pantuflas con forma de osito en color rosa que sabía que la harían sonreír mucho y no veía la hora de poder enviárselas por correo.
Para Joe una camisa con pequeños puntos azules, para Diana un espejo con luz para maquillarse y un hermoso neceser de color caramelo. No quiso olvidarse de Finn, ya que era un chico imposible de no querer y sabía que pasaría un momento con ellas en noche buena, estaba segura de ello. Asique para su cuñado se decidió por un nuevo videojuegos de fantasía que estaban lanzando justamente en esas fechas y que esperaba que todavía no tuviera. Pensando en que podría cambiarlo por otro de no ser así, salió de la tienda contenta y casi aliviada de saber que estaba ya terminando con el asunto de los regalos, pues sólo le quedaba escoger algo para la señora Dugle. La maestra de arte de Alice era una mujer maravillosa realmente y siempre había estado impulsando las metas de su hermana desde el primer momento que la conoció, había creído ella antes que muchos en el talento de Alice, incluso Alissa desconocía lo buena que de verdad era su hermana y toda la ayuda que la señora Dugle puso en Alice para su crecimiento artístico, pues debía de reconocerse siempre.
Luego de dar vueltas por algunas tiendas de ropa, convencida de que nada de eso era como lo que sabía llevar la profesora, entró de curiosa en una casa de decoración, pensando que quizás encontraría algún cuadro o escultura pequeña para obsequiarle. Una vez dentro de la tienda, comenzó a pensar que quizás se equivocaba en comprar algo relacionado al arte, pues ella no tenía idea de nada ¿Y qué tal si lo que a ella le parecía bonito, artístico y expresivo para la señora Dugle no lo era? Entonces salió del sector de decoración donde había demasiados cuadros con frases como "Amar, comer y reír" para dirigirse a la zona de bazar. Allí se enamoró perdidamente de un juego de té en color blanco con detalles de flores en color dorado y supo que sin duda alguna, era ideal para la señora Dugle. Luego de pagar por el juego de té y los adornos para el árbol, comenzó a pensar sobre la cena de noche buena y decidió comprar todo en el mismo edificio. El supermercado quedaba en la planta baja, no muy lejos del estacionamiento interno asique primero dejaría las bolsas de regalos para no entrar a comprar con todo a cuestas. Estaba por bajar por las escaleras mecánicas cuando a lo lejos, vio un cartel donde se anunciaban las tarjetas navideñas con divertidos motivos de familias felices y completas: padres, hermanos y hasta mascota. Alissa había olvidado por completo la tarjeta de ese año, no se le había cruzado por la cabeza como tampoco se le habían cruzado los regalos y demás preparativos. De camino al auto, pensó que le preguntaría a Alice si quería ese año enviar tarjetas y no le importaría en absoluto las tradiciones y el hecho de que todos pensaran que eran una obligación, siendo sincera, no tenía ánimos de otro año con una triste foto donde sólo ella, Alice y Gordo aparecen queriendo hacer el mayor esfuerzo por sonreír de forma sincera. Después de todo, no era que tuvieran a mucha gente para enviárselas tampoco, y las que ellas recibían tampoco es que las guardaran todos los años, solo muy pocas y estaban en el fondo de un viejo ropero con las suyas de años anteriores, cuando eran una familia completa.
Las compras para la cena no le llevaron más de media hora y cuando vio su reloj estaban siendo las doce y diez, lo que significaba que si tomaba un café podría hacer el tiempo necesario como para ir a la escuela por su hermana. Salió empujando el carrito de las compras y caminó sin prisa para ir hasta el volvo nuevamente y cuando ingresó para ir hasta el patio de comidas deseando ya saborear un café con crema, se cruzó con una casa de lencería que llamó su atención y se detuvo a observar su vidriera. Había hermosos conjuntos de encaje, portaligas sumamente seductores y medias con diseños que no había visto jamás en otras tiendas, en colores hermosos. Más allá de la vidriera, dentro del local en estantes altos y rosados, se veían maniquíes sin piernas ni brazos con más conjuntos un tanto más atrevidos y algunos disfraces también. Alissa sonrió ante la idea que se le había cruzado por la cabeza y miró la hora. Era temprano todavía y aún demorando un poco más de lo esperado, con el auto era más sencillo llegar hasta la escuela. Abrió su bolso y buscó su billetera, notando que quedaba un poco de efectivo todavía y que en todo caso, podría utilizar la tarjeta de crédito que ella y Alice tenían de emergencia desde que habían organizado su vida solas. ¿Era aquello una emergencia? Claramente no lo era, pero no estaba mal pensar en una pequeña sorpresa para Bruce en aquellas fechas, además podría contar como su regalo de Navidad también pues después de todo, no había nada que disfrutara tanto como el tiempo compartido en ese piso del Principal Tower. ¿La llamaría acaso? ¿O directamente dejaría pasar la fecha? De ser así, viendo la fecha límite que tenía su contrato, posiblemente sería la última vez que se vería con él y debería de decirle adiós. Alissa procuró no detenerse en ese pensamiento, no quería angustiarse nuevamente por ello y en su lugar, puso el cuerpo en marcha adentrándose a la tienda de ropa íntima.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora