CAPÍTULO 42: El anuncio de una boda y otros eventos inesperados

12 1 0
                                    

Cerca de las tres de la tarde, cuando estaba guardando los obsequios comprados en su armario, Alissa escuchó el celular sonando dentro de su cartera y de no haberlo tenido tan cerca, hubiera corrido a buscarlo para atender de prisa. Sin embargo, se llevó una decepción cuando se dio cuenta de que sonaba su teléfono personal y no el de Cat; y que se trataba de Joe en lugar de Bruce. Atendió de inmediato  igualmente, se preguntaba qué podría querer en su día libre y al saludarlo, le dijo lo mucho que le extrañaba que la llamara en vez de enviarle un texto. Joe se disculpó por molestar en su día libre pero estaba en la oficina del local atendiendo las cuestiones vacacionales de todos los empleados y se le acababa de presentar un inconveniente.
Vanesa, que sería la primera en tomarse los días libres por la boda de su hermana, le acababa de avisar que debieron de cambiar la fecha de casamiento por un problema con el lugar donde festejarían la fiesta y como la boda se festejaría en la Isla del Canal, debía de viajar por unos días y por ello necesitaba si o si las vacaciones para cuando sería la boda, pues era además de la boda de su hermana, la primer boda donde era dama de honor. Joe le dijo que haría todo lo posible para poder acomodar nuevamente sus fechas pero Diana no quería saber nada con cambiar pues de inmediato le habían pasado las fechas de salida de cada una, ya había reservado pasaje para visitar a sus abuelos en el campo y no quería cambiar todo y perder dinero. Asique Joe pensó obviamente en preguntarle a Ali si es que no le molestaba adelantar sus vacaciones.
Dos semanas de libertad no venían mal en esas fechas de navidad y año nuevo, pero sabía también que para año nuevo su ánimo estaría más flaqueado que en esos momentos después de terminar su contrato y el ocupar su tiempo en el trabajo le vendría de mil maravillas, sin embargo, comprendía lo importante que era para Vanesa todo aquello, no podía arruinarle los planes de asistir a la boda de su hermana asique le dijo a Joe que ella no tenía problema alguno en intercambiar fechas de vacaciones. Después de todo, se aproximaba la mudanza de Alice al campus universitario también y podría ocuparse de ello con días completos, estaría bien y podría sobrellevar la desilusión que se le venía con Bruce.
Con aquel cambio de planes repentino, a Alissa le quedaban solamente dos días de trabajo en el café y luego quince días libre de horarios y clientes, debería de organizar quizás algo que hacer dentro de sus posibilidades económicas y sociales, pues Shawty estaba lejos y los pocos amigos que después le quedaban, trabajarían. Imaginó cómo sería pasar todo un día con Bruce, cómo sería pasear con él por la ciudad y hacer algo como ir al cine o tal vez simplemente pasear a Poirrot. Le gustaría tener la chance de hacer algo así, pero en ese momento del día creía que no recibiría llamada alguna de él y quería quitarse esa sensación, ese sentimiento de desilusión que tenía, era en vano lamentarse. Se preguntaba qué estaría haciendo y lo cierto era que en ese preciso momento, era ella quien ocupaba la cabeza de Marco.

Le había pedido a Pete saber más sobre ese ex que había aparecido de la nada pero no como para saber sobre ella, respetaría el contrato que tenían y ambas partes no deberían de saber de la vida del otro pero quería asegurarse de que ese hombre no estaba molestándola nuevamente. La había notado nerviosa y molesta esa noche del museo, por un segundo pensó que se podría deber a que ese chico estaba involucrado con ella pero sabía que no podía ser posible, pues Marco no era estúpido y el acuerdo de exclusividad era algo que siempre se ocupaba de mantener corroborado. Tenía siempre a su acompañante bien monitoreada por un investigador que le daba tranquilidad y cuando algo no estaba bien, pues siempre se lo hacía saber. Con Cat, le había ordenado al hombre que hiciera lo de siempre: solo le daría noticias si es que veía que tenía encuentros en privado con otros hombres sospechosos de ser algo más y por el momento, no había nada de eso. Cat estaba siendo la acompañante perfecta en todos los aspectos, no podía pedir más y quería protegerla, ayudarla en cuanto pudiera. Entonces le pidió a Pete que fuera por ese hombre, quería que simplemente averiguaba si estaba en algo extraño metido o si es que hostigaba de alguna forma a Cat. Si nada había de malo y ese encuentro en el museo había sido meramente casual, pues no hacía falta informarlo de nada. En caso de haber algo, Marcos pensaría cómo proseguir.
En esos momentos de la tarde, Marcos estaba pensando en ella mientras paseaba a Poirot y casi no nota la presencia de Susan en una mesa a su izquierda. El Bar Café era pequeño, se veía acogedor y tranquilo, tenía pocas mesas sobre la vereda y dentro había tan sólo dos empleadas a la vista, que platicaban mientras servían café con casi todo el local ocupado. Susan estaba comiendo un tostado de queso y tomate con un agua con gas y un café mediano, revisaba una carpeta y tenía una tablet frente a ella con lo que parecían ser listas de cosas por hacer, unas largas listas de cosas por hacer. De no haber sido porque su amigo de cuatro patas se había detenido a olfatear cerca de ella, Marco no la habría notado y ella tampoco a él. Con Poirot tan cerca, Susan salió de sus enredados pensamientos y levantó la vista luego de reconocer al cachorro y efectivamente, era nada más y nada menos que Marco Ziegler. Le sonrió torpemente, un poco nerviosa ante el lugar donde se encontraban y casi de inmediato Susan miró hacia adentro como en automático, había sido una verdadera fortuna que justo ese día, Alissa no estuviera trabajando y al recordarlo, se relajó sabiendo que no había nada que preocuparse. No era un riesgo que él estuviera justo pasando por allí. Marco la saludó y se disculpó ante la interrupción de su mascota, Susan le aseguró que no era problema alguno, ya que los animales no le molestaban en absoluto aunque tampoco le gustaban tanto como para tener uno propio. Era extraño para ella que un cliente de Verónica y tan amigo de la KKT como lo era Ziegler, la reconociera y la tratara tan cortésmente, siempre olvidaban su cara de inmediato e ignoraban su presencia en todas las reuniones que su jefa podría tener.
Susan recordó aquella vez cuando un inversor la encontró de noche en un restorán muy cerca de allí, estaba cenando con una amiga y él con otros dos hombres más, que también los había visto en las oficinas de su trabajo. No había dejado de enviarle miradas seductoras, directas y cuando ella y su amiga pasaron a tomar algo al bar luego de la cena, dicho hombre de casi cuarenta, muy alto y bien vestido, perfumado y de impecables zapatos, se acercó a ella para hablar buscando la aceptación de una copa y quizás algo más. Susan aceptó la copa, no le gustaba la idea de involucrarse de ninguna forma con socios o clientes de la agencia, pero ese hombre era demasiado atractivo para ella aún con pestañas tan caídas y un mentón tan marcado como el que tenía. Fue en un momento cuando él dijo algo como "Vine a Londres por negocios, pienso quedarme sólo una semana y no conozco a nadie, pero creo que podría extender mi estadía ahora que conozco a alguien tan encantadora como vos" que Susan se dio cuanta de que no tenía ni la más pálida idea de quien era ella y de que a decir verdad, ya se habían conocido y ella había estado en la misma sala de reuniones mientras él platicaba con Verónica y otros miembros de la junta directiva.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora