CAPÍTULO 50: Regreso a casa

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Fue curioso para Marco cuando Ali lo detuvo dos segundos para ir por un condón de su cartera. "¿No era que nada pasaría en este viaje?" Le preguntó sonriendo mientras la observaba desde la cama, ya completamente desnudo al igual que ella. Sonrojada, regresando casi corriendo a la cama, Ali le dijo que desde que lo conocía, no podía dar nada por sentado y mucho menos cuando de sexo se trataba. Al meterse bajo las sábanas de la amplia cama matrimonial, Ali se abrazó a él y se besaron durante varios minutos, frotando su cuerpo contra el suyo, sintiendo como el cuerpo de Bruce no dejaba de reaccionar a ella, Ali sentía que aquella noche no la olvidaría jamás. Los besos de Bruce eran apasionados, hambrientos y le cortaba la respiración, parecía despertar en ella una pequeña fiera y de no ser porque ya estaban desnudos, hubiera arrancado su ropa de él.
Al sentir con su mano derecha el miembro de Bruce y comenzar a acariciarlo, éste largo un gemido por lo bajo y se tumbó en la cama boca arriba, dejando que ella tomara el control por el momento. Sin dejar de tocarlo, Ali beso su abdomen bajando despacio hasta su pene y luego de lamerlo dos veces como si fuera una paleta, lo introdujo por completo en su boca comenzando a chupar lentamente y luego, cada vez más fuerte. La mano de Bruce que acariciaba su espalda y su cola, buscó su vagina para masturbarla mientras ella le practicaba sexo oral pero Ali no quería extender demasiado aquello y tomó el condón para colocárselo. Una vez sobre él, dejó que Bruce la lamiera y besara como quería y luego finalmente lo tuvo dentro suyo después de tanto, siendo así aún más placentero. Ali se sostuvo del respaldo de la cama mientras él la embestía con fuerza recostado entre las almohadas y los gemidos comenzaban a ser cada vez más fuertes al punto de que prefirió en un momento, taparse la boca con una mano pero Bruce se la quitó de inmediato haciéndole saber que escucharla gozar de esa forma, era mil veces mejor para él.
El calor del ambiente no se comparaba en absoluto al que tenían dentro suyo y ninguno de los dos se dio cuenta del avance de los minutos estando juntos en la cama. Luego de haber acabado, Bruce se concentró en complacer un poco más a Ali con su lengua hasta que ella dijo basta y siendo casi las cuatro de la mañana, cayeron exhaustos uno al lado del otro, desnudos, despeinados y transpirados como jamás lo habían estado. Sonriendo, Ali respiró profundo y estiró su cuerpo sintiendo los dolores en ciertas zonas como su cola, que a Bruce le gustaba apretar y nalguear mientras penetraba como también en sus rodillas cuando permanecía de cuclillas subiendo y bajando sobre él. Pero era capaz de soportar esos dolores y otros peores con tal de disfrutar de ese sexo tan divertido y fogoso que tenían.
Debía de admitir que el viaje hubiera sido mil veces mejor desde un comienzo si ella no hubiera pensado que reprimir sus ganas de acostarse con él era lo mejor para ella y sus sentimientos por él. Pero no lo diría en voz alta, eso  jamás. Cuando Bruce se acercó a ella y le preguntó por lo bajo si es que quería bañarse con él, despejó por completo su mente y se concentró en él, en su rostro a la luz de la madrugada, en su nariz y sus labios, sus ojos claros y brillantes, estaba convencida de que ese hombre le podía pedir en ese instante tirarse juntos al Nahuel Huapi desnudos y en invierno y lo haría sin dudarlo porque después de todo, aún con todas las bajas que podían tener desde que habían firmado el primer contrato, jamás había tenido mejor conexión con alguien. "Pero todo es falso..." le recordó esa voz en su cabeza, pero ella prefirió callarla y salió de la cama para ir con él al jacuzzi donde permanecieron media hora relajando su cuerpo y mente, bajando los latidos y la temperaturas de sus cuerpos. Los masajes que el agua fría les daba eran perfectos, Ali podía seguir el ritmo de la respiración de Bruce que permanecía tras de ella, rodeándola con sus piernas, masajeando su espalda y cuello con extremo cuidado, besando cada tanto sus orejas, acariciando su pecho y vientre como si buscara leer algo en su piel que ella escondiera de él y escuchando música muy suave, en silencio, disfrutaron de un momento tan romántico como extraño para ambos, que comenzaban a sentir que aquello, se quedaría con ellos para siempre. Bruce le preguntó qué le gustaría hacer aquel día que sería el último allí en Bariloche y ella no supo qué responder pues simplemente le gustaría pasar todo el día dentro de esa habitación, en esa cama, sin nada en qué preocuparse más que en el placer de ambos pero no quería decirlo en voz alta, sería demasiado. Bruce le dijo que él debía de reunirse temprano por su trabajo asique se verían seguramente para almorzar y mientras tanto, podía pensar o averiguar tranquila qué hacer para cuando se vieran si es que tenía ganas de salir del hotel y al escucharlo, sospechó de que después de todo, quizás no era la única que pensaba en encerrarse en la suite sin hacer nada, más que tener sexo todo el día.
Cuando regresaron a la habitación, Ali cambió las sábanas con su ayuda sin poder evitar sonreír al verlo tan... real. Tan "entre casa" por así decirlo, jamás lo hubiera imaginado haciendo algo tan simple como aquello, aunque seguramente no lo hacía por que con todo su dinero, debía de tener quien se encargara de esas tareas domésticas pero en ese momento a esa hora de la madrugada, no podía ir nadie. En cuanto se metieron a la cama, Ali pensó que lo mejor sería guardar cierta distancia y luego de decirle buenas noches, se volteó para apagar el velador de su mesa de luz y reposó su cabeza en la almohada para conciliar el sueño. No tenía idea qué hora era, ni tampoco cuánto demoró en dormirse pero sin duda alguna había sido muy poco y  cuando abrió nuevamente los ojos, había una claridad absoluta en la habitación.
Movió sus piernas y sintió a Bruce tras ella, abrazado a su cintura como un niño pequeño profundamente dormido y con cuidado, esperando no despertarlo, se incorporó apenas como para llegar a ver el reloj despertador que marcaba las siete y media pasada. ¿A qué hora debería de salir Bruce por su reunión? ¿Debía de despertarlo y preguntarle? Al mirarlo todavía encima de ella, respirando tan tranquilo y adorable, no se contuvo las ganas de besarlo y reposó sus labios sobre los de él para luego sonreír como una tonta, sabiendo que él no sabría jamás la forma en que su corazón estaba explotando de cariño en ese instante.
Al querer salir de la cama, él se movió quedando boca arriba y luego de ir al baño y revisar a Poirot que descansaba en el balcón con su juguete, regresó a la cama para finalmente despertarlo. Con cuidado, esperando no asustarlo, se acercó a él recostada boca abajo y acarició su mejilla a la vez que lo llamaba en voz baja y unos segundos después, comenzó a abrir los ojos moviéndose lento sobre la cama, estirándose bajo las sábanas. Todavía entre dormido, le preguntó la hora y le Ali le dijo que todavía no eran las ocho y que si acaso no llegaría tarde. Bruce le rodeó la cintura con uno de sus brazos y la atrajo hacia él para besarla y casi encima suyo, Ali sintió su miembro un tanto más despierto que él.
Cuando ella bajó la mirada con una sonrisa un tanto traviesa, Bruce se rio y le dijo que seguramente había estado soñando con ella para despertar de esa forma y volvió a besarla. Con los ojos cerrados, concentrada en el movimiento de sus lenguas en el beso, de a poco comenzó a bajar la mano que reposaba sobre el pecho de él para palpar su entrepierna y al entrometer su mano bajo sus calzoncillos, un pequeño rugido salió de Bruce que la besó un tanto más furioso pero ella cortó el beso para destaparlo y acomodarse entre sus piernas. Sin decir nada, Bruce se acomodó un poco más entre las almohadas y la vio bajar levemente su pantalón de pijama junto con su calzoncillo para dejar al descubierto su pene. Ali lo masajeó con ambas manos unos minutos mirando con una sonrisa a Bruce que la miraba encantado y cuando estaba por acercar su boca, se detuvo un segundo.

SIN NOMBRES (La acompañante) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora