0 - Prólogo.

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Los escombros y el humo no le dejaban ver claramente lo que tenía más allá de tres metros frente a él, dándole total ventaja al enemigo y a él una tremenda frustración por no poder llevar al cien por cien las prácticas que tenía de sus habilidades. Aunque tenía una gran ventaja, no era algo que resultara conveniente si no era en batalla.

Por eso prefería estar peleando o encerrado en su habitación para evitar tener que socializar. Algo absolutamente innecesario y molesto si se lo preguntaban.

La gente resultaba molesta, sin excepción alguna.

—No parece que tengas mucha ventaja, exorcista. Entrega la inocencia y déjate matar.

El akuma tenía la habilidad de proyectar su voz desde diferentes puntos para confundir al enemigo, lo que lo hacía un oponente difícil, aunque no era particularmente por eso que resultaba de esa manera. Su aura también se dividía, y que decir de sus colores. Aunque a decir verdad esos no eran el problema real. Tenía que enfocarse en encontrar al verdadero o de verdad tendría una gran ventaja sobre él.

Se concentró, intentando calmar su errático corazón. No hacía mucho que había abandonado el laboratorio junto a Alma y no eran muy capaces de controlar del todo sus emociones en el campo de batalla.

Eso era fastidioso.

El akuma se lanzó al ataque y Kanda solo pudo esquivarlo con dificultad. Su cuerpo se regeneró de inmediato después del golpe en el brazo, no pudo esquivarlo del todo, pero era mejor a ser atravesado, el sello lo regeneraba, pero no evitaba el dolor. Y eso era molesto. Por eso mismo procuraba ser prudente en el campo de batalla.

—Kanda, he acabado de mi lado. Tienes que salir de ahí cuanto antes, vienen más akuma desde el norte.

La molesta voz de Lenalee se escuchó desde el comunicador. Haciendo énfasis en lo que hasta el momento era obvio para él. Hubiese referido que Alma fuese su acompañante. Al menos era más centrado en priorizar la información que daba por los comunicadores, mientras que Lenalee era más molesta que cualquier otro.

Aunque en un principio la confundió con... otra persona, pronto se dio cuenta que era absurdo comparar. Ni siquiera se molestó en responderle, a pesar de que su odiosa voz se seguía escuchando, preguntándole si estaba bien y vaya a saber que más.

Con brusquedad se quitó el aparato del oído para poder centrar su atención en su oponente. Por suerte la inocencia se encontraba bien resguardada dentro de la cápsula, lastimosamente no la pudo guardar sin que el akuma se diera cuenta. Ahora era certero que era él quien la tenía y eso lo volvía la presa del enemigo.

Tenía que acabar con esto pronto, le disgustaba sentir a la gente a su alrededor. Aunque los buscadores estaban evacuando el pueblo lo más rápido que podían siempre había gente rezagada que era más lenta que la mayoría. Los humanos son una molestia.

Kanda se preparó para el ataque, estaba harto y cansado, no podía esperar a que la molestia desapareciera, tenía que actuar ya si quería llegar a tiempo para la cena. Joder que tenía hambre y ganas de una ducha decente. Desde que dejaron la Orden no había podido dormir bien porque extrañamente la cama de su cuarto en el cuartel le resultaba más cómoda que las molestas camas en las posadas, que vaya a saber qué gentuza había usado.

Muy bien. Si quería descansar haría su trabajo.

El akuma atacó, Kanda lo desvió y aprovechó que la presencia del akuma se sentía más sólida que las de alrededor. Si, definitivamente era el original. Con un rápido movimiento y sin vacilar por fin acabó con su adversario. Las demás presencias a su alrededor desaparecieron y por fin pudo bajar la guardia.

Se aseguró que la inocencia siguiera en su lugar y escaneo por última vez el lugar... había sentido que alguien le miraba. Una mirada por de más pesada y que además no le daba buena espina.

Podía decir que quien lo había estado observando no se quedó mucho, no podía sentir nada a parte de Lenalee acercándose a su posición, saltando por los techos con sus botas, pronto pudo ver el par de coletas verduzcas acercarse a él.

—Kanda ¿Estás bien?

—Obviamente.

—Qué bueno ¿tienes la inocencia?

En lugar de responder únicamente levantó ligeramente su gabardina y mostró el pequeño cristal donde se guardaba la resplandeciente inocencia. Con disimulo escaneo a la chica, se veía algo golpeada y el polvo se pegaba a su cabello, pero por lo demás se veía ilesa.

No hacía esto por gusto propio, el pesado de Alma le había amenazado de una manera muy creativa si no velaba por la chica. Bueno, velar en lo que concierne a la gran empatía que poseía Kanda Yuu, que era menos del cero por ciento de todo lo que conformaba su ser, pero Alma solía ser muy creativo en cuanto a bromas pesadas.

Juntos emprendieron su camino de regreso a la Orden, añorando la comida del extraño hombre de la cafetería y una ducha. Le costaba admitirlo, pero ese afeminado preparaba la soba de una manera en la que no había probado en ningún otro lado fuera de la Orden. Claro que jamás se lo diría al hombre o sería víctima de sus excesivos halagos y muestras de afecto.

Daisya y Alma se unirían a la acción y nadie los podría parar.

Prefería pasar sus días en paz, gracias.

Sin embargo, no pudo evitar voltear de nuevo para recorrer el lugar con duda. Aquella mirada que sintió en su persona lo dejó pensativo. Era extraño, sintió una mirada, pero no un aura y eso no era normal.

—¿Todo bien? — le preguntó el buscador que iba a su lado, llevaban alrededor de cuatro buscadores con ellos, pero solo uno se percató de su análisis al antiguo campo de batalla.

Sin contestar siquiera, siguió caminando. No era que hubiera sentido esa mirada sobre él otra vez, pero prefirió seguir su camino a la orden.

Estaba cansado.


XXX


Una capa negra cubría por completo su cuerpo y le ayudaba a confundirse con el entorno. Qué curioso. Le habían podido sentir y eso era inusual. Tenía que decírselo cuanto antes a su maestro. Aquellos niños tenían una mezcla de sentimientos que no era normal y preocupante.

Y resultaba más repulsivo que los adultos solo se limitaran a evacuar a la gente mientras también corrían por sus vidas.

De lo más despreciable.

Tenía que preguntar adecuadamente a su tutor si había algo que pudiera hacer.

Solo esperaba que no le fueran a regañar por tardarse de más en sus quehaceres, se había distraído con una batalla tan desigual desde su punto de vista.

Bah, el maestro era comprensivo... o por lo menos buscaría la manera de evitar el regaño. Pero era mejor no mencionar la pequeña ayuda que había brindado o el regaño sería peor.



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Gracias por leer. By KNM.

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