3 - Capítulo Tres.

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Allen Walker llevaba exactamente siete días sin despertar. Siete días desde que ante el mundo y su familia estaba muerta. Siete días en los que la Orden se había encargado de conseguir toda información sobre ella que les fuera posible.

Únicamente habían logrado encontrar su historial médico y ahora sabían que su tipo de sangre era "A" y que había tenido anemia a los cinco años. Pero ¿qué niño no ha tenido un poco de anemia por no querer comer verduras?

No se sabía mucho de ella y hablar con sus padres o parientes sería de lo más descortés del mundo. Le acaban de dar por muerta y eso no era un caso que se viera mucho incluso dentro de la Orden.

Pero no se podía exponer al mundo la existencia de los exorcistas y de las actividades que eran llevadas por el Vaticano sin que nadie lo supiera.

Normalmente se reclutaba a los exorcistas, pero se mantenía un pequeño fondo para apoyar a las familias que quedaron atrás, en especial si era el proveedor principal quien se veía obligado a partir. La mayoría de los buscadores no tenían familia y quienes sí la tenían, por lo general no estaban en buenos términos con estas.

Era raro que alguien entrara sin contar con esos dos factores comunes entre la Orden. Por supuesto, se sabía que el Vaticano enviaría de maneras muy creativas, ciertas remuneraciones en nombre de Allen y más que todo por orgullo que otra cosa. Eso todo el mundo lo sabía, pero no era algo a lo que le prestaran especial atención.

La incertidumbre acerca de Allen crecía conforme pasaban los días en los que se mantenía inconsciente, ¿y si Kanda tenía razón y sincronizar le había causado muerte cerebral?

No era imposible, pero esperaban que no fuera el caso. Se guardaba la expectativa, ya que de estar muerta la inocencia habría regresado a su forma original. Pero no era el caso y además seguía respirando.

Al quinto día Komui había llevado nuevamente a Allen con Hevlaska, esta vez en compañía de Kanda y de madrugada. Asegurando que no hubiera gente entre los pasillos. Por respeto a la chica, era mejor que nadie se aglomerara a su alrededor o cuchichearan mientras iba de camino al ascensor.

En esa ocasión, Hevlaska se había inquietado más al comprobar que ya siquiera podía sentir su aura. Durante su primera visita por lo menos pudo detectar la inquietud de su energía y la inestabilidad que había en la inocencia. Pero ahora nada, al igual que Kanda, no pudo sentir nada.

Y eso los dejó más preocupados que asustados. Sin embargo, el fuego volvió a reaccionar al toque de ambos. Con la pequeña variante de que al desaparecer la chica respiraba con dificultad. Literalmente estaba jadeando. Pero no despertó. Y luego de un rato su respiración se volvió normal después de un tembloroso suspiro. Aquello fue inquietante.

Eso al menos era una señal de que seguía con vida. Si iba a despertar o no, no lo sabían, pero por el momento bastaba con que siguiera respirando.

Las enfermeras habían hecho turnos para cuidar de ella las veinticuatro horas del día. En caso de que despertara durante la madrugada y pudiera lastimarse de verdad. Aunque, a decir verdad, lo que podría causarle shock al despertar sería su apariencia.

Un cuerpo humano ya sea que se mantenga inconsciente o no, necesitaba de aseo regularmente. Incluso una persona en coma recibía la higiene personal diariamente. Pero al no poder tocarle las enfermeras no podían hacer eso por ella.

Aunque el olor no era muy fuerte de seguro no estaba cómoda. Pero ni siquiera eso podían saber.

La enfermera de turno de la séptima tarde estaba colocando velas aromáticas alrededor de ella. Para que al menos el aroma la perfumara un poco. También se podía dar el caso de que despertara al sentirse segura con la fragancia. Una estabilidad psicológica o algo por el estilo.

FideliumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora