1 - Capitulo Uno.

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Gritos.

Fuego.

Dolor.

Sangre.

Era todo lo que había a su alrededor y no era precisamente su culpa. Aunque la mayoría afirmara lo contrario.

Él no tenía la culpa de que una excursión de adolescentes se le cruzara en el camino para encontrar la inocencia. Los buscadores no hacían bien su trabajo y eso estaría en su reporte sin falla.

El único problema es que los buscadores también mandarían su reporte y definitivamente, entre sus palabras estarían los insultos al general por preocuparse más por su ropa y no por los civiles a su alrededor. No se podía evitar, tenía una cita más tarde y no pensaba llegar lleno de polvo. La presentación, ante todo.

—Un general. Mátenlo. Mátenlo. Matar al general. Muerte al exorcista.

—¡Ugh! Tan molestos como siempre.

Con un pisotón a su cigarrillo se preparó para trabajar. Se estremeció. La palabra sonaba horrible de solo pensarlo.

Desenfundo su arma y con un par de disparos, acabó con los akumas de nivel dos que había por el lugar. Las explosiones retumbaron y el humo molesto volvió a hacer su maravillosa aparición. Arruinando su ropa. Maldición, ahora si tenía que acabar con eso rápido.

Sin meditar demasiado se lanzó nuevamente al ataque. Podía decir que la inocencia estaba cerca sí, pero el número de akumas se hacía más grande al estar contiguo de la cima del volcán inactivo.

—General, hemos evacuado a la excursión, pero... —el buscador fue interrumpido. Su voz era tan molesta.

—¡Al fin! puedo dejar de contenerme.

Y sin más cortó la comunicación. Quería acabar con esto rápido.

María se encargó de trasladar su posición al punto más alto del volcán para poder buscar mejor la inocencia y de paso acabar con más akumas. Era realmente un fastidio.

Nivel tres ¿eh? el conde estaba haciendo más rápido su trabajo de lo que parecía.

Elevando el nivel de su concentración, busco hacer un disparo final para acabar con la escoria. Pero hubo algo que lo detuvo de golpe. Esa sensación... ¿Qué demonios?

Un misterioso círculo de ¿fuego? se expandió desde un punto del bosque y acabó con todos los akumas que rodeaban la montaña. Eso... eso era... ¿qué carajos?

Con prisa se acercó al lugar de donde provino el ataque, tenía que ser una jodida broma. O una muy mala fortuna para quien sea que haya lanzado semejante ataque. Tenía que comprobar sus sospechas, más por curiosidad que por mero sentido del deber.

Cuando llegó al pequeño claro hecho antinaturalmente por el fuego se quedó helado con lo que vio.

La desgracia persigue a quien menos se lo espera.

Una chica de cabello blanco estaba inconsciente en medio del fuego que lentamente empezaba a desaparecer, aparentemente esfumándose en la nada luego de haber cumplido su misión.

Una inocencia de lo más extraña. Parecía haberse fundido con la sangre de la chica y ahora reposaba en forma de argollas alrededor de sus muñecas, dejando a la vista los estigmas que habían causado la liberación del poder. Eso debió doler.

Aquello era de lo más extraño, se acercó con cautela, procurando no ensuciar más su ropa para ver si la chica se encontraba bien. Estar rodeado por fuego residual no debería de ser saludable para nadie.

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