23 - Capítulo Veintitrés.

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—¿Estás seguro de que te encuentras bien?

Silencio.

—¿No será que lo raptaron, le lavaron el cerebro y después lo trajeron de vuelta?

Silencio de nuevo.

—Puede que, en lugar de eso, el golpe que recibió por la explosión de Suman lo dejó tonto.

Esta vez un gruñido.

—¡Ah! ¡Mira, Daisya! Esa es una señal. Significa que no... —Alma no pudo terminar su oración.

Kanda tomó a Mugen y la colocó en su cuello con un movimiento demasiado rápido. Marie negó con la cabeza y Daisya salió corriendo. Mientras que Tiedoll y Allen solo suspiraron. Esos dos llevaban alrededor de los tres días de viaje molestando al japonés hasta el hartazgo. Era un milagro que siguieran con vida.

Sin embargo, era curioso que el pelinegro solo los persiguiera por un rato, para después dejarlos por su lado e ignorarlos de manera olímpica. Increíblemente no explotaba en rabia y destruía todo lo que le rodeaba con su Inocencia.

También era bastante curioso que durante todo el camino no había peleado para nada con Allen. Incluso tuvieron un par de conversaciones tranquilas en las que nada fue destruido. Bueno, sí se le puede llamar conversación a saludarse por las mañanas.

Se estaban comportando como la gente normal.

Y eso daba miedo.

Desde que salieron de la sede de la rama asiática, Kanda se estaba comportando diferente. Tan diferente que sentían que de verdad se trataba de otra persona. Tiedoll sorteaba el asunto diciendo que sus enseñanzas por fin habían dado sus frutos. Después de todo, él no educó a Kanda para que fuera tan asocial.

Y no podía estar más lejos de la verdad.

Kanda no había mencionado ni una palabra sobre lo que hizo que ahora estuviera más tranquilo. En realidad, ni él mismo lo entendía del todo. Pero había tomado una decisión y se iba a mantener fiel a ella. Y bajo ningún motivo daría explicaciones al respecto. Tampoco es que pudiera darlas sin parecer un loco.

Pero comportarse amablemente -dentro de los estándares de Kanda Yuu-, era lo mínimo que podía hacer. Aunque tenía que admitir que se sentía más relajado.

Estar rodeado de tantas sensaciones ajenas desde pequeño; que lo hacían ser consciente de más cosas de las que debería o le importaran, no era nada fácil ni nada agradable. El pelinegro siempre consideró que él no era la persona más indicada para tener un don como ese. Y ahora que ya no lo tenía se sentía aliviado.

No necesitaba dar explicaciones. Si era necesario, se quitaría el colgante del cuello y sería capaz de saber lo que le rodeaba si la situación lo requería. Es solo que no lo quería hacer.

Tiedoll estaba bastante complacido al ver a su aprendiz en esa nueva faceta. Ahora se tenía que enfocar en que los demás no lo molestaran demasiado. De lo contrario ese estado de calma no le duraría.

Por otro lado...

—General. —escuchó la voz de Allen a sus espaldas. —¿Sabe en dónde nos encontraremos con el general Cross? ¿O lo que tenemos que hacer al llegar?

—La verdad es que todo dependerá de la situación, Allen. —la miró con detenimiento por unos momentos. —Tú mantente tranquila.

La chica soltó un suspiro. Ahora quien parecía un poco decaída era Allen. Se había comportado más sombría desde que dejaron la rama asiática. Incluso se veía un poco nerviosa. Y era demasiado claro el porqué.

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