31 - Capítulo Treinta y Uno.

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Una palabra que para la mayoría ahí no significó nada más que confusión, se instaló con el peso de mil preguntas e inquietudes en las mentes de todos.

El inspector Lvellie estaba con los puños apretados y con el ceño profundamente fruncido. El joven de cabellos rubios a su lado se encontraba con la mirada fija en su superior, pendiente de sus reacciones y lo que estaba por decir. Mientras que el mayor, sentía su interior retorcerse de disgusto. Esa palabra. No muchos sabían de lo que había pasado en el Vaticano gracias a un integrante de ese grupo. Y hoy en día, eran menos los que quisieran hablar al respecto.

Fue hace demasiado tiempo. Y a pesar de que cuando escuchó lo que aquella bruja le había dicho al general tuvo una ligera sospecha, algo en su interior, se negaba a admitir que ese tormento del que pocos sabían todavía estaba sobre esta tierra.

Por otro lado, la expresión de Bookman se volvió complicada, y de manera inconsciente mantuvo sus manos apretadas en puños, con las mismas complicaciones en su interior debido a las memorias que persistían gracias a esa palabra.

Fidelium.

No estaba confirmado, pero mientras persistiera la sospecha de que Allen Walker pertenecía a esas personas, el malestar no haría más que crecer.

Al ver las expresiones complicadas de esos dos hombres, el director no pudo más con su incertidumbre y se atrevió a preguntar.

—General Cross, ¿a qué se refiere con que ahora entiende el miedo de esa mujer?

El hombre se mantenía con los ojos cerrados, relajando un poco su garganta después de haber hablado tanto. Cuando los volvió a abrir, en su mirada había algo que solo podía interpretarse como un intento de ocultar su frustración. Pero antes de que pudiera hablar, fue interrumpido por el inspector.

—Todo esto debe ser discutido en una reunión formal, director Komui. — habló con autoridad. —Si es cierto lo que el general dice, y se comprueba que Allen Walker forma parte de esa organización; este es un asunto más serio de lo que parece.

—Un momento, inspector. Si la situación es tan peligrosa como afirma, considero necesario que los exorcistas sean informados al respecto.

Komui reaccionó demasiado tarde, y se arrepintió de haber dicho algo como eso cuando vio la expresión del inspector.

—Bien puede que esté en lo cierto, director. Pero no todos los exorcistas están presentes. Y tengo bastante curiosidad por saber en dónde se encuentran los demás, si tengo entendido que deberían estar con Cross.

Antes de que Komui pudiera responder, Cross volvió hablar.

—Los envié a que realizaran un asunto importante para mí. Se encuentran en la península Islámica en estos momentos.

Convenientemente, cambió la verdadera ubicación de los jóvenes que habían sido enviados por él a cuidar de ese "asunto importante".

—Y se puede saber, ¿qué clase de asunto es ese, general Cross Marian?

—No se preocupe, es algo que puede ayudarnos a enfrentarnos a estos personajes.

Claramente no iba a revelar que eso que había afirmado era una vil mentira. Cross incluso creía, que aquello que se encontraba siendo protegido, tal vez también corría peligro después de tener una noción de quiénes eran los Fidelium. Pero esa mentira pareció tranquilizar al inspector, por lo que no volvió a preguntar.

Lvellie asintió con contemplación y una vaga esperanza de que eso fuera cierto. Aunque se encargaría de averiguar si lo que decía Marian era verdad.

FideliumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora