42 - Capítulo Cuarenta y Dos.

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Tenía demasiadas cosas que hacer y aun así... en teoría estaba bajo supervisión.

Pero Howard Link, a pesar de que Allen sabía quién era, se empeñaba en continuar en su papel de fiel servidor del inspector Lvellie, y se mantenía a su lado todo el tiempo. Secretamente Allen disfrutaba de dejarlo creer que ella todavía no se había dado cuenta de la verdad.

Y de cierta asignación secreta -e imposible- que tenía el pobre agente.

El estado "etílico" en el que se mantenía constantemente era un excelente disuasorio. Howard creía que eso era lo que evitaba que notara todo lo que pasaba a su alrededor. De hecho, todos en la Orden creían que era eso lo que impedía que se diera cuenta de que -según ellos-, le estaban ocultando cosas.

Cuando en realidad era todo lo contrario. Desde que llegó a la Orden Oscura, los que no sabían que quien siempre lo supo todo, era ella.

Siempre supo incluso más que ellos mismos.

Sin embargo, seguían empeñados en creer que tenían las riendas de la situación. Enviándola a misión inútil, tras misión inútil. Siempre en compañía del cada vez más preocupado y callado Kanda Yuu. Aunque este era a quien siempre le resultó más fácil camuflar sus sentimientos con molestia; un ceño fruncido y una actitud irritable.

Allen quería evitar reconocer ese otro sentimiento que se manifestaba cada vez más profundamente en el interior del japonés. Lo ocultaba bastante bien y, por desgracia, con él debía escoger con cuidado el método que utilizaría para espantarlo.

"Aunque es bastante curioso que te esté apoyando a su manera"

Al estarse valiendo del grillete elegido, le era más difícil controlar su visión para ver las emociones de la gente, más otros factores que ni siquiera Kanda se imaginaba. Y, aunque no era el más urgente por espantar, ese pobre idiota era quien tenía las emociones más fuertes últimamente.

"Y parece que ni el mismo lo sabe"

"O más bien, no lo quiere reconocer"

"Ni actuar en consecuencia"

"Y es mejor si no lo hace"

Con un suspiro cansado volvió a destapar la petaca y tomó un profundo trago, sin dejar que nada del contenido se desperdiciara. Link hizo una mueca mientras la veía. Y al terminar de beber al menos ya no supo si le disgustaba o le preocupaba. El estrés contribuía a que tuviera que beber más.

Quedaba poco tiempo, y con cada trago que tomaba, se acercaba más al límite que le había dado el Ancla de su maestro. Cuando su predecesor supiera que Allen ya no tenía un Ancla, al menos hallaría todo organizado para que el resto fuera hecho por él. Ya casi estaba todo listo.

Solo le quedaba cumplir con aquello que le había pedido el Hermano Mayor antes de irse. No se sentía lista para hacerlo, pero al parecer la situación ya no estaba en sus manos. Y por lo visto, tampoco la decisión de si quería hacerlo o no.

Las malditas coincidencias no existían en la vida de Allen. Y la prueba contundente de que el Hermano ya se había dado cuenta que estaba evitando la situación, se hizo evidente cuando la asignaron a esa misión.

París.

Ni siquiera podía insultar al hombre porque se iba a dar cuenta.

"Y sería una falta de respeto"

Con el recordatorio soltó un gruñido y bebió.

—Deberías dejar de hacer eso, al menos durante el trabajo, Walker. —por fin se atrevió a decir Link con un tono de molestia. —Tu desempeño en esta misión se puede ver afectado.

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