38 - Capítulo Treinta y Ocho.

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Antes de que toda la pelea empezara, Komui había dejado el área de investigación hace poco tiempo junto a Lvellie.

Los dos estaban algo cansados y aún había temas que debían discutir. Sin embargo, mientras iban de regreso a un área más poblada y menos estresante, del radio del conductor se empezó a escuchar estática, luego de unos segundos el reporte del ataque se dio; haciendo que Komui se preocupara demasiado por su hermana y el resto de los exorcistas.

Por fin la familia Noé había hecho su aparición.

Lvellie torció el gesto, pero quería estar presente en esta ocasión. Ver con sus propios ojos lo que iba a pasar era imperativo.

—Da la vuelta.

Aunque reluctante, el conductor dio un giro en U bastante agitado y pisó el acelerador. No estaban muy lejos y les faltaba poco para llegar, cuando vieron todo el caos que se estaba desarrollando debido a las explosiones que había por doquier.

Les faltaba aproximadamente un kilómetro, cuando una ola de fuego hizo que el auto en el que iban diera varios giros que casi los hacen volcarse. El conductor hizo lo posible por mantener el vehículo estable, y pisó el freno con desesperación hasta que por fin se detuvieron. Cuando dejaron de dar vueltas, tanto el director como el inspector se sentían mareados debido a los giros descontrolados del carro.

—¿Qué fue eso? —preguntó Lvellie en medio de su aturdimiento.

A pesar del mareo y la dificultad de Komui de poner en orden sus ideas, se las arregló para buscar entre sus recuerdos algo que pudiera explicar aquello. Y cuando recordó quién era capaz de hacer algo semejante, un frío de inquietud se instaló en su interior.

—Eso... fue un ataque de la Inocencia de Allen Walker. —sabía de ello debido al reporte de Tiedoll sobre la pelea que tuvieron con el Conde antes de ir a la rama asiática, y por todo lo sucedido cuando Cross la encontró.

Eso parecía haber sido hace una eternidad y el pensamiento lo abrumó un poco.

—Entonces ha regresado. —hubo algo en la expresión de Lvellie que no le gustó a Komui. —Acelera. —fue la orden que le dio de nuevo al chofer, quien la cumplió algo nervioso y bastante asustado.

Cuando por fin llegaron al lugar, de inmediato un par de Cuervos se apresuraron hacia ellos para protegerlos; aunque el caos se había sosegado considerablemente a causa de la aparición de la exorcista de cabello blanco.

Ambos compartieron el asombro general al ver a la chica.

Su Inocencia parecía estarla envolviendo por completo con una capa, que desprendía una luz verdosa a pesar del color rojo tan característico de las armas que solía materializar. Un antifaz de carnaval del mismo rojo cubría sus ojos. Los patrones del antifaz le daban un toque bastante exótico a su rostro.

Era difícil distinguirla, pero sabían que era ella.

—Allen Walker. —murmuró el inspector con anticipación.

A Komui le llevó un momento darse cuenta de que algo no andaba bien con ella. Y cuando lo notó se asustó un poco. No estaba consciente.

—Así que... estás aquí, Allen Walker. —fue el murmullo de la Noé de la lujuria. Viendo con atención a la exorcista. —No dejaré que te interpongas esta vez.

A punto de dar la Orden de ataque hacia ella estaba, cuando Allen por fin se movió.

O, mejor dicho, sus guardianes se encargaron de manipular las funciones motoras de su protegida para actuar. También se encargaron de que la Inocencia no se aprovechara de la situación y le hiciera daño consumiendo más de su sangre.

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