Una Despedida
Pese a lo que decía la gente, Elizabeth sabía que destacaba mucho más que su estúpida hermana gemela.
Honestamente nunca entendió por qué no lograban diferenciarlas. Le parecía gente idiota que no notaba que ella era mucho mejor que la tonta de Emilia.
O por lo menos eso pensó durante los primeros años de su vida.
Lo pensó hasta que se dio cuenta de que Allen prefería a su hermana, y la protegía a capa y espada de todo y de todos.
Incluida ella y sus padres.
Pero no quería a Allen sólo para quitársela a Emilia, sino porque de verdad despertó algo en ella que jamás supo explicar.
Su madre solía decir que Allen era un caso perdido y una mala influencia. Elizabeth jamás la tomó en cuenta. Por ello procuró ser discreta con sus sentimientos y frente a sus padres fingía que la repudiaba tanto como ellos.
Pudo haber elegido cualquier otro momento para saber cómo es que las diferenciaba con tanta precisión. Y vaya que tenía bastante de dónde escoger.
El viaje a Mont Lachat... uno de los tantos viajes escolares que habían tenido. Pero el más decisivo para Elizabeth.
Como era hacia un lugar con poca seguridad, su padre se las arregló para que lo asignaran al cuidado de la escuela.
El profesor de ese año, les puso el reto de encontrar el tesoro en parejas. Eso no habría resultado en mayores inconvenientes si el hombre no hubiese emparejado a los alumnos por orden de lista.
No fue nada agradable tener que empezar con la búsqueda al lado de su tonta hermana.
Todo marchaba medianamente bien, cuando se dieron cuenta que se alejaron demasiado y Emilia se cayó en la madriguera de algún animal. Elizabeth le dijo que buscaría ayuda, pero obviamente no fue así. La dejó a la intemperie por alrededor de dos horas; regresó con el resto de la clase para enterarse que el equipo de Allen había ganado.
Mientras todo terminaba aprovechó para evadir el tema de que sólo un integrante de su grupo había regresado.
Y cuando su padre y Allen se dieron cuenta, el primero se asustó y cuando empezaron a buscarla, envió a toda la gente de su padre en la dirección equivocada apropósito... fingiendo ser ella, para después hacer ver que había sido su propia voluntad separarse del grupo por fastidiar.
Todos le creyeron a excepción de Allen.
—Creo que ya hemos pasado por esto, Elizabeth. ¿No te cansas de usar el mismo truco? —le dijo en tono serio. Deteniendo a sus compañeros para poner atención a lo que estaba por pasar. —Déjate de juegos y di en donde dejaste a Lía metida. Ahora.
Fue lo más cerca que alguna vez estuvo de golpearla. No la dejó seguir con su farsa e hizo que la mitad de la clase la odiara.
Y aún a la fecha no terminaba de entender cómo dio con su estúpida hermana en menos de una hora.
Pensando en ello se dio cuenta que, aun sí le hubiese correspondido, no habría tenido el valor de enfrentarse al mundo como su hermana lo hizo por Allen.
El agobio que sentía cada vez que veía a Emilia perdida en sus pensamientos, sonriendo y suspirando a causa de Allen la enfermaba. En especial al saber que los sentimientos eran correspondidos.
[Sé que siempre quisiste a Allen, lamentablemente es lo único en lo que no cederé ante ti, Elizabeth]
Ahora entendía las palabras de esa tonta cuando se despidió luego de dejarle esa caja extraña.
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Fidelium
AdventureKanda puede ver las emociones de la gente por medio de colores. Pero no puede ver las de Allen Walker, la nueva exorcista de la inocencia no registrada. --- Historia también disponible en mis cuentas de Ao3 y Fanfiction.net en ingles y español bajo...