27 - Capítulo Veintisiete.

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*Lo sabía.

Sabía que su fuerza no era suficiente. Que la mía tampoco lo era. Por eso necesitaba destruir al Conde. Y así darle lo necesario para poder acabar con todo.

Pero no esperé que querer ayudarla, terminaría siendo la causa de que decidiera hacer lo que hizo. Mis decisiones tampoco eran exactamente las correctas.

Fui egoísta.

Y ese fue mi pecado. Porque nunca lo tuve permitido.

No la odio, pero no puedo evitar estar enojada con ella por no decírmelo.

Después de todo, no puedo decir que tampoco haya sido mi culpa. *



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En algún lugar del Arca


Los laberintos y las habitaciones seguían igual que en aquel entonces. A Cross no le pareció extraño. Es más, lo raro sería que algo cambiara. Según la maldición de Neah, nada podía cambiar ni moverse de la ubicación en la que él lo dejó. De eso no habían pasado los años necesarios como para que se sintiera tan nostálgico, pero sí para darse cuenta de que esa mujer tenía razón.

Se hacía viejo.

—Así que la descarga está comenzando. —cerró los ojos, sintiendo el ambiente para calcular el tiempo que le quedaba al Arca, también para hacerse una idea de dónde estaba la nueva nave. —No muy lejos, ¿eh?

Una vez terminada la evaluación se disfrazó para llegar a su objetivo. Si encontraba el piano y el huevo antes de que todo terminara de descargarse, sería una misión exitosa.

Entonces sólo faltaría desenmascarar a Allen, y asegurarse de que no encontrara al Corazón.

Y aunque era algo que ya había comprobado que no sería nada fácil, tener esos dos objetos en su poder, le podría ser de ayuda para que no lo destrozara en la primera oportunidad que tuviera. El huevo no solo le serviría para eso, sino también era una buena excusa para que los altos mandos lo dejaran en paz por un tiempo, mientras obtenía la información sobre su pseudo alumna. El problema era con el piano.

Neah lo dejó en caso de que el Conde por fin lograra construir una nueva nave. La cuestión es que él no podía entrar sin el golem. Ese objeto que le serviría de guía si lo encontraba. Pero dadas las circunstancias, y a sabiendas de que Allen estaría cerca, prefirió dejarlo en la Orden. Era preferible resguardar a Timicampy que llevar el piano. Y pensándolo bien, era más una cuestión sentimental el querer llevárselo.

La sala del huevo estaba custodiada, pero deshacerse de esas cosas no le tomó demasiado esfuerzo. Esa clase de modificaciones del Conde no eran tan poderosas. La barrera llevaría su tiempo en ser removida, más no sería imposible.

—No creí que en serio vendrías a buscar esto.

Esta vez no se sorprendió con que le hablaran de repente. La presencia de la Noé de los sueños era bastante familiar. Y por raro que parezca, no era hostil con él.

—Tengo que hacerlo. —la vio dudar, y sabía a la perfección por qué.

—Estoy en la obligación de detenerte. —suspiró. —Pero te puedo dar unos minutos para que charlemos un poco. Es solo que, como sabes, debes ser cien por ciento honesto conmigo.

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