44 - Capítulo Cuarenta y Cuatro.

42 6 3
                                    


El trabajo de Komui sólo se estaba acumulando y por montones.

Los gastos de la última misión de Marie, Kanda y Allen eran demasiados. Eso, más lo que la Orden iba a tener que pagar por las condiciones que puso el nuevo y más joven de los exorcistas, era la mayor fuente de su jaqueca actual.

Al Vaticano y al Papa no les iba a gustar para nada la cantidad a la que ascendía la suma de lo que eso implicaba. Las reuniones del caso iban a ser de lo más tediosas y las exigencias sobre el pobre niño serían bastantes. Y por cómo estaban las cosas, no mucho iba a poder hacer para ayudarlo.

Al estar adjunto al Vaticano, el hospital de la iglesia de París, había colaborado bastante con la situación, ya que los niños del orfanato y algunas personas habían resultado heridas; y eso al menos aliviaba cierta carga de la que tenía sobre sus hombros en esos momentos.

Desafortunadamente, a pesar de haber encontrado a otro exorcista que se uniría a las filas de la Orden, su llegada implicó otros asuntos que también le interesaron a los altos mandos. Algo completamente inesperado, que sus superiores esperaban fuera a ayudar con la situación que más los atormentaba actualmente.

Emilia Galmar, la difunta pareja del eslabón que no controlaban en esa guerra tenía una hermana gemela.

Según lo que le había dicho Marie en el reporte, por lo visto, Elizabeth Galmar formó parte de la vida de ambas a temprana edad. Un dato que llamó la atención de los comandantes, ya que no lograban explicarse cómo es que la existencia de esa chica y de sus padres fue pasada por alto hasta ese momento.

Pero ahora que sabían de su existencia, creían que podrían obtener más información sobre Allen. Debido a que las investigaciones de cuando llegó a la Orden y las posteriores, no habían tenido resultados óptimos, esperaban que ahora esta chica les pudiera dar la información que necesitaban de Allen Walker, integrante de los Fidelium.

A Komui todavía le resultaba difícil asimilar lo que la existencia de ese Clan implicaba. La información que tenía la iglesia misma sobre esas personas, era menos de la que tenían del Conde Milenario y los Noé.

Incluso Bookman era desconocedor de muchas cosas. Y qué decir de Cross Marian, quien seguía recuperándose después de la pelea en Japón. Cosa de la que pocos eran conocedores, entre ellos él. El general no quería que nadie supiera que no estaba en las mejores condiciones que digamos.

Mientras que, de los Fidelium, no sabían cuántos eran, su historia, de dónde venían y lo que más preocupaba a las autoridades de la iglesia, era que por supuesto no tenían idea del alcance de su poder y habilidades. Lo poco que les había dicho Bookman y el inspector Lvellie al regresar de Japón no era nada alentador.

Pero desde entonces; como consecuencia de la muerte de Emilia, aparte de mantenerse en un estado de ebriedad constante y preocupante, Allen se mostraba más esquiva, más indiferente, desafiante y desde luego ya no buscaba esconder que no era una persona común. Sobre todo, estaba más apagada y marchita.

Komui Había convencido a los altos mandos de ser él quien interrogara a Elizabeth. Argumentando que era más discreto y reducía las probabilidades de que Allen se enterara de la situación. No estaban muy conformes, pero tuvieron que darle la razón.

De lo contrario no sabía lo que podrían hacerle a la chica. Al menos de esa forma garantizaba que no usaran el suero de la verdad y quien sabe qué más cosas. Aunque de cualquier manera intuía que la interrogarían sin que se diera cuenta.

Mal que, según lo dicho por Kanda, era muy probable que no supiera mayor cosa... Además de tener que esperar a que su padre no estuviera presente. Para que no se enterara de la muerte de su otra hija y de que Allen seguía con vida, por petición personal de la misma Elizabeth; quién parecía estar esperando que la fueran a interrogar, y al pedir aquello garantizaba que su padre no se enterara del asunto.

FideliumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora