35. Capítulo Treinta y Cinco.

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El eco de las paredes de esos túneles era reconfortante para Lenalee, cada vez que regresaba de una misión en el pasado. Ahora lo sentía tan siniestro como la mayoría afirmaba que era. A Lavi le parecía divertido y solía molestar a los buscadores en cada oportunidad, pero su situación era muy parecida a la de la china en esos momentos.

Para Krory era una escena similar a la que vivía en la antigua mansión de su abuelo. Y Miranda solía pensar que estaba hecho a la medida para ella, pues alguien con tan mala suerte como la suya, era bien recibida en un ambiente así de sombrío.

Todos le tenían cierto cariño a su manera y por diferentes circunstancias.

El aire se sentía tan frio como siempre, el agua en ese túnel corría con la misma lentitud que en el pasado, pero ahora quienes se sentían diferente, eran ellos.

Miranda y Krory habían llegado a apreciar ese túnel como un lugar que les permitió conocer una vida diferente. No muy tranquila, pero diferente a la rutina tediosa y la soledad a las que estaban acostumbrados.

Y ambos le debían eso a Allen.

Debido a ello, no se sentían especialmente entusiasmados de regresar a la Orden con las cosas en el estado actual. Pues la situación pintaba como un futuro incierto y catastrófico, en el que muy probablemente, tendrían que enfrentarse a la persona que los había ayudado a cambiar sus vidas.

Aquella persona que los hizo ver que había algo importante que podían hacer para ayudar a la humanidad. Allen Walker los había ayudado a salir de la desesperación, y a encontrarle un sentido a su vida más allá de las expectativas impuestas ya sea por ellos mismos o por otros.

Por fin sentían que había un lugar al que pertenecían en el que podían hacer algo útil.

Miranda y Krory no se sentían capaces de enfrentarse a ella si se los ordenaban.

Mientras que Lavi aún estaba en conflicto consigo mismo y Lenalee se sentía cada vez más desesperada.

—Es bueno verlos de nuevo, chicos.

—Ya se estaban tardando.

Alma, Marie y Daisya los esperaban en el lugar en donde desembarcaban los botes. Los dos últimos hablaron con la mayor normalidad que eran capaces de reunir, mientras que Alma solamente asintió en su dirección. Muy raro de él, quien en una situación normal sería el primero en salir a abrazarlos.

Con eso demostraba que no estaba nada bien.

—¿Alma?

—¿Tuvieron un buen viaje? —cuando hizo la pregunta, era demasiado evidente que Alma intentaba ocultar su pesadumbre.

Lenalee intentó seguirle la corriente para que no se sintiera mal por preocuparlos.

—Si, nuestro viaje fue tranquilo. Pero... Alma...

—Lenalee, no preguntes. —fue la respuesta cortante de Alma.

Todos conocían a Alma por ser un espíritu alegre, que gustaba de hacer reír a los demás y por pasar tiempo en familia. Cómo él solía llamarlo. Era a quien le gustaba animar las fiestas y siempre buscaba que todos fueran parte de la alegría del lugar.

Incluso Kanda no podía evitar ser arrastrado por él en sus ocurrencias.

Cosa por la que se apegó demasiado a Allen y Emilia.

—Será mejor que hablemos en un lugar tranquilo. —sugirió Lavi, pues sabía que necesitaban hablar con seriedad sobre todo lo que había pasado, y lo que estaba por venir para ellos; quienes eran los únicos exorcistas en la actualidad.

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