10 - Capítulo Diez.

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Todavía recordaba todo, como una cinta de terror que se repetía en su cabeza una y otra vez y que no le dejó dormir durante todo el tiempo de su ausencia.

—Hey, Lía. Ya sé que me rechazaste. Pero sabes que no dejaré de insistir. Por favor ven conmigo a un lugar que quiero que veas.

—No Allen. Ya te dije que nos van a regañar por alejarnos del grupo. Además ¿tan siquiera sabes cómo llegar a ese lugar que mencionas?

—Anda, no pienses eso. Cargare con la responsabilidad. Y si te lo pido es porque lo sé.

Pero no cedió. Para que durante sus sueños, aquel recuerdo le torturara y le hiciera arrepentirse de no haber accedido a ir con ella.

Luego retumbó la primera explosión.

Causando que todos a su alrededor se asustaran y corrieran por sus vidas al ver a una criatura extraña que sobrevolaba los árboles y les empezó a disparar de repente.

Todo fue un caos después de eso. Lo único que recordaba, era haber corrido tomada de la mano de Allen. Para que de un momento a otro, le soltara para empujarle lejos de una roca que estaba por caerles encima.

Emilia Galmar odiaba ese miedo que sintió cuando vio a Allen caer varios metros lejos de ella. Corrió como pudo para encontrarla, pero otra de esas cosas volvió a disparar. Lo esquivó por poco sin evitar caer al suelo bastante lejos de ella. El ruido de la explosión confundió sus sentidos y le hizo desorientarse por completo.

Corrió por donde le pareció que había caído, sin saber que había ido en la dirección equivocada y se había alejado más de la cuenta del grupo. Entre la confusión, apenas pudo distinguir que a la distancia todavía se escuchaban las voces de sus compañeros gritando por ayuda. No se enteró exactamente de cuando aparecieron esos hombres de blanco que guiaron al resto de su clase de vuelta al pie de la montaña para ponerlos a salvo.

A ella lo único que le importaba era encontrar a Allen. Tenía que asegurarse de que estuviera bien, para poder regañarla por separarse mucho de ella. Y después besarla como nunca.

Corrió y corrió. Gritando el nombre de Allen con desesperación y miedo. Hasta que una de esas cosas se cruzó en su camino. Pero esta era diferente y su apariencia espantosa.

— Vaya, pero si está sola. Que suerte. Te mataré ahora mismo.

Con pánico se alejó lo mejor que pudo de esa cosa extraña de intenciones asesinas. Estaba a punto de alcanzarle cuando sintió la tierra temblar.

Cayó y desde su perspectiva en el suelo, a duras penas logró distinguir una línea de fuego que destruyó a su atacante con una explosión. Al caer se había lastimado el tobillo y ponerse de pie representó un gran esfuerzo. Caminar se le dificulto aún más. Pero tenía que encontrar a Allen a como diera lugar.

Pero uno de los extraños hombres de blanco la encontró primero y la hizo volver a la fuerza con el resto del grupo.

—Niña, tranquilízate, encontraremos a la chica que falta. Es más seguro para ti volver con el resto.

—Por favor encuéntrenla. Se cayó y podría estar lastimada.

—Descuida, pero primero debemos ponerte a salvo.

Con resignación y el corazón en la mano, siguió al hombre hasta dónde estaban los demás. Fue la penúltima en aparecer. De inmediato empezó a buscar a Allen entre sus compañeros. Y con la angustia de no verle entre ellos, espero a que la encontraran antes de que le pasara algo malo.

—Emilia. Gracias a Dios estás a salvo. —su maestra le revisaba atentamente para comprobar que no estuviera herida, y al darse cuenta de su cojera, le ayudó a buscar un lugar donde sentarse.

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