47 - Capítulo Cuarenta y Siete.

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Las cosas en la Orden Oscura estaban más agitadas de lo normal. Pero no era que en el pasado fuera diferente; la cosa estaba en que ahora todo giraba en torno a algo -alguien- cuya existencia revolucionó todo en la sede.

Y Kanda disfrutaba del espectáculo mientras se sentía extrañamente relajado.

Bien dicen por ahí, que aclarar tu mente trae paz interior. Y él lo estaba experimentando en toda su gloria.

Inquietante el hecho de que haber admitido que estaba enamorado, le trajera cierta claridad para discernir sus acciones del pasado hacia el brote de habas. No sabía si le iba a corresponder, pero el que lo supiera y esa enigmática despedida le dieron cierta esperanza.

Aunque en su mente persistía un pesado y muy molesto "¿por qué?", era ahogado inmediatamente ante la expectativa de darle la respuesta a su pregunta.

Tenía las cosas en claro, y así obtuviera una negativa, estaba seguro de que expresarse adecuadamente sería un gran paso del que no muchos tenían la oportunidad de presumir. Allen no había permitido que nadie más tan siquiera le expresara sus sentimientos. Él iba a tener esa oportunidad y no pensaba desperdiciarla. Y así tuviera que sufrir un poco, arrancar la espina del desamor le resultaría mucho más fácil que admitir sus sentimientos.

O por lo menos eso esperaba.

Eso sí, no quería volver a ser golpeado brutalmente. Tenía que admitir que en esta vida nunca experimentó algo semejante gracias a sus habilidades de regeneración, así que había pensado muy bien en lo que le diría.

Aún no tenía las palabras exactas, más sí una noción de todo lo que implicaba el que hubiese insinuado que; de dar una respuesta adecuada, se enteraría de todos sus secretos. Y sentía que, llegado el momento, sabría qué decir, así no supiera cuándo sería eso. Es más, ni siquiera le importaba tanto averiguar esa información que los altos mandos matarían por saber.

Otra cosa más de la que saberse por encima de ellos en cuanto a Allen. Y eso lo hacía sentirse increíblemente bien.

Por otro lado, el alboroto en la Orden también fue causado -de nuevo- por la persona de sus -recién descubiertos- afectos. Incluso el dos puntos no se había librado del grito de Lvellie por haber perdido de vista a la británica... Desde hace cinco días.

Y desde luego, por más que le quisieron sacar información de manera "discreta", no había dicho ni una palabra de hacia dónde había ido el brote de habas. No como que supiera, pero el tener una noción de que sabía que se había ido para realizar ciertos asuntos que, por supuesto no le dijo, haría que el fastidioso de Lvellie y los altos mandos estuvieran encima suyo en busca de información.

Afortunadamente lo dejaron tranquilo cuando le dio a Komui la mirada más aterradora de su repertorio.

Es más, estaba seguro de que nadie sospechaba que tenía información sobre ella; no sólo del motivo de su ausencia, sino de cierta noción de sus verdaderas habilidades desde mucho antes de lo que imaginaban; remontándose a los días en los que estuvieron en la rama asiática.

Cosa que le divertía en desmedida.

Y desde luego, su rostro no mostraba sus verdaderas emociones.

Incluso se había entretenido bastante con la expresión del dos puntos mientras la buscaba algo desesperado y temeroso de la reacción de su superior por no ser capaz de encontrarla. Tenía el presentimiento de que el brote de habas le dijo que lo dejara buscarla para ver qué tan capaz era de ser discreto.

Soltó un bufido bajo. Era juego de niños guardar información para él.

Y en esos momentos, se encontraba en la sala de entrenamiento, meditando. El resto de exorcistas se encontraban ahí también, incluido el más joven y recién llegado de ellos.

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