5 - Capítulo Cinco.

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Dentro de la Orden Oscura, Komui Lee se consideraba el único que no veía a los exorcistas como armas humanas enviadas por Dios. Para él la seguridad de los niños a su cuidado era prioridad. Sobre todo, la seguridad de su adorada hermana menor.

Desde su llegada y con el pasar de los años había dedicado sangre, sudor y lágrimas para hacer que la vida de los exorcistas fuera lo menos complicada posible. Procurando que la división científica fabricara e investigara todo lo necesario para aumentar su bienestar durante las misiones.

Había cosas que como director podía hacer y otras que no, aunque la mayoría afirmaba que se la pasaba perdiendo el tiempo haciendo robots buenos para nada, pero eso solo lo hacía en el escaso tiempo libre que tenía y a escondidas. La verdad es que no lo hacía con mala intención. Quería que de alguna forma sus creaciones ayudaran en la medida de lo posible a los exorcistas.

Pero había otras cosas que estaban completamente fuera de su alcance y en ocasiones se tenía que limitar a agachar la cabeza, fingir cordialidad y obedecer las órdenes del Vaticano y los comandantes. Era la parte que más odiaba de su trabajo. A pesar de que, ante los ojos de todos, o de la mayoría, era un científico loco con complejo de hermana, cuando le tocaba ponerse serio en asuntos de suma importancia, dejaba de lado su personalidad infantil y hacía gala de su verdadera edad.

Esa máscara fría que se vio obligado a ponerse delante de sus superiores, era el rostro que no dejaba que su dulce hermana viera. Y era en esos momentos en los que Reever recordaba porque era el director del cuartel general de la Orden Oscura. En el mundo de los adultos, hay que actuar como tal.

Y justo en ese momento, tenía que actuar de esa forma.

—Entiendo que la situación requirió de medidas drásticas y paciencia. Pero no podemos pasar por alto este asunto. —uno de los cardenales habló.

—Es sumamente sospechoso que Kanda Yuu no pueda ver sus emociones. Y que haya perdido la memoria sobre lo que pasó durante su sincronización aumenta nuestras dudas. —habló otro de los hombres.

—A pesar de que el número de apóstoles está en decrecimiento, no nos podemos confiar por completo de la señorita Walker. La información que obtuvimos de ella fue demasiado escasa, e interrogar a sus padres en la situación en la que se encuentran no es conveniente aún.

—Supongo que cuando las cosas se calmen con ellos, podemos realizar un interrogatorio en secreto.

Con esto tuvo que intervenir por fin. Por lo que, entrando en su papel de director se aclaró la garganta, llamando la atención de sus superiores.

—Si me permiten, comandantes, Allen Walker no ha mostrado signos de hostilidad y como ustedes mismos han mencionado, el número de apóstoles ha decrecido y no sabemos cuándo pueda aparecer otro. —buscaba la manera de evitar lo que sea que estuvieran pensando. — El hecho de que su inocencia sea fuera de lo normal y de que Kanda Yuu no pueda ver sus emociones puede representar una gran ventaja y un poder que nos de la victoria en esta guerra. Y aunque no conocemos el significado concreto, la profecía de Hevlaska puede ser la clave de ello.

Con sus palabras los hombres en la mesa parecieron meditar mejor en la situación.

—Puede que esté en lo cierto, director. Pero también está la posibilidad de que sea todo lo contrario. Y por el momento no podemos determinar cuál de las dos opciones es la verdadera.

—Puede que su inocencia sea rara y de un tipo que no se ha registrado antes, pero su nivel de sincronización deja mucho que desear. Y pone en duda su compromiso como apóstol de Dios.

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