4 - Capítulo Cuatro.

155 17 30
                                    


Kanda Yuu, había visto toda clase de cosas desde que se vio en la difícil situación de ser revivido como exorcista y había descubierto que tenía la molesta habilidad de ver las emociones de las personas.

Al principio creyó que estaba alucinando y que los colores que veía alrededor de la gente solo eran producto de su imaginación. Y durante un tiempo intentó ignorar el hecho de que sabía cuándo alguien estaba frustrado, nervioso, emocionado, feliz, enojado.

Era jodidamente molesto.

La verdad es que las emociones de la gente que estaba a su alrededor casi siempre eran las mismas. Por lo que con un poco de dificultad aprendió a distinguir qué colores pertenecían a cada emoción en las personas. Pero no quería verlas. No le interesaba y la verdad no le veía propósito o provecho a saber cómo se sentía alguien en especial.

Pero cuando se lo comento al viejo encargado de todo ese procedimiento por el que le habían hecho pasar, lo hizo con la intención de que este le ayudará a dejar de ver cómo se sentía todo el mundo todo el tiempo.

No fue así.

El hombre se vio más que fascinado y le dio a entender que lo que percibía era provechoso para todos en la organización. Y quería saber si todos los demás exorcistas resucitados eran capaces de ver lo mismo que Kanda. Otro error. Parecía ser solo Kanda quien poseía la habilidad y no estaba muy feliz con ello.

El hombre le instruyó en lo que esto podía ser y a determinar qué emoción representaba cada color. De esta forma el niño se vio envuelto en clases de meditación, lo cual fue lo único provechoso, pues era el único momento del día en que no estaba rodeado de científicos que intentaban analizar cómo era que había obtenido esa habilidad.

Le hicieron todo tipo de exámenes molestos y fue ahí, donde su personalidad empezó a ser más oscura de lo que cualquiera se había imaginado.

Y fue cuando recordó todo. Su pasado, cómo había muerto y quién era él antes de despertar en el laboratorio en el que ahora vivía. Se sintió asqueado, utilizado y engañado. Sin embargo, cuando se desmayó, y el dolor de su pasado le atravesó como una lanza a su alma, fue cuando logró sincronizar con la inocencia de su vida anterior.

De algún modo se las arregló para engañar a la gente alrededor de que no sabía nada. Que no recordaba nada y que su único compañero, Alma Karma, era igual que él. Solamente que esté de verdad no recordaba nada como él.

Eso le enojó. Y se dio cuenta de que le seguirían haciendo lo mismo a los exorcistas que murieron en batalla, lo mismo que a ellos. Y los odio por eso.

Poco después de haber asimilado bien lo que en verdad significaba ser resucitado por la Orden, fue que hizo lo necesario para sabotear el despertar de aquellos que aún estaban durmiendo.

Nadie supo cómo lo hizo, pero resultó imposible que los demás despertaran.

Por mucho que los científicos hicieran para que el resultado que habían tenido de Kanda y Alma fuera el mismo en quienes faltaban, no pudieron hacerlo. A pesar de que lo intentaron infinidad de veces. Fue un completo fracaso.

Hasta que en cierta tarde. El lugar de las incubadoras explotó. Llevándose la vida de los futuros segundos exorcistas y los científicos encargados de aquel experimento. El único que se salvó fue el maestro Zu Mei Chang. Quien de casualidad había salido esa misma tarde por otros asuntos que no tenían nada que ver con la Orden.

Como resultado el proyecto de segundos exorcistas se canceló definitivamente. Debido a que los últimos experimentos habían resultado un fracaso por completo. Y el hecho de que Kanda y Alma fueran los únicos que sí pudieron cumplir con las expectativas no fue suficiente. Pues, según el Vaticano y los informes de toda la sección científica de la Orden, sus vidas pendían de un hilo.

FideliumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora