25 - Capítulo Veinticinco.

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Un Akuma modificado.

El único que sabía hacer tal cosa no era del todo confiable. De eso estaba seguro Tiedoll.

El demonio modificado se portó de lo más dócil con ellos; cumplió con lo que les había dicho de llevarlos por el camino menos concurrido por Akumas, y en una de tantas anuncia como si nada.

—Japón está bajo el dominio completo del Conde desde hace trescientos años.

A partir de ahí todo se fue en picada.

Era ya media tarde -que parecía media noche-, y no pudieron hacer otra cosa más que correr para no salir gravemente heridos antes de llegar. Tiedoll estaba considerando seriamente ordenar a sus alumnos dar la vuelta y dejar al tipo a su suerte. Pero había decidido que le ayudaría y no se iba a retractar.

Aunque pensándolo bien, tampoco se lo había dicho al sujeto por ningún medio. Solo recibió su carta; la cual leyó, entendió que era importante y decidió que iba a ayudar, pero nunca le confirmó al taimado de Cross que acudiría a su llamado. Sin embargo, conociéndolo lo daba por sentado.

Que molestia.

—A estas alturas el Conde ya sabe que estamos aquí. —Marie se veía cansado, pero todavía podía aguantar.

—No me extrañaría. Ya no sé con certeza cuánto tiempo tenemos peleando. —Alma era quien más se quejaba desde hace rato.

—Y si no lo ha notado es que de verdad somos insignificantes para él. —apuntó Daisya. Solo porque el cansancio lo ponía de mal humor y si él lo estaba, era justo que los demás también.

Kanda y Allen eran quienes no decían nada. Hasta que, de repente Allen dijo algo en lo que nadie había pensado por estar tan ocupados en correr y destruir Akumas.

—Me está dando sed.

Al decirlo, de manera automática todos pensaron en que no habían podido alimentarse adecuadamente, o tan siquiera beber algo. Lo cual les causó un decaimiento instantáneo.

Y así Daisya fue superado.

Allen se rió.

Solo hasta ese momento, Tiedoll tuvo la gracia de activar su Inocencia y darles un descanso a sus alumnos. Con lo que pudieron revisar si les quedaba comida y agua para resistir el camino que les faltaba.

Afortunadamente, todavía tenían lo suficiente para sobrevivir... Esa noche.

—A este paso vamos a morir. —se quejó de nuevo Alma.

—Bueno, lo cierto es que sí no encontramos rápido a ese tipo, eso es lo que nos espera. —Tiedoll ya estaba dejando de lado su temple al ver que sus hijos estaban sufriendo.

—Oye, tú. —le dijo Kanda al Akuma. —¿Cuánto falta?

—Yo... —no pudo seguir hablando porque sus ojos se llenaron de venas. —Supongo que ya tengo hambre también.

Dicho eso, estalló. Con eso el general entendió que a partir de ahí estaban por su cuenta.

—Nuestro guía se fue. —suspiró Marie.

—Tal vez no del todo. —dijo Alma, sorprendiéndolos un poco.

No obstante, cuando entendieron las palabras del chico, de inmediato giraron sus cabezas en dirección al posible guía.

Kanda chasqueó la lengua mientras evitaba sus miradas astutas. Bueno, mierda.

Tiedoll trató de relajar el ambiente pesado, que los empezaba a invadir por el aura negra que casi era visible alrededor de Kanda.

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